Se fortalece frente de resistencia indígena contra construcción de Tren Transístmico (Oaxaca)

Avispa Midia / Eugenia López.


Vecinos de Juchitan, Oaxaca, contra el Corredor Interoceánico, 2019. Foto por Santiago Navarro F.

En una reunión organizada el pasado 30 de junio, las autoridades municipales y agrarias de 14 comunidades pertenecientes a los municipios de Santa María Petapa, Matías Romero, San Juan Guichicovi y Barrio de la Soledad en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, así como representantes de grupos de mujeres, comités de salud y, directivos del movimiento ferrocarrilero Demetrio Vallejo Vive crearon un frente contra el corredor transístmico y en defensa de los derechos de los pueblos, de las mujeres y de los trabajadores de la región.

En un comunicado publicado por la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo de Oaxaca (UCIZONI), explicaron que dicho frente nace como una necesidad ante la violación a los derechos de la población del Istmo de Tehuantepec por las obras del megaproyecto, en particular, las relacionadas con la construcción del tren destinado a conectar los puertos de Coatzacoalcos, Veracruz, y Salina Cruz en Oaxaca.

El Tren Transítsmico

De acuerdo con el documento publicado por el Centro de Estudios Sociales y Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados intitulado “El proyecto del tren transístmico”, contempla la renovación de una antigua ruta ferroviaria y su prolongación, con la puesta en marcha de un tren eléctrico de doble vía de 300 kilómetros, equipado con tecnología de punta de última generación, capaz de transportar 300 mil toneladas al día, además de pasajeros.

Este medio de transporte tendría las características de un Tren de Alta Velocidad (TAV), apto para circular a una velocidad de más de 250 km por hora, acercándose a veces a los 350 km por hora, lo que lo sitúa “en el entorno de las velocidades de rotación de los grandes aviones comerciales”.

Cabe señalar que para poder funcionar, el trazado de las vías del tren “debe ser tan recto como sea posible, evitando al máximo las curvas y pendientes. Radios de menos de 5 kilómetros son considerados muy ajustados en términos de alta velocidad”, según el documento del proyecto.

La meta del proyecto “Tren Transístmico” es posicionarse a nivel internacional para acelerar los flujos intercontinentales de comercio mundial, compitiendo con el Canal de Panamá. Así, como lo señala el documento del CESOP, el Tren Transístimico deberá “unir los puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz en tan sólo 3 horas, a efecto de que las empresas navieras tengan ahorros de tiempo y dinero, mientras que en el canal de Panamá tardan en cruzar más de 8 horas, con un tiempo de espera de hasta 15 días”.

La ruta total del tren atraviesa 79 municipios de Veracruz y Oaxaca, incluyendo numerosas comunidades indígenas, así como una variedad de ecosistemas.

Inicio ilegal de las obras

Para poder iniciar las obras, la empresa ferroviaria a cargo, Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec (FIT), presentó el 17 de enero pasado la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) en cuanto a la rehabilitación y modernización de un tramo de casi 133 kilómetros de las vías del Tren Transístmico ante la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

Después de varios meses de incertidumbre, la Semarnat autorizó la MIA el 21 de mayo pasado, incluyendo, sin embargo, una serie de requisitos específicos. Indicó, en particular, que con el fin de reducir los efectos negativos al medioambiente y los ecosistemas, la empresa deberá establecer medidas de mitigación y compensación así como de remediación, si la situación lo requiere.

Específicamente, señaló que la empresa tendrá que poner en práctica programas de rescate y reubicación de flora y fauna silvestre, así como hacer una bitácora de especies vulnerables y considerar las acciones para su conservación. También precisó que se deberán de implementar pasos de fauna subterráneos y aéreos, y un programa de vigilancia de especies del hábitat.

Por otro lado, precisó que la constructora deberá contar con un plan de protección y conservación de suelos para reducir los efectos de erosión, así como un programa de cuidado de las fuentes de agua.

