‘Ya no queremos más promesas’, los reclamos de la Caravana de madres de migrantes desaparecidos

Como cada año, desde hace 15, madres y familiares de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua recorren México para buscar a los integrantes de sus familias de quienes se ha perdido el rastro en este país.

Andrea Vega

Andrea Vega/ ANIMAL POLÍTICO

“¿Dónde quedan los gritos de las madres de los desaparecidos? ¿Dónde quedan también los del resto de sus familiares? Venimos aquí y lanzamos consignas. Hablamos con las autoridades. Pero parece que no nos escuchan. Creo que ya son tantos casos, tantas historias, que ya solo nos dicen que los van a buscar y después, ¿dónde queda todo eso?”, pregunta Lidia Marilú López, integrante de la Caravana de Madres Centroamericanas de Migrantes Desaparecidos.

El contingente llega a México cada año para recorrer los 5 mil kilómetros de la ruta migratoria que debieron hacer sus familiares antes de perderse, en un intento más por encontrarlos. El grupo se reúne con autoridades, organiza mítines, intercambia experiencias con organizaciones mexicanas y busca, busca y busca.

Este año, la caravana la integran 45 mujeres y cinco hombres de Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. El 27 de noviembre llegaron a la Ciudad de México y este viernes 29 están en convivio con organizaciones mexicanas de búsqueda en la explanada del Monumento a la Madre. La mayoría son eso: madres, pero también hay hermanas, hermanos, padres e hijos de desaparecidos.

Ese es el caso de Lidia. A ella le ha tocado hacer la búsqueda a la inversa. La que desapareció fue su madre Alicia Méndez y su hermana Suceli Elizabeth Méndez, entonces de ocho años. A ellas las secuestraron en Motozintla, Chiapas, donde vivían y trabajaban vendiendo productos de Omnilife.

Ese día también se llevaron al hijo de Lidia, quien había venido junto con el niño desde Guatemala a visitar a su madre. La señora salió al mercado juntos con los dos menores. Nadie supo qué pasó. No hubo testigos. Solo desaparecieron. Después el niño apareció en un parque golpeado y traumatizado.

“No sé por qué a él lo regresaron. Yo estoy segura que mi madre hizo algo para que lo devolvieran. Amaba mucho a mi hijo. Era su primer nieto. Me gustaría que supiera que él está bien, donde esté, que sepa que su nieto está bien”, dice Lidia.

La mujer lleva tratando de encontrar a su madre y a su hermana desde 2004. Esta es la primera vez que participa en la caravana. Lidia dice que no ha encontrado más que promesas.

“Hay autoridades de unos lugares que nos dicen que no tienen la capacidad de buscarlos. En otros lados nos dicen que los van a buscar. Yo tengo todos estos años tratando de encontrar a mi madre y a mi hermana y lo único que he conseguido es una carpeta de investigación llena de oficios, pero de búsqueda real nada”.

Esa es la exigencia de los integrantes de la caravana, que pretende visitar 13 estados de México, que las autoridades pasen de la búsqueda de escritorio, como ellos le llaman, a la búsqueda en campo.

“Ya son 15 años de organizar la caravana y no queremos que solo nos vean y luego que pasamos ya se olvidó el tema. Ya no queremos promesas. Queremos un compromiso de los gobernantes de que el tema de los migrantes desaparecidos lo llevarán a sus mesas de trabajo, y que no nada más año con año saquen los expedientes que tiene ahí engavetados. Queremos una búsqueda de campo”, dice Anita Celaya, salvadoreña que busca a su hijo, Rafael Alberto Rolín, desaparecido en México desde hace 17 años.

La señora dice que en todo el recorrido se han reunido con diferentes autoridades. “A todos les hacemos la misma exigencia: que se pongan de verdad a buscar a nuestros migrantes”.

Anita dice que si el Movimiento Migrante Centroamericano y las madres de la caravana han logrado ubicar en los recorridos a 315 migrantes, con una sola persona que se dedica a hacer los rastreos, “¿por qué las autoridades no dedican a unas 20 personas, aunque sea, a que busquen en campo a nuestros familiares? Nosotros les damos los datos y las pistas y que los busquen”.

Celaya cuenta que se reunieron ya con la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas. Nos reunimos con ellos para darle seguimiento a las denuncias que ya están interpuestas. Hay madres y familiares de nuevos casos que apenas las interpusieron, pero cuesta mucho que de verdad se investigue”.

De las buenas noticias que hay en la caravana están dos reencuentros de familiares. En Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, se reunieron las hermanas Claudia Joaquina y Socorro Jaqueline Valladares, originarias del departamento de Francisco Morazán, en Honduras.

Socorro Jaqueline salió de su país buscando una vida mejor. Llegó a México, pero después ya no pudo comunicarse con su familia. La marcación cambió. Cuando ella llamaba, una operadora le decía que el número había cambiado.

Su familia en Honduras empezó a buscarla y a través del Movimiento Mesoamericano la localizaron hace un año. Apenas este martes 19, después de 16 años, Claudia y Socorro volvieron a abrazarse.

También María Inés García tendrá un reencuentro en esta caravana. Ella verá el lunes 2 de diciembre a su hijo René Alonso Bolaños, pero el suyo será un reencuentro menos feliz.

René está preso en el penal de Almoloya de Juárez, ahí lo verá María Inés. El joven, originario de El Salvador, lleva siete años preso acusado de secuestro y está en espera de sentencia.

“Mi hijo es inocente. Él llevaba apenas 13 días en México cuando lo detuvieron en un albergue en Hidalgo. Cómo iba a andar secuestrando, iba de paso para Estados Unidos. Tuvo que huir de El Salvador porque las pandillas lo iban a matar”.

Al joven de entonces 20 años lo estaban extorsionando. Él trabajaba ayudando al chofer de un bus. Les cobraban la renta, el piso. Ya no podían pagar, así que “los amenazaron y mi hijo mejor pensó en huir. Pero acá lo detuvieron y lo acusaron de secuestro”.

Apenas después de siete años, René tendrá un abogado particular. Integrantes de la Red Retoño, en México, apoyarán para su defensa y María Inés tiene esperanzas. “Mi hijo es inocente. Me lo han tratado como criminal, mira dónde está preso, en ese penal donde están verdaderos criminales, pero mi hijo es inocente y yo tengo esperanza en que saldrá libre”.

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