La travesía de la Quinta Caravana de Búsqueda por Michoacán

Heriberto Paredes y Rodrigo Caballero, 18 de mayo de 2019
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El lenguaje de la búsqueda de cuerpos es violento, sobre todo cuando se hace referencia a los hallazgos de restos humanos, que pueden ser fragmentos de huesos o cuerpos completos en distintos estados. En dos semanas, la caravana cruzó siete municipos de Michoacán, incluidos territorios donde casi todos los habitantes tienen algún desaparecido

Texto y fotos: Rodrigo Caballero y Heriberto Paredes

MORELIA, MICHOACÁN.- Entre el 28 de abril y el 11 de mayo pasados, la Quinta Caravana Internacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas recorrió siete municipios de este estado buscando cuerpos en fosas clandesitinas. El periplo comenzó en Morelia y continúo por Los Reyes, Sahuayo, Zitácuaro, Huetamo y Lázaro Cárdenas-Aquila.

El colectivo Familiares Caminando por Justicia compartió los resultados finales: 17 casos de “posibles positivos”, de los cuales 11 fueron documentados en el municipio de Zitácuaro, tres en Sahuayo, dos en Huetamo y uno en Los Reyes. Se registraron, además, 40 casos nuevos de desaparición, al los cuales les darán seguimiento los colectivos que participaron en la caravana, principalmente, el colectivo anfitrión.

Éste es un breve resumen de lo ocurrido durante esta búsqueda.

Morelia y Los Reyes, arranca el recorrido

Esta caravana arrancó con un taller sobre los detalles básicos, en antropología forense, que una búsqueda en terreno debe tener. Especialistas solidarias lo compartieron para familiares sin conocimiento al respecto. Otras familias que ya han estado en diversas búsquedas dieron su palabra y, a pesar de la densidad de información, se logró un diálogo constructivo.

No es fácil acercarse al lenguaje de la búsqueda, resulta en ocasiones violento, sobre todo cuando se hace referencia a los hallazgos de restos humanos, que pueden ser fragmentos de huesos o cuerpos completos en distintos estados. Además, la complejidad de términos científicos para referirse a las herramientas y a los tipos de suelo, a las escenas de la búsqueda, a los tipos de peritos que deben estar actuando en diversos momentos.

Para muchas familias que recién comienzan a buscar o que no han realizado búsquedas en fosas, este mundo es doloroso y complejo. Pero no es un impedimento para que se vuelvan expertas rápidamente y ahí el acompañamiento del resto de los familiares es crucial.

El taller dado en la primera noche da la caravana resulta fundamental, pues muchos detalles se retomarán en los últimos días de la caravana, cuando haya tres largas jornadas de búsqueda en campo y donde se realizará el hallazgo de 43 posibles restos óseos humanos.

La primera parada fue en Los Reyes. En este municipio frontera entre la zona p’urhépecha y Tierra Caliente, la presencia de comisiones de familias en centros educativos que van desde secundarias hasta bachillerato, será amplia.

Foto: Heriberto Paredes.
Foto: Heriberto Paredes.

“Les pedimos que le hagan caso a sus padres, que les hagan caso cuando les den recomendaciones, porque las cosas sí pasan y nosotros ahora estamos buscando a nuestros hijos”, dijo Victoria, quien busca a su hijo Luis Alberto Hernández Romero, los dos originarios de Piedras Negras, Coahuila. Los jóvenes escuchan con asombro.

Sirenio, proveniente de Iguala, Guerrero, busca a su hijo Adelfo Ocampo Marino y al pasar al frente a dar su testimonio se derrumba de tristeza. No puede articular palabra alguna y recibe un cálido abrazo de otra madre, Elba, que busca a otro muchacho, Brayan, desaparecido hace tres años. En el constante compartir de testimonios, las familias van administrando su dolor y comienzan a clarificar su exposición en un proceso de aprendizaje que durará el resto de la caravana.

En las calles de Los Reyes, mientras tanto, un sinfín de personas vigila el paso de la caravana, en esta localidad no habrá visita en penales ni revisión de expedientes del Servicio Médico Forense (Semefo), por lo que los resultados recopilados surgen por voz directa de algunas familias que se acercan, temerosas, al equipo de documentación.

Sahuayo, casi todos tienen un desaparecido

Segunda parada de la caravana y esta vez, es el secretario de Gobierno municipal, quien al recibir al convoy afirma que “existen al menos 150 casos de desaparición”. Se hace una foto oficial con toda la caravana y comienzan las actividades previstas: una misa en la iglesia principal y posteriormente una visita a una kermés (evento en el cual se le dio un espacio a la caravana para exponer testimonios).

Colindante con Jalisco, este municipio es uno donde los homicidios dolosos crecieron 200 %, al pasar de 4 casos a inicios de 2018 a 16 para septiembre). Varios casos de exotorsión a manos de la policía y casos de feminicidios. Son tierras del Cártel Jalisco Nueva Generación y muchas personas que se acercan a preguntar las razones de la presencia de la caravana también afirman tener al menos una persona cercana desaparecida: familiares, amigos o conocidos.