Para asegurar que el FIT cumpliera con los requisitos, la Semarnat también recomendó la creación de comités de vigilancia que incluyan a representantes de las comunidades involucradas y organizaciones sociales de la región. Sin embargo, las autoridades ejidales y municipales de los municipios de San Juan Guichicovi y Matías Romero denunciaron que empleados de compañías contratadas por la empresa Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec (FIT) han iniciado trabajos sin cumplir con los requisitos ambientales requeridos previamente.

A demás, se denunció que más de 2000 familias de Salina Cruz, Tagolaba, La Noria, El Jordán Tehuantepec, Comitancillo, Ixtepec, Mogoñe Estación, Rincón viejo, La libertad, Tolosita, Palomares y ejido nuevo Progreso están siendo amenazadas con ser desalojadas por vivir en la ruta planeada para las vías del tren. El comunicado puntualizó que empleados del FIT están ofreciendo el pago de una renta a cambio de que las familias acepten ser reubicadas.

Asimismo, se denunció que es ilegal el resolutivo de la Semarnat en el sentido de dejar en manos de una empresa como es el FIT la auditoría ambiental y la consulta indígena. En cuanto a la consulta indígena, cabe mencionar que por la actual pandemia de COVID-19, el proceso nunca se concretó.


Movilización contra el Corredor Interoceánico en Juchitan, Oaxaca, 2029. Foto por Santiago Navarro F.

El tren transístmico, punta de lanza del Corredor Interoceánico

El tren transístmico no viene sólo sino que es la punta de lanza del megaproyecto de Corredor Interoceánico promovido por el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el cual pretende transformar el Istmo de Tehuantepec en un canal interoceánico y corredor industrial y energético, convirtiéndolo en un verdadero centro logístico y de manufactura en el continente americano.

Corredor Interoceánico es el nuevo nombre que se la ha dado a lo que se proyectó, bajo el sexenio de Enrique Peña Nieto, como Zonas Económicas Especiales (ZEE), con las que se pretendía modernizar el sureste mexicano de una manera muy parecida.

Con la llegada al poder de AMLO, las ZEE fueron formalmente canceladas en noviembre del 2019 con la publicación de un decreto. Posteriormente, el 30 de diciembre de 2019, otro decreto fue publicado precisando que “los recursos humanos, materiales y financieros de la Autoridad Federal para el Desarrollo de las ZEE, serán reasignados o, en su caso, donados, al organismo público descentralizado denominado Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, de conformidad con lo que determine la Secretaría de Hacienda y Crédito Público”.

Así, el tren es en realidad la primera de una serie de 7 etapas, recopiladas de la siguiente manera en el documento del CESOP, “El proyecto del tren transístmico”:

Modernización de las carreteras y construcción de otras vinculantes y de la doble vía de ferrocarril para carga y pasajeros
Instalación de red de fibra óptica
Modernización de los puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz
Rehabilitación de las refinerías de Salina Cruz y Minatitlán
Instalación de parques industriales en el corredor del istmo
Atracción de empresas industriales y de servicios
Creación de una zona franca

Para el Corredor Interoceánico, la inversión estimada es de 104 mil 220 millones de pesos con capital nacional privado, público y del sector social. La superficie planeada es de 36 mil 112 kilómetros cuadrados (22,150 en el estado de Oaxaca y 13,962 en el estado de Veracruz), donde habita una población total de 1 millón 930 habitantes, según las cifras de la Encuesta Intercensal 2015 del INEGI, de los cuales 663 mil corresponden a Oaxaca y 1 millón 267 mil que residentes de Veracruz (1.6% de la población nacional).

