“No me despidieron, pero no me pagarán”, así el empleo por covid-19

Covid-19 afecta a cocinas económicas y mercados. (Especial)

Érika Flores / La Silla Rota

El coronavirus impacta los mercados y cocinas económicas del país… y esto, es apenas el principio, aseguran los trabajadores

Ayer, Leticia Vázquez no supo qué decir a ese hombre que le pidió con franqueza. “Anoche me corrieron, trabajaba en un bar del Centro. Me dieron las gracias por lo del coronavirus y dijeron que no había garantía de regresar. Tengo que pagar renta, mantener a mi hijita y mi esposa. Por favor, deme trabajo de lo que me ponga: le lavo los trastes, lavo sus cortinas, le hago la limpieza. Pero no me deje sin trabajo”, le dijo.

Leticia no está tampoco en las mejores condiciones de ofrecerle empleo. En su cocina económica “El rincón de Leslie”, ubicada dentro del mercado publico Leandro Valle al oriente de la CDMX, el número
de comensales bajó hasta un cuarenta por ciento desde hace unas semanas conforme inició la fase uno del covid 19. “Sentí incomodidad por no poder darle un trabajo”, lamenta, “le dije, en cuanto esto se componga date una vuelta, si todavía no tienes trabajo y yo sigo abierta, adelante”.

El hombre es apenas una de las muchas historias de desempleo que comenzaron la semana pasada conforme creció el número de contagios por el virus que mantiene en vilo a Asia y Europa y que recién llegó a América. En México los casos ya se cuentan en las redes sociales, donde Twitter -igual que el sismo del 17S- cumple con una función social, en este caso para hacer denuncias reales y solicitudes de social, en este caso para hacer denuncias reales y solicitudes de empleo en el inicio de esta pandemia.


Foto tomada de: lasillarota.com

“A mi papá no lo despidieron, pero le dijeron que no hay paga porque no abrirá el gym en que trabaja”, escribió @Mizh_ .3d. “¿Y si me tienen trabajando sin seguro y se viene la contingencia ¿Qué procederá en
caso de que yo o uno de mis compañeros nos contagiemos del covid? ¿Quién nos ampara?” preguntó @IsraelS23276796. “A mí no me despidieron, simplemente no me pagaran el mes, si alguien necesita un profesor de inglés, francés o portugués estoy a sus órdenes, también soy traductor, mi madre está enferma y necesito apoyarla”, pidió @Heziquio1.

Alsea no es el único caso conocido. El miércoles -en plena vigilia- una empresa comercializadora de carne ubicada en el Estado de México, llamó vía telefónica a casi 40 por ciento de sus empleados; y haciendo valer sus contrataciones hechas vía outsourcing, les informó que ante la pandemia se irían a casa sin goce de sueldo, quedando solo a trabajar con el personal de confianza, bajo la promesa de llamarles hasta nuevo aviso. La empresa que provee de carne a varias grandes cadenas restauranteras y hoteleras, comenzó esta semana con un reparto promedio de 28 pedidos por día, de los casi 300 que usualmente tenía. Para ella, de lo perdido, lo recuperado. Pero estos empleados, iniciaron el mismo día, sin ningún tipo de ingreso.

Y esto, es apenas el principio.


Foto tomada de: lasillarota.com

“Susana Distancia”, desconocida en Central de Abastos

Nadie la conoce. O al menos, esa es la anécdota que narraron a LSR, empleados de cocinas económicas que acudieron hoy al mercado de alimentos y perecederos más grande del país. En sus pasillos, describieron, no existe la sana distancia entre diableros y clientes, en los puestos de comida la gente sigue comiendo al aire libre, uno junto al otro; en el bullicio la gente grita precios casi al oído de los clientes; y son contados los negocios como bancos o grandes almacenes de semillas donde se entrega gel antibacterial a la clientela además de restringir su acceso masivo al negocio.

Pero eso es lo de menos si contamos que las cocinas económicas comenzaron hoy con noticias no gratas: hay desabasto de lechuga romana, el limón de trece pesos el kilo subió a 30, el huevo se disparó a 40 cuando el kilo estaba en 32; el brocoli está agotado que porque en el campo no están cortando la misma cantidad; y que el poco que hay, que costaba no más de cinco pesos el kilo, subió a 14. Y mañana sube el kilo de tortilla.

Así lo contó Denisse encargada de la cocina Susy, en el mercado “Esfuerzo Conjunto” también ubicado en la zona oriente. “Y aparte bajaron las ventas porque los niños ya no van a las escuelas, que es
cuando las señoras vienen a comprar comida. De cinco kilos de arroz que hacíamos, ahora hacemos tres; de tres de frijol, ahora hacemos kilo y medio; y de cinco kilos de bistec, ahora solo compramos dos y medio. La gente ya casi no come aquí, viene con sus trastes y ordena para llevar, o pide a domicilio”.