Pero casi nadie se acerca para que ese caso se registre y se le dé seguimiento, la razón se centra sobre todo en el miedo. Un dato da cuenta de esta situación: el criminólogo del Centro de Reinserción Social “Lázaro Cárdenas”, de Sahuayo, Miguel Ángel Baltalzar Pérez, tiene dos personas desaparecidas, un tío y un amigo. Comenta esto en la visita programada.

Zitácuaro, el primer hallazgo

Todos los involucrados recibieron llamadas de las autoridades el sábado 4 de mayo de 2019, cuando se descubrió que una persona desaparecida estaba entre los cuerpos no identificados que la Fiscalía Regional de Zitácuaro había enterrado en una fosa común del camposanto de la tenencia de Chichimequillas.

La familia del hombre de 31 años fue convocada por la Fiscalía General del Estado (FGE) para ver los archivos del Servicio Médico Forense (Semefo), que se iban a proyectar en el auditorio del Palacio Municipal de Zitácuaro; ahí se dieron cuenta de que uno de los cuerpos tenía tatuajes similares a los de su desaparecido.

El hombre desapareció el 15 de abril de 2019 y su familia llevaba buscándolo desde entonces con la esperanza de localizarlo con vida pero según el reporte del Ministerio Público murió asesinado en el municipio de Zitácuaro y lo habían inhumado apenas dos días antes, el jueves 2 de mayo.

A través de un funcionario de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) los familiares se dieron cuenta de que entre los cuerpos no identificados estaba su desaparecido y a partir de ese momento todas las instituciones gubernamentales se coordinaron para sacarlo de la fosa común y regresarlo con su familia.

La Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas (CEEAV) contactó a los funcionarios municipales necesarios para que en menos de cinco horas desde que se hizo el hallazgo el cuerpo fuera exhumado del panteón y fuera entregado a sus familiares, quienes quedaron impactados por la rapidez del trámite luego de varias semanas de lenta búsqueda.

La FGE llamó a un grupo de peritos y agentes del Ministerio, quienes llegaron al panteón con los documentos necesarios para desenterrar al desaparecido cerca de las 20:00 horas del sábado 4 de mayo, extrañando a vecinos y a los trabajadores de la funeraria que contrataron para poner el cuerpo en un ataúd y trasladarlo a otro panteón.

“¿Pero sí es legal?”, se preguntaban una y otra vez los enterradores que no estaban acostumbrados a la rápida forma de actuar de autoridades municipales y agentes de la FGE, quienes sin hacer preguntas llegaron directamente a la fosa común para desenterrar cuatro cuerpos y volver a enterrar tres.

La fosa común era un área sin identificar entre dos tumbas particulares en la sección más alejada del panteón de la tenencia, una zona que según el cuidador del cementerio los agentes ministeriales usan frecuentemente para inhumar los cuerpos de las personas no identificadas.

Por miedo a lo sobrenatural y una “mala espina” por la hora de la exhumación, el velador se fue del panteón dejando el candado abierto para que los agentes del Ministerio Público lo cerraran cuando acabaran de sacar el cuerpo del cementerio, incluso la funeraria se negó a realizar el entierro del cuerpo en otro panteón por lo inusual del caso y la familia por sus propios medios tuvo que cavar la tumba al filo de las 23:30 horas de aquel sábado.

Este fue el primer hallazgo que hizo la Quinta Caravana de Búsqueda luego de exigir que se abrieran los archivos del Semefo y en el que la coordinación de autoridades estatales y municipales permitió que en tiempo récord se entregara el cuerpo del hombre que había estado desaparecido durante 20 días.

Huetamo, el cambio de timón

El 31 de agosto de 2012 desaparecieron las armas de los custodios del Centro de Readaptación Social de Huetamo, sin saber cuántas eran ni de qué calibres. Provocaron un escándalo dentro del Sistema Penitenciario del Estado de Michoacán.

Esta fue la gota que derramó el vaso, a finales del 2012 el Cereso de Huetamo -más famoso por sus fugas que por sus internos- fue clausurado; luego se supo que sus empleados permanecieron varios meses ahí sin recibir orden alguna, el director, el jefe de custodios y la secretaria siguieron yendo a trabajar sin tener realmente a qué ir, pero al final el penal cerró sus puertas definitivamente.

Foto: Rodrigo Caballero.

Siete años después la Quinta Caravana de Búsqueda de Personas Desaparecidas tenía contemplado visitar esta penitenciaría, un error de planeación que pudo haberse evitado desde un inicio pero que los organizadores fallaron en reconocer a tiempo.

Foto: Rodrigo Caballero.

Durante el desarrollo de la Quinta Caravana en los municipios de Los Reyes, Sahuayo, Huetamo y Lázaro Cárdenas se tuvieron que hacer reuniones para reajustar las actividades planteadas desde un inicio pero que no estaban planeadas correctamente, por ejemplo, buscaban visitar centros del Semefo donde no había.

Como resultado de los constantes reajustes, los familiares de los 24 colectivos que participaron en la caravana notaron que tenían más tiempo libre del que estaban acostumbrados en caravanas anteriores, algo que les dejó un mal sabor de boca que expresaron.

