Indígenas vivirán impacto negativo por Tren Maya

Cristopher Cabello, enviado / El Universal

La irrupción del gran turismo llevará a comunidades economías ilegales, discriminación, especulación inmobiliaria y mercantilización de la cultura maya, advierten antropólogos.

Mientras avanza su construcción, el Tren Maya trae consigo una serie de cambios a las comunidades del sureste mexicano, que han comenzado a ver que su estilo de vida, sus costumbres, tradiciones y formas de trabajo se modifican no necesarimente para bien.

El ejemplo más reciente de esto sucedió en Chichén Itzá hace cuatro semanas, cuando vendedores de artesanías y guías turísticos bloquearon los accesos a la zona arqueológica porque se oponen a que los reubiquen en un Centro de Atención a Visitantes (CATVI), espacio destinado para comercios y servicios y que forman parte del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), que se deriva de las obras de infraestructura del Tren Maya.

Los CATVIs se encontrarán cerca de las zonas arqueológicas y fungirán como polos de desarrollo para las comunidades, es decir, serán puntos de comercio y venta de servicios para beneficiar la economía local, entre otras de sus funciones, de acuerdo a información difundida por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Hay contemplados CATVIs en Palenque, Chichén Itzá, Ek’Balam, Uxmal, Cobá, El Tigre, Calakmul, Jaina y Edzná, los cuales se ubicarán a un par de kilómetros de las zonas arqueológicas. Para la inversión —presupuesto que se incluye dentro del Promeza—, se destinarán 4 mil 906 millones de pesos.

El director general del INAH, Diego Prieto, expresó en conferencia de prensa el 12 de enero que “la recuperación de la memoria de las culturas mayas ancestrales no puede desligarse de las culturas vivas, de lo que hoy piensan y sienten”, sin embargo, estos discursos parecen ser superados por la realidad.

De acuerdo con dos especialistas consultados por EL UNIVERSAL, el desarrollo del Tren Maya traerá como consecuencia una serie de cambios negativos para las comunidades, que tendrán que adaptarse a las nuevas formas de vida que llegarán a raíz del turismo, la especulación inmobiliaria y el uso de la cultura maya como pretexto para el desarrollo económico.

Desigualdad

Para Giovanna Gasparello, doctora en Ciencias Antropológicas por la Universidad Autónoma Metropolitana y quien ha publicado estudios sobre las comunidades y leyes indígenas, el paso del Tren Maya por Chichén Itzá vendrá a hacer más evidentes las desigualdades sociales, las cuales han estado presentes en la vida de los nativos desde hace muchas décadas.

La especialista explica que la problemática en este sitio histórico es sistemática, ya que escaló desde abajo y se hace visible con el simple hecho de visitar la zona. La disputa se puede entender también, explica Gasparello, al conocer quiénes son los que son los vendedores de artesanías —los nativos— y quiénes son los que reciben ganancias por el uso de la Zona Arqueológica —el gobierno estatal, iniciativa privada y el INAH.

“La situación en Chichén Itzá es emblemática para entender los contextos que cambiarán por la llegada del Tren Maya debido a que ahí la marginación es evidente; se da una cadena de negocios particular en la que la cultura es el principal motor económico y en la que todos quieren ganar algo”, indica Gasparello.

La también etnóloga ve una situación que podría replicarse en las demás zonas arqueológicas que serán intervenidas por el Tren Maya, que es la inclusión de las comunidades a las cadenas más bajas del mercado.

“El proyecto plantea que los vendedores de Chichén Itzá tengan sus pequeños locales en una zona especial para ello, cerca de las zonas arqueológicas, entonces tendrás a la señora nativa que venderá quesadillas con su puesto, claro que puede parecer muy llamativo, pero también tendrás la comida del hotel de lujo al lado, ahí radican las desigualdades”, agrega.

Otro punto que resalta es el beneficio para la inversión extranjera, la cual se verá beneficiada por mano de obra barata, es decir, por los nativos.

“El Tren Maya es un proyecto que favorecerá a la industria turística, la gran inversión será extranjera en los polos de desarrollo que tiene planteado el gobierno; entonces hay una contradicción, porque, por un lado, quieren reacomodar a los ambulantes en una zona específica, pero ellos competirán con empresas internacionales, no hay inclusión en ese juego”, detalla.

La antropóloga agrega que una proyección latente es la incorporación de los habitantes a las economía baja. “Es posible que se les incluya en la cadena económica baja, es decir, de limpiadores, meseros, porque para ellos eso es más de lo que han percibido”, explica.

Economías ilegales

Otro de los cambios que proyectan los especialistas es la llegada del crimen organizado a los polos de desarrollo y a las zonas arqueológicas, fenómeno que ya se ha visto en otros sitios donde se fomentaron proyectos turísticos en otras administraciones.

Para Bolfy Cottom, doctor en Historia por la Escuela Nacional de Antropología e Historia y experto en legislación del patrimonio cultural, la problemática en Chichén Itzá comenzó desde 1980. Aseguró que aunque los gobiernos han tratado de detener el uso indebido de la zona arqueológica, hay intereses económicos locales que se oponen a los cambios.

“Chichén Itzá deja ver otras complejidades que existen en el país y que se replican en otras zonas turísticas, como tráfico de drogas, prostitución y demás”.


La Guardia Nacional cuida la Zona Arqueológica de Chichén Itzá luego de los recientes bloqueos por parte de artesanos, guías y ejidatarios.Foto: Especial 

Para el historiador, el proyecto de Tren Maya no contempló estas problemáticas sociales, las cuales podrían replicarse en los polos de desarrollo a construir debido a que no se cuenta con un plan para contrarrestar la llegada de economías ilegales.

“La mayoría de los proyectos como este, que vienen del gobierno, son centralistas, representan sólo una visión del gobierno; sin duda alguna habrá impactos en la forma de vida en las comunidades, la tierra se verá ahora como una mercancía y se reconocerá la propiedad privada, eso disparará una serie de factores que hemos visto en lugares como Morelos o Cancún”, añade.

“Con la llegada del turismo, se verá un incremento en el uso de sustancias ilícitas tanto por turistas como por nativos, eso lo vimos en la Riviera Maya y en Cancún, también aumentará la prostitución y la trata de personas”, finaliza Gasparello.

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