“Estamos en tiempos de barbarie en México”: la desaparición como una forma de violencia estructural

Eliana Gilet. / Sputnik Mundo

Desde junio está desaparecido el hermano de una persona que dedicó su vida a buscar a los migrantes desaparecidos en tránsito por México, Ruben Figueroa. El también defensor de derechos humanos relató a Sputnik el caso de hermano y reflexionó sobre qué significa la más grave crisis de derechos humanos del mundo contemporáneo.

Ruben Figueroa es un hombre joven que tiene casi una década de experiencia en la búsqueda de personas desaparecidas en México, y además, tiene el mérito de haber hallado a decenas de personas vivas.

Como uno de los integrantes del Movimiento Migrante Mesoamericano, Figueroa es una referencia para comprender los detalles del mayor corredor migratorio del mundo, sino que gracias a trabajo y el de la mencionada organización, ha fungido como el mediador en quien las familias centroamericanas que han perdido rastro de uno de los suyos camino al norte, depositan su confianza para seguir las pistas que han cosechado.

Ahora, desde el segundo domingo de junio de 2020, su hermano Freddy Figueroa, fue desaparecido en Quintana Roo junto con otras dos personas, los hermanos Eliú y René, con quienes solía trabajar.

Ruben contó a Sputnik que su hermano Freddy es también un migrante interno, que dejó atrás su natal Tabasco para instalarse hace tres años y medio en la turística Playa del Carmen, dónde se gana la vida alternando las tareas de obrero y de pescador, con las que envía dinero a su esposa y sus dos hijos.
La mayor crisis del mundo

“México está viviendo una emergencia en torno a los desaparecidos, aquí todos los días desaparecen niños, niñas, adolescentes, mujeres, jóvenes adultos, obreros, comunidad LGBT, todos los días. Algunos de forma violenta, otros sin dejar rastro, con fines como la explotación sexual, el secuestro, las desapariciones forzadas, es una crisis lo que vive este país”, sostuvo Ruben Figueroa en diálogo con Sputnik.

El defensor de derechos humanos lleva 15 años en esta tarea y ocho específicamente como buscador de migrantes en tránsito desaparecidos, una labor cotidiana que cada año toma estado público al realizarse la Caravana de madres de migrantes desaparecidos, que Figueroa acompaña y organiza como parte del Movimiento Migrante Mesoamericano.

“He escuchado horrores en torno a una desaparición, he localizado personas y de una u otra forma he estado ahí, he sabido ese patrón de desapariciones y he logrado aprender en base a esa experiencia que hoy estoy utilizando en la búsqueda de mi propio hermano”, relató a Sputnik.

El caso de Freddy fue puesto en conocimiento de la Comisión Nacional de Búsqueda —creada a partir de la Ley General de Desaparición Forzada, a fines del año 2017— y la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Aunque Figueroa forma parte del Mecanismo de protección de defensores y periodistas, esta instancia no se ha puesto aún en contacto con él a pesar de los pedidos que le ha realizado la CNDH. Este lunes 21 de diciembre, presentó su denuncia por la desaparición ante la Fiscalía General de la República, en la Ciudad de México.

“Lo que he visto en estos últimos años es que todos los días desaparecen personas en México y es alarmante, da miedo. Antes podías escuchar de desaparecidos en zonas violentas, pero cada día se va acercando más a tu entorno”, señaló el experto en la temática.

Figueroa refirió cómo originalmente se asociaba a los desaparecidos con zonas vinculadas al narcotráfico o al crimen organizado, lo que coloquialmente en México se refiere como las rutas de transporte o las plazas de venta, sin embargo, esto ha dejado de ser potestad de zonas alejadas del país, como prueban los crecientes casos ocurridos en la capital mexicana.

A pesar de la magnitud del problema, fue hasta que se sancionó la Ley General de Desaparición Forzada y por particulares hace tres años, la desaparición —forzada cuando es cometida por servidores públicos, y por particulares cuando esta participación oficial no logra probarse— no estaba considerada como un delito que se persiguiese penalmente. Los casos se judicializaban como “secuestros” cuando había algún pedido de dinero por la libertad de la persona desaparecida, pero si no lo había, la autoridad asumía que la persona estaba “no localizada” y en la mayoría de los casos, se argumentaba a las familias que se ausentaban “por voluntad propia”.

Lo que apuntó Figueroa y que es cada vez más evidente en todo el territorio mexicano, es que la desaparición de una persona es necesariamente impuesta por la fuerza, y que esto implica la masificación de un crimen de lesa humanidad que hasta el momento, registra más de 77.000 personas desaparecidas en los últimos 15 años.

“Cada día escuchas que desapareció la prima de alguien, o la hermana de una persona que conoces, sus hijos. En las redes sociales, es cotidiano que alguien postee un aviso de búsqueda y pida ayuda a compartir porque es una persona cercana y eso es alarmante”, apuntó.

Al preguntársele cómo entiende el motivo de esa masificación de la violencia, Figueroa señaló que ésta se ha vuelto parte de la estructura del país.

“Vivir en carne propia la desaparición me lleva a entender que estamos en tiempos de barbarie en este país, que la violencia está bien organizada y permea en todos lados. Entendí que uno de los resultados de esa violencia es la desaparición, y que como tal, es una de sus formas más crueles y despiadadas”, señaló.

La incertidumbre ante la falta de un ser querido puede prolongarse por años, como lo muestran los casos sucedidos desde comienzos del milenio en México, coincidentemente con el despliegue militar en la seguridad pública. Las cifras de casos han llegado hasta niveles inusitados en el continente americano, que ya había vivido esta práctica sistemática como una forma de represiva desde la década de 1960 y particularmente, con el advenimiento de la ola dictatorial en el Cono Sur, en la década de 1970.
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