Foto tomada de: lasillarota.com

Al lado de este negocio se encuentra Claudia, encargada de un enorme expendio de tamales y atole. Es más del mediodía y no termina aún de vender su mercancía. “No sabemos si es por el virus, pero las ventas bajaron desde inicios de año. Todos los días se vende, pero eso no bajaron desde inicios de año. Todos los días se vende, pero eso no quiere decir que el negocio ni esta bien ni mal. Se trae la misma cantidad, pero no siempre se acaba; ahorita por ejemplo nos falta un 15 por ciento. Nuestra idea es trabajar hasta que nos dejen y hasta ahora, no nos han dicho nada”.


Foto tomada de: lasillarota.com

Elvira Tostado atiende un pequeño negocio de productos oaxaqueños. Y mientras realiza su trabajo, platica con LSR que el fin de semana tuvo un poco más de venta que la normal, porque la clientela empezó con las compras de pánico: más Jamaica para el agua; más mole para la cuaresma. Y con su cubrebocas al cuello, cuenta como va su día. “Sí me lo pongo cuando voy a despachar y me pongo el gel en las manos; la situación es que siente uno que se asfixia, es molesto traerlo todo el tiempo”, lamenta; pero también pone el foco en una de las consecuencias primordiales del covid 19. “Aparte, eso de estarlo
ensuciando pues, porque ya no hemos encontrado; ya no sabemos ni dónde buscarlo. Ya no hay cubrebocas y solo nos trajeron unos cuantos. El gel igual, lo tuvimos que comprar un poco más caro, hay para el cliente y para nosotros. Se compró dos litros extra”.

En el mercado Leandro Valle “El rincón de Leslie” atraviesa similar situación. LSR comprobó que, en esta cocina cada cliente es recibido con gel antibacterial, cada mesa es limpiada con cloro previo al ordenar; todo el personal de cocina usa cubrebocas; las ollas de alimentos están tapadas; y junto al menú hay mensajes varios exhortando el lavado de manos. Por ejemplo, enlista Leticia Vázquez: antes del Coronavirus compraban una botella de gel por día, hoy utilizan cuatro; y el cloro aumentó de usar cuatro litros por semana, a ocho.

Pero todos los entrevistados coinciden en un dato: ante el desabasto de gel antibacterial en centros comerciales, el único lugar donde lo han encontrado -elaborado de forma casera- es en la Central de Abastos y negocios de limpieza cercanos, confiando en la palabra del vendedor quien asegura que el producto cuenta con elaboración de alcohol – insumo también agotado desde hace dos o tres semanas-, al 70 por ciento como indican las autoridades sanitarias. Sin duda, un albur.

Al día, al día, al día

Todos los entrevistados narraron que sus gastos, como el de millones de mexicanos, van al día; por lo que no cuentan en este momento con ahorros para enfrentar la fase dos del coronavirus en caso de que las autoridades determinen el inminente cierre de todos los negocios con el fin de aplanar la curva de contagio. Por ser pequeños comercios, ninguno afirmó contar con servicios de salud o prestaciones sociales. Si acaso, alguno dijo, tener un pequeño ahorro para hacer una visita al doctor. “No tengo ningún plan. Ni idea de qué hacer en caso de que se tenga que cerrar”, advierte Yadhira, encargada de la pollería “Las Güeras”.

El propietario de una carnicería que no acepta una entrevista para hablar de su situación, prefiere despachar a su clientela, ahora que todavía la hay. Pero resume su sentir en una dura frase: “seguiremos trabajando mientras todavía haya carne… mientras haya”.

“Si viniera un momento de cerrar los negocios ¿Qué hacer?”, se pregunta Salvador Ponce, propietario de “Chavita Pescadería”. “Pues cerrar y no salir ¿Pues qué más podemos hacer? ¡Nada! Comer lo que tenemos, comer lo que haiga en las casas y llevar latas, no sé. Mi esposa ya previno eso”. “Hay un poco de ahorro para mantenerse, pero de todos modos ¿El ahorro para qué sirve si no podemos ir a comprar?”.

No todo es negativo para todos. Afuera de uno de estos mercados una compañía de televisión por cable -que no es líder en el sector- se promueve con volantes y le va bien. Su promotora relata que en las últimas dos semanas las ventas han subido. “Sí, porque nos dicen si voy a trabajar desde casa más de un mes, necesito tener internet; o aumentar la potencia del internet que ya tengo; y además, entretener a los niños con varios canales”.

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