“Ahora la primera etapa es la remodelación de las vías, y suponemos que va a seguir con la ampliación para poder tener mayor capacidad de transporte. Paralelamente y desde hace años se está construyendo la ampliación de las autopistas. Luego viene la ampliación del puerto de Salina Cruz y el rompeolas, en Oaxaca. Y después van a empezar a montar la infraestructura necesaria para las zonas industriales”, resume Mario Quintero integrante de la Asamblea de los Pueblos Indígenas del Istmo en Defensa de la Tierra y el Territorio (APIDT) y parte de la coordinación de la campaña global “El Istmo es nuestro”, en una entrevista para Avispa Midia.

Como lo señala una extensa investigación de GeoComunes intitulada Análisis General del Proyecto de Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, para al desarrollo de las zonas industriales, ya se dibujó una zona ahora llamada “Zona Libre del Istmo de Tehuantepec”. Aunque los pocos documentos oficiales disponibles no mencionen con claridad en qué consistirá, “lo que hasta ahora sabemos es que es un área constituida por una franja de 20 kilómetros a cada lado de los 300 kilómetros de largo del ferrocarril, área que involucra 48 municipios de los 79 que contempla el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec”. Según un documento de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), se tratará de una zona con exenciones de impuestos – entre otros atractivos fiscales – para las empresas que ahí se instalen.

Además de esta Zona Libre, el eje manufacturero del megaproyecto considera el desarrollo de seis “Polígonos de Desarrollo e Innovación (PDI)”, así como un número incierto de parques industriales.

Paralelamente, el proyecto pretende intensificar la producción de energía y articular los centros de producción energética con diferentes mercados a escala regional e internacional contemplando la “creación de un enclave energético-industrial que mejore la integración manufacturera y el potencial exportador”.

“El Istmo de Tehuantepec, contrario a lo que han decidido dignamente sus pueblos, es hoy la región con mayor generación de energía eólica de México: concentra la mitad de todos los parques operando a nivel nacional y el 46% de la capacidad instalada. A esto hay que sumar que la región colinda al noreste con la zona de mayor extracción y reservas probadas de hidrocarburos en el país, sin dejar de lado que también es el paso terrestre obligado de cualquier conexión para el transporte de energía entre el centro y norte del territorio nacional con la península de Yucatán y el Istmo centroamericano. Por todas estas características, el Istmo de Tehuantepec es para el capital un espacio de articulación entre diversas redes de producción, transporte y consumo de energía, y no solamente un potencial corredor interoceánico”, documentó al respeto la investigación de GeoComunes.

También, cabe mencionar que en la región ampliada del Istmo de Tehuantepec ya se encuentran en construcción algunos proyectos como por ejemplo la Refinería de Dos Bocas, en el estado de Tabasco. Como lo señala el colectivo de geógrafos, “si bien no aparece como parte del proyecto Corredor Interoceánico, claramente está relacionada con la dinámica que se pretende intensificar en la región, respecto a la producción, circulación y consumo de la energía fósil al servicio de la industria, o para su exportación mediante las redes de transporte que pretenden atravesar el istmo”.

“Este proyecto es el reordenamiento total del Sureste, es la industrialización del sureste mexicano y también es la nueva frontera norte para EEUU, aquí ya lo hemos visto con la sobre-militarización de la región”, agrega Mario Quintero. El integrante de la APIDT también señala que para la puesta en marcha del corredor, “contratar mano de obra migrante va a ser esencial. Claro, porque, ¿de dónde van a conseguir la mano de obra barata? ¡Pues de los compañeros centroamericanos que vienen huyendo de las políticas neoliberales y de la pobreza!”, explica.

A pesar de la magnitud del proyecto, Quintero lamenta que no haya información sobre el tema para la población de la región. “Nosotros estamos haciendo una labor de estar informando y comunicando sobre este proyecto pero a pesar de eso en la región no hay información del corredor interoceánico. Incluso hay gente que le dice “tren maya”, y nos preocupa mucho porque entonces no se tiene claro qué es lo que viene”.

Para él, la forma en la que se están dando las cosas es engañosa, “están empezando con la cara bonita de un proyecto de infraestructura de transporte que genera una buena opinión pública, van a continuar dotando de servicios y supongo que van a seguir diciendo que es para la gente, y ya después es que llegan los grandes proyectos depredadores”, advierte.

