Su reclusión es evidencia de la corrupción del gobierno, acusa Gonzalo Molina luego de ocho meses de prisión

El Sur
Lourdes Chávez
Chilpancingo

“Si quieren tenerme aquí pueden hacerlo, pero no van a poder evitar que siga denunciando”, advierte desde la cárcel de Chilpancingo. A pesar del encierro, las amenazas y las torturas que ha sufrido injustificadamente, se mantiene de pie porque su causa es justa: una sociedad en armonía. El sistema de reeducación de la CRAC es mejor que el penitenciario del Estado, compara
Con una sonrisa franca el promotor de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) en Tixtla, Gonzalo Molina Gonzalez recibe a sus visitas en el penal de Chilpancingo, tras ocho meses de encierro en dos prisiones federales fuera de Guerrero y después de 21 días en huelga de hambre, que canceló hace poco menos de dos semanas.?Reveló que en la cárcel federal de Miauatlán, en Oaxaca, a donde lo llevaron luego de su detención en noviembre de 2013, lo acusaron de motín y con ese argumento lo trasladaron al penal de máxima seguridad del Altiplano en el Estado de México, donde albergan a los prisioneros más peligrosos del país.?“Ahí sí hay comida y televisión”, le dijo entusiasmado otro detenido cuando supo cuál era su destino, pues en Oaxaca, a través de su esposa Ausencia Honorato, Gonzalo promovió una queja ante el organismos de derechos humanos por maltrato y mala alimentación.?Mantuvo su peso en los seis meses de detención en Oaxaca, comiendo un bolillo en las mañanas, cuatro tortillas en la tarde y ejercitándose a diario. Subió de peso en la prisión de Almoloya de Juárez, donde lo primero que recibió fue una taza de café y le permitieron repetir una pieza de pan.?Indicó que llegó a pesar 72 kilos, que implica una complexión robusta para un hombre de 1.60 metros de estatura, no engordó porque continuó ejercitándose al mismo ritmo de los más jóvenes. Durante la huelga de hambre que mantuvo del 15 de mayo al 4 de junio en solidaridad con la líder de la Policía Comunitaria en Olinalá que estuvo en ayuno por su libertad, Nestora Salgado García, bajó ocho kilos.?A sus 50 años de edad, Molina Gonzalez consideró que tenía fuerzas para seguir tal vez 20 días más si se le proporcionaran sueros.
Distinto a sus familiares, él no imaginó que esa protesta significaría el fin de su vida, aún con el dolor de cabeza constante y los mareos que le nublaban la vista. Los últimos siete días de huelga de alimentos estuvo en la enfermería, bajo supervisión médica.?Informó que cuando estaba en la enfermería le llevaban filetes y pollo asado y le decían, “pícale un poquito”, y que esa no era comida que dieran en el penal. Pero sus captores sabían que estaba en la mira de una cámara de vigilancia y por eso lo incitaban. Se negó porque después de tres días ya no sentía hambre, y el vacío en el estómago lo cubría con sueros y agua.?El luchador social se declaró en huelga de hambre en solidaridad con la coordinadora de la Policía Comunitaria de Olinalá, Nestora Salgado García, que diez días antes dejó de probar alimentos por su libertad y la de los presos de la CRAC, a casi dos años de reclusión en el penal federal de máxima seguridad de Tepic, en Nayarit.?Molina González reveló que el gobierno del estado reactivó una solicitud de traslado que promovió el Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan, cuando lo llevaron a Oaxaca, para regresarlo a Guerrero.
