Caso Lesvy: pruebas de un feminicidio

Texto: María Ruiz

Foto: Archivo/Mónica González

Pie de Página

Durante la sexta audiencia para esclarecer la muerte de Lesvy Berlín Osorio testificaron dos peritos, dos amigos de Lesvy y su madre. Un perito dio pruebas que respaldan que se trató de un feminicidio. Los testimonios evidenciaron distintos tipos de violencia por parte de Jorge Luis, acusado de su feminicidio

-¿Señora Araceli Osorio, nos puede decir por qué está hoy aquí?

-Estoy aquí porque dice el artículo 17, en el primer párrafo, que ninguna persona puede hacer justicia por sí misma.

-¿Por qué pide justicia?

-Por el feminicidio de mi hija Lesvy Berlín, Lesvy Berlín Osorio, Lesvy Berlín Rivera Osorio.

Durante la sexta audiencia del juicio para esclarecer la muerte de Lesvy Berlín Osorio, el perito médico forense José Mario Nájera Ochoa viajó desde Guatemala para evidenciar que no existían las condiciones para que Lesvy se suicidara.

Después de revisar los dictámenes de campo, los exámenes toxicológicos, la necropsia y las declaraciones de los testigos, concluyó que debido al estado de indefensión en que Lesvy se encontraba y por la falta de nudo en el cable telefónico era imposible que se suicidara.

Nájera Ochoa ha sido perito en otros casos emblemáticos como el del feminicidio de Mariana Lima y en el de Véliz Franco ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

El perito explicó que su tarea fue determinar si la muerte había sido por ahorcamiento o por estrangulamiento. A diferencia de los peritos del Instituto de Ciencias Forenses (Incifo), que se quedaron sólo con lo “visible” y de inmediato dieron la causa de la muerte, Nájera Ochoa cruzó todos los datos que tenía y tomó en consideración los del lugar del hecho: la cabina, el estado del cable, la posición de Lesvy.

Con tecnicismos pero de forma muy clara, el perito tradujo las lesiones. La marca que dejó el cable no evidenciaba ahorcamiento sino un estrangulamiento inhibitorio, una muerte causada por la presión a la arteria carótida, al nivel del cartílago tiroides, que en segundos paró su corazón. Las lesiones que tenía en su rostro fueron premortem, aún en vida.

Otra prueba: el cable no tenía nudo. Es decir, si Lesvy se hubiera ahorcado, en cuanto comenzara la asfixia ésta le hubiese provocado convulsiones por las que habría caído al suelo, y el cable habría dejado de estar alrededor de su cuello y dado la posibilidad de respirar. Al no tener un nudo, explicó, se necesitó de otro “agente constructor” que generara esa presión. En el examen toxicológico Lesvy presentó un estado de indefensión farmacológico: no tenía fuerza. Ella no pudo ejercer esa presión, explicó el perito.

Los sueños
Los gritos hicieron que el casero y amigo de la pareja entrara al cuarto, adentro Lesvy Berlín y Jorge Luis Gonzáles discutían: “La primera escena que vi era a Lesvy pegada en la puerta del baño. Ella estaba llorando y diciéndole a Jorge: “¡No lo hagas!”, en el espejo se veía a Jorge Luis con un cuchillo de fruta, agarrándolo como si se fuera a cortar las venas; gritaba “¡¿Quieres que me mate?!”, contó el primer testigo de la sexta audiencia.

Este primer testigo mantenía amistad con ambos y los presentó en una fiesta. Lesvy era su amiga desde la primaria y a Jorge Luis lo conoció por la amistad de sus madres. En 2017 pasó a ser su casero, cuando rentó cuartos de una casa a la que se mudó la pareja por unos meses. Éste fue el primer testimonio sobre la violencia que ejerció el acusado durante su relación con Lesvy, pero no el único.

La perito particular en materia de trabajo social, Roxanna Medina, testificó sobre los hallazgos de su investigación en expedientes y con los familiares.

“Lesvy Berlín, hija única, estudiante, nivel de cultural elevado, trabajaba para mantenerse, proyecciones a futuro: estudiar lenguas francesas y buscar becas internacionales”.

Con base en expedientes y entrevistas también halló la violencia que Jorge Luis ejerció hacia Lesvy durante su relación. Y cómo cambió la vida de ella cuando se mudaron juntos.

“Presunta separación con familia y amigos; aislamiento, condiciones de violencia”.

Entre los hallazgos, la perito compartió los tipos de violencia que vivió Lesvy: física, sus amigos le notaron moretones; de movilidad, Lesvy era la única que tenía llaves y tenía que estar al pendiente por si llegaba su pareja; emocional, se aisló, dejó de comunicarse con su familia, de ver a sus amigos; económica, Lesvy dejó de trabajar.

Quien fue una de sus amigas más cercanas compartió que Jorge Luis espiaba sus conversaciones, cuando visitaba a Lesvy y subían a su cuarto a platicar por horas, en varias ocasiones alcanzó a ver cómo Jorge Luis las espiaba escondido tras la puerta. También fue testigo de sus celos. En una ocasión discutieron porque se puso celoso de uno de sus amigos: “Berlín le dijo, ‘Ya, Jorge, no te hagas la víctima”, y él le contestó: ‘yo nunca he sido la víctima, siempre he sido el victimario’”, contó la testigo.

‘Me hubiera llevado a Lesvy’
La cuarta testigo fue la madre de Lesvy, Araceli Osorio, quien entró a una sala repleta de mujeres y hombres que la acompañan y apoyan; madres de otras víctimas de feminicidio, colectivos feministas, activistas, defensoras de derechos humanos.

-¿Señora Araceli Osorio, nos puede decir por qué está hoy aquí?

-Estoy aquí porque dice el artículo 17, en el primer párrafo, que ninguna persona puede hacer justicia por sí misma.

-¿Por qué pide justicia?

-Por el feminicidio de mi hija Lesvy Berlín, Lesvy Berlín Osorio, Lesvy Berlín Rivera Osorio.

Y comenzó el relato de los últimos días que vio a Lesvy, de la búsqueda, de las dudas, de los primeros indicios, del reconocimiento pero también de los sueños de su hija. El llanto le impidió a Araceli continuar, por lo que fue necesario un receso. Minutos después continuó la audiencia y con ella las preguntas:

-¿Cómo era Lesvy?

-Lesvy, una niña, hija única, que todo el tiempo tuvo nuestro cariño y atención […], de muchísima inventiva, inteligentísima, amorosa […], hija, compañera, mujer maravillosa que extraño mucho.

-¿Cuáles eran sus planes?

– A corto plazo aprender a tocar violín; a largo la carrera de Letras francesas en la UNAM.

Y entonces una postal. Araceli Osorio cuenta que pasaron toda una noche de abril conversando: hablaron de lo que quería Lesvy, de la carrera, de querer viajar a Japón para aprender japonés y volverse traductora en los Juegos Olímpicos, de mudarse juntas. Quedaron en verse el 25 de abril pero Lesvy canceló. Reagendaron para el jueves 4 de mayo, pero el miércoles 3 encontraron su cuerpo en una caseta telefónica dentro de Ciudad Universitaria.

“Yo creo que ese día mi hija me iba a decir que la sacara de ahí. En ese momento habría tomado las maletas y me hubiera llevado a Lesvy de ahí. No me importa si hubiera dejado la vida, habría enfrentado a Jorge Luis. Hubiera preferido morir yo que me hija”.

 

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