La vida amenazada

La realidad del proyecto es preocupante para todos los seres vivos que habitan la región del Istmo de Tehuantepec.

“Hay que tener en cuenta que es un proyecto muy grande, es un macroproyecto, y que es muy difícil para nosotros poder marcar las pautas de cómo este proyecto nos afectaría. Las afectaciones inmediatas son la deforestación, el agua como pieza clave para toda la zona industrial que quieren hacer, los gasoductos que van a enterrar por la región… las zonas industriales van a requerir de agua, drenaje y de energía eléctrica. Y, para todo eso también van a necesitar mano de obra, de hecho están considerando la mano migrante, que va a generar que los pueblos crezcan o que se creen nuevos centros de población en la región, lo que va a culminar en que se plantee nuevamente la necesidad de agua, luz y drenaje. O sea va a ser una devastación y un extractivismo gigante”, advierte Quintero.

De hecho, como lo cuenta, la devastación ya ha empezado desde hace varios años en la región. “Ya de por sí, con la refinería de Salina Cruz han habido derrames de arsénico, de crudo y otros químicos, que ya han afectado. Son de esos daños invisibles de los que no se habla pero que ya hay. En el tema de los eólicos, ya han dejado su huella en la región también: la deforestación, el aumento de la sequía, la muerte de aves, el aceite industrial que se escurre en el aire y el agua. También está la presa de Xalapa del marques. Ya hay proyectos que han causado impactos a la naturaleza y este proyecto lo va a agudizar, va a haber más sequía, va a faltar más agua”, resume.

Violencia y resistencia

Para asegurar el buen desarrollo del macroproyecto, ya han sido implementadas estrategias para regar el miedo dentro de la población de la región y frenar los procesos de resistencia que se están fortaleciendo localmente. En el comunicado publicado por la UCIZONI, ya se denunciaron “las amenazas que han sufrido algunos representantes y las acciones para dividir a las comunidades y ejidos”.

Por su lado, Mario Quintero menciona la reciente masacre que dejó al menos 15 muertos en la comunidad ikoots de San Mateo del Mar los días 21 y 22 de junio pasado. “Lo que pasó en San Mateo es la puntita de la desestabilización y la contrainsurgencia a los pueblos, los movimientos y organizaciones de la región”, expresó.

Pocos días después del ataque, el equipo operativo de la Preparatoria Comunitaria “José Martí” de la comunidad vecina de Santo Domingo Ixhuatán abundó en el mismo sentido, al declarar en un pronunciamiento: “la masacre al pueblo Ikoot de San Mateo del Mar no es un conflicto interno o poselectoral como lo considera el presidente AMLO: tiene como base la negativa de las asambleas comunitarias a la implementación de megaproyectos que actualmente se circunscriben al Corredor Interoceánico, y saca a relucir los intereses de personas y grupos que quieren convertirse en capataces ante esta nueva conquista”.

Mario Quintero también advierte sobre el papel que está teniendo el crimen organizado para debilitar las resistencias en la región. “También hay que tener claro que el narco está en la región, ellos están siendo el brazo paramilitar de esta 4T y son el riesgo latente para la resistencia”, afirma.

A pesar de todo, el integrante de la APIDT confía en la fuerza y la determinación de los pueblos que desde hace siglos habitan el Istmo. “Es muy complejo el proyecto por la falta de información. Es muy peligroso porque van a poder, están pudiendo avanzar ahora, y piensan que lo tienen arreglado, pero no. Los pueblos cuando vean el tamaño de estas obras y los riesgos, van a reaccionar colectiva y masivamente. Porque si algo tienen y saben los pueblos del Istmo es que cuando ven que su territorio que les da vida está en peligro, lo defienden hasta la muerte, colectivamente. Esto al final es una guerra por el territorio, una lucha por la vida”, concluye.

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