De las agresivas condiciones de la cárcel de Tepic a los cuidados de su esposa en Chilpancingo
En la conversación con Gonzalo Molina ayer en la prisión, dos abogados señalaron que las condiciones de reclusión en el penal de Tepic, Nayarit, son más agresivas que en el Altiplano.?Como ejemplo informaron que el vocero del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la Presa La Parota (Cecop), Marco Antonio Suástegui Muñoz regresó a una prisión a Guerrero con unos 30 kilos de peso menos, porque durante días le negaron alimentos y agua potable.?Asimismo, Nestora Salgado denunció aislamiento, tratos crueles y degradantes en la prisión femenil de Tepic.?Gonzalo Molina recordó que todos los días firmaba una boleta donde decía los motivos por los que no probó alimentos, para deslindar al penal de responsabilidades sobre su integridad.?Su pelo con pocas canas es de un negro intenso, pero está casi rapado, se le ve recuperado. Ayer cumplió una semana en la prisión de Chilpancingo, en donde está separado de la población penitenciaria, recibió los cuidados de su esposa, Ausencia Honorato, quien solicitó un permiso especial para acompañarlo estos días.?Dijo que tiene confianza de alcanzar su libertad, pero si no fuera el caso, afirmó que cada día que pasa en prisión es evidencia de la corrupción, la negligencia y las injusticias del sistema judicial ante el mundo, “si quieren tenerme aquí pueden hacerlo, pero no van a poder evitar que siga denunciando”.
Dijo que a pesar del encierro, las amenazas y las torturas que ha sufrido injustificadamente, se mantiene de pie porque sabe con certeza que su causa es justa, y tiene un objetivo claro: “tener una sociedad más justa, que viva en armonía, en paz y tranquilidad, para que nuestros hijos y nuestros nietos no pasen lo que nosotros vivimos”.
Respeto a la vida, a la alimentación, la salud y la educación, demanda
En la entrevista el promotor de la CRAC que sobrevivía en Tixtla en el oficio de pepenador, demandó el respeto a la vida, a la alimentación, a la salud y la educación, pero aclaró que no se refiere al educación oficial, que el gobierno pretende mejorar con una reformas estructurales que fomentan el individualismo y el egoísmo para fortalece al sistema capitalista.?En medio de una ola de delitos y de impunidad en 2013, Gonzalo Molina promovió la conformación de la Policía Comunitaria de El Fortín, en Tixtla, donde vivía antes de ser encarcelado, apoyó la integración de decenas de comunidades de municipios de la región Centro y Montaña, entre estos Olinalá y Huamuxtitlán, de la Casa de Justicia de El Paraíso, en Ayutla, perteneciente a la CRAC.?Pronto los dirigentes más visibles de esta corriente ciudadana fueron perseguidos y encarcelados: Nestora Salgado, Gonzalo Molina y Arturo Campos Herrera.
Al comienzo tuvieron una relación cordial con los gobiernos municipales y el estatal que encabezaba Ángel Aguirre Rivero, luego fue ríspida porque denunciaron la relación del crimen organizado y las autoridades, lo siguieron haciendo en su detención y traslado a penales federales fuera de la entidad.
“¿De qué nos van a perdonar?”, dice de la Ley de Amnistía
Aunque accedió a que se utilicen todos los mecanismos que sean necesarios para buscar la libertad de los luchadores sociales, Gonzalo Molina consideró que la Ley de Amnistía que impulsa el gobernador Rogelio Ortega Martínez, en sí misma representa una contradicción.?Mencionó que el gobierno del estado por un lado los reconoce como autoridades legítimas de los pueblos, amparados en la Ley 701 de Reconocimiento, Derechos y Cultura Indígena, pero encarcela y luego amnistía a los inculpados que son inocentes.?“No cometí delito, ellos deben pedir perdón por el error, y deben enmendar ese error dejándonos en libertad, sólo por las violaciones al debido proceso”, denunció.?Mencionó que las tres vías que se han propuesto para la libertad de los detenidos de la CRAC son viables para conseguir su libertad: la ley de amnistía si la aprueba el Congreso local, que se agoten los recursos legales en los juzgados con el visto bueno de los magistrados, o el desistimiento de las demandas penales a través del fiscal Miguel Ángel Godínez Muñoz, que se negó a revisar esta posibilidad.?Aclaró que si siguen retrasando sus procesos van a hacer públicos los expedientes de la CRAC sobre las personas que fueron sometidas a reeducación, y luego los acusaron de secuestro y privación ilegal de la libertad.