Para ellos no estar en actividades como marchas, búsqueda en cárceles o búsqueda en centros de rehabilitación representa un tiempo perdido en el que no pudieron localizar pistas que pueden ser la clave para encontrar a sus desaparecidos, lo que provocó enojo entre varios colectivos a lo largo de la caravana.

Durante dos días en Huetamo se realizó únicamente una marcha, una visita a un asilo para personas con esquizofrenia y una misa en la parroquia del pueblo, el resto del tiempo fue permanecer en dormitorios o comedores del Cuartel Regional de la Policía Michoacán; lo que generó momentos claustrofóbicos y de aburrimiento entre las familias.

La ruta para salir de Huetamo fue un punto de quiebre entre las autoridades –que hasta este punto habían estado tomando muchas de las decisiones de la caravana- y los colectivos organizadores que se rehusaron a cruzar la “vía sugerida” como la más corta que cruzaba por el municipio de Churumuco, actualmente sitiado por grupos armados.

La caravana se mantuvo firme en hacer un trayecto más largo de casi 300 kilómetros para evitar este punto en el que dos grupos armados se disputan el territorio (apoyada por elementos de la Policía Federal quienes recibieron órdenes estrictas de no tomar ese camino) trazando una raya entre las decisiones de la caravana y las sugerencias de las autoridades locales cegadas por el discurso oficial de que en Michoacán “no pasa nada”.

La sensación de que las familias no estaban haciendo todo lo posible por buscar a sus desaparecidos, sin embargo, permaneció en el aire durante el resto de la caravana. Provocó tensiones entre los colectivos participantes, que incrementaron aún más por la intervención de autoridades locales que apoyaron el conflicto en lugar de detenerlo.


Lázaro Cárdenas, la última esperanza

Foto: Heriberto Paredes.

Su papá desapareció el 18 de abril de 2017 al ser detenido por un grupo armado en la antigua carretera que conecta Arteaga con la tenencia de La Mira y desde entonces solamente ha recibido rumores respecto a su paradero, éste fue el último caso que documentó la Quinta Caravana de Búsqueda en el estado de Michoacán.

El joven dice que le llamaron pidiéndole un rescate por la vida de su padre y que la familia juntó una parte del dinero pero no fue suficiente. Después de eso ya no tuvieron noticias hasta que un presunto delincuente le informó que fue asesinado y enterrado en un paraje de La Soledad, una localidad del municipio costero de Lázaro Cárdenas.

Cuando el muchacho se enteró de que los caravaneros irían a la región Sierra-Costa para destapar fosas clandestinas, supo que era una oportunidad única para buscar a su padre en aquel lugar en donde normalmente no había condiciones de seguridad ni para acercarse.

Los últimos dos días de búsqueda la caravana revisó el lugar de arriba para abajo para intentar localizar algún indicio de que su padre estaba ahí, entre un huerto de mangos y una barranquilla en una loma que da a la carretera costera de Michoacán, mejor conocida como “la 200”.

El lugar permite tener una vista privilegiada de la carretera por lo que las autoridades sospechan que este punto lo usan los “halcones” para vigilar el paso de convoyes del Ejército, la Marina, la Policía de Michoacán o la Policía Federal.

Así es como los grupos armados que dominan la tenencia de Caleta de Campos, en donde la Quinta Caravana se estableció para realizar su búsqueda de fosas, saben en qué momento moverse y qué autoridades hay en la zona, lo que les permite operar libremente sin ser atrapados.

Durante los cinco días que la Caravana de Búsqueda se instaló en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe de esta tenencia de la costa presenciaron al menos dos convoyes de camionetas con sujetos armados a bordo, quienes se paseaban libremente por la carretera sin temor a ser vistos por autoridades estatales o federales.

Para las personas que viven en esta región es común ver cómo pasan los comandos por las calles con las armas y poco después detrás de ellos pasa la Policía Michoacán, el Ejército Mexicano o la Marina Armada de México como si unos no fueran conscientes de que los otros existen y viceversa.

Todo esto gracias a su sistema de “halconeo” distribuido a lo largo de la 200, la única carretera para llegar a Caleta de Campos desde el puerto de Lázaro Cárdenas ubicado a 67 kilómetros de distancia en los que hay varios puestos como el que revisó la Quinta Caravana en búsqueda de cualquier pista para localizar al padre del muchacho.

Pero no encuentran nada, el terreno es demasiado duro para una fosa clandestina y los campamentos que se localizan no dan mayores indicios de algún asesinato, aunque sí de mucha actividad por las botellas de agua, refresco y bebidas alcohólicas que aparecen tiradas en la tierra, así como bolsas de comida y frituras, ropa y calzado.

El 11 de mayo de 2019, el mismo día de la última búsqueda terminó la Quinta Caravana, el muchacho se despidió de los caravaneros con la promesa de que iban a volver para ayudar a buscar a su padre, en lo que para él es la última esperanza que tiene para encontrarlo después de dos años de que se lo llevaron

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