También dijo que podrían pedir que se apliquen responsabilidades contra los servidores públicos del Ministerio Público y de los juzgados que los mantienen en prisión, porque violaron una institución reconocida en leyes locales, en la constitución y que está respaldada en convenios internacionales: la CRAC. “No pedimos reconocimiento, ese ya lo tenemos, pedimos respeto”.?Añadió que en esta embestida contra los luchadores no solo los dañaron a ellos, también a sus familias porque quisieron desprestigiarlos con denuncias de secuestro y terrorismo. Gonzalo tiene en contra nueve causas penales y dos demandas aún están como averiguaciones previas, en el MP de Tixtla.?Tras esta experiencia, ratificó que el sistema de reeducación de la CRAC es mejor que el de readaptación social del derecho positivo, es decir, el del gobierno del estado y del federal.?“Conviví con cabecillas de cárteles y me respetaron por mi forma de actuar y de pensar… (porque) no estamos yendo a sus casas, sólo pedimos que respeten el territorio comunitario, si ellos están ahí por la mala educación o porque buscan la felicidad a través de las cosas materiales, podemos entenderlo”, expuso.?A la distancia aceptó que la Policía Comunitaria también debe mejorar, “nos hacen falta cosas a nosotros en las casas de justicia”, aunque no tiene derecho a voto en la asamblea regional, sólo a voz, dijo que cuando tenga oportunidad se presentará para decir su opinión.?De las divisiones de la CRAC donde hay claros y distintos liderazgos, incluso en Tixtla, dijo que “el alma y el espíritu de la CRAC es el servicio, la solidaridad, aquí no hay pago.
El gobierno va a querer darles dinero para pagar salarios, para destruir un proyecto de vida, pero si quieren un salario que se vayan a la Policía Municipal, la Estatal, la Federal o al Ejército”.?Agregó que el servicio del policía comunitario radica “en la satisfacción de haber hecho algo por su comunidad, por cambiar la situación de inseguridad que estamos viviendo”.?Por ejemplo, señaló que durante la lucha contra la delincuencia recogieron testimonios de adolescentes violadas que se quedaron en el anonimato.?También señaló que los policías comunitarios corren riesgos y tienen que asumirlos de frente a la sociedad, pues es el pueblo el que debe de defender a su Policía Comunitaria.?Un día después de llegar al penal de Chilpancingo, confirmó que recibió la visita breve de la esposa del gobernador, Rosa Icela Ojeda, quien le dijo que estaba el proceso la ley de amnistía. Le dijo que aceptaba el procedimiento, pero que no dejaran de lado las demás posibilidades legales para alcanzar la libertad de los luchadores sociales.?De buen ánimo, declaró que “es ganancia haber caído en la cárcel, estar vivo, volver a ver a la familia, ahora entiendo aquella frase bíblica de que hay que morir para vivir, porque cuando sales de una situación difícil puedes disfrutar otra vez, es maravilloso, eso es vivir”.?“Al encerrarme, es cierto, pensé que iba a ser desesperación y angustia, pensaba, ¿a quiénes más habrán detenido?”, cuando recibió información de que su esposa estaba libre, pudo estar tranquilo.?“Sabía que podía ocurrir (la represión), pero también sabía que cumplí como esposo, como padre”, una sicóloga de derechos humanos le explicó que estando libre se ocupaba de todo menos de él, en prisión comenzó ocuparse por primera vez de sí mismo, por esa razón tuvo paz pese a las agresiones, penurias, restricciones y aislamiento. Pese a la tortura.?El hombre de vida sencilla -se gana el sustento recogiendo basura en Tixtla-, que ahora tiene una hernia producto de su reclusión, aseguró que sigue “firme por el amor a la familia y al pueblo, eso es lo que lo mantiene a uno”.

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