Recupera San Isidro territorio invadido por Amway-Nutrilite; ganaron hace 29 años (Jalisco)

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Carmen Aggi Cabrera, Vianney Martínez and Jade Ramírez / Perimetral

El jueves 30 de junio de 2022 será recordado por los pobladores de San Isidro en el municipio de San Gabriel, Jalisco, como un día histórico.

Después de 29 años de luchar en los tribunales agrarios de México, para que se ejecutara una sentencia, el Gobierno Federal inició el proceso legal para entregarles la posesión de 280 hectáreas.

El territorio es la Hacienda El Petacal que desde el 23 de agosto de 1939, por decreto presidencial de Lázaro Cárdenas del Río, se le dotó al ejido San Isidro pero nunca tomaron posesión.

El último día de junio de este año, fue a su vez el primer día de lo que llaman “el fin de la lucha”.

Aunque habían ganado en tribunales, el cumplimiento de la ejecución complementaria de la Resolución Presidencial fue ordenada tres veces:

La primera el 30 de junio de 1993 por la Secretaría de la Reforma Agraria hoy de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (SEDATU); la segunda el 6 de marzo de 1998 por la misma secretaría; y por tercera ocasión, el 26 de abril del 2022 la SEDATU volvió a ordenarla.

El trámite no era simple, inició el miércoles y quienes componen el ejido vivieron días y horas intensas por la revisión de documentos.

Seis días para concretar la restitución

El lunes 27 de junio el comisariado ejidal de San Isidro, integrado por Raúl De la Cruz Reyes, Alejo Enciso Estrada y Raúl Villaseñor Contreras, presidente, secretario y tesorero, recibieron la notificación de que el 30 de junio del 2022 iniciaría la ejecución complementaria de la Resolución Presidencial.

El territorio les pertenece desde que se publicó en el Diario Oficial de la Federación, pero ha permanecido invadido como despojado.

“En 1940 vienen a entregarle solamente las 256 hectáreas de la hacienda San Isidro. El comisionado cuando llega a la hacienda El Petacal les dice que no les puede entregar las 280 has porque éstas ya fueron entregadas a la primera ampliación de Alista y a otros núcleos, entonces su dotación queda trunca», comentó Carmen Figueroa González, la abogada del ejido San Isidro durante los últimos 22 años.

Pero este grupo es tenaz, dice, mientras continúa recapitulando: «Desde 1940 empezaron a realizar acciones, visitas, solicitudes, buscando cómo llegar a este momento de que se les entregaran las 280 has de El Petacal.”

También pasó que el 2 de abril de 1981 se localizaron 300 hectáreas a nombre de María Rojas y amparadas por el Certificado de Inafectabilidad Agrícola número 3642, pero que el 23 de enero de 1985 la autoridad agraria canceló.

La abogada explica como ese certificado alargó el proceso del ejido e inició una nueva lucha no solo por recuperar sus tierras, sino porque comenzó la afectación ambiental y a la salud.

“María Rojas era propietaria de dos haciendas: El Petacal y El Huizichi y a ella ya le habían dejado sus 200 hectáreas en la hacienda de El Huizichi. María Rojas se muere y su mamá hereda sus derechos. Ella sabiendo que ya estaban afectadas las tierras (que se podían dotar), las vende a José Benavides; José Benavides las vende a Juan Larios y Juan Larios las vende a cuatro prestanombres. En 1994 estos cuatro prestanombres las ponen a nombre de Nutrilite, filial de Amway”.

Carmen Figueroa González, abogada

Megaproyecto agroalimentario que enferma al ejido

Todas las ventas del territorio que enlista la abogada, fueron ilegales.

Las tierras ya estaban afectadas como se dicta el argot agrario, pues la autoridad federal podía darlas en dotación a los ejidos y eso sucedió con el de San Isidro cuando obtuvo una resolución presidencial.

La empresa Amway-Nutrilite S.R.L. de C.V. se apoderó de la tierra para producir suplementos alimenticios.

Ahí comenzaron una serie de violaciones a los derechos humanos en contra de las campesinas y ejidatarios de San Isidro, como ya quedó documentado a lo largo de décadas y hasta presentado como denuncias, en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en octubre de 2017.

En el palacio de las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza, en el marco de la firma de un tratado que buscaba vincular a las empresas Transnacionales en materia de Derechos Humanos, el caso del ejido San Isidro contra la empresa Amway-Nutrilite fue expuesto.

Amway asegura en su estrategia de mercado que «ayuda a la gente a vivir mejor», pero en San Isidro fue todo lo contrario.

Esta compañía de venta directa es la más grande del mundo pues en 2021 reportó 8 mil 900 millones de dólares como ganancias, según Direct Selling News Global, la marca que enlista logros financieros a nivel mundial.

Se ostenta como un fabricante y distribuidor de productos de nutrición, belleza y cuidado del hogar que se venden exclusivamente en más de 100 países, por medio de Empresarios Amway y tiendas Amaya.

Pero Amway -Nutrilite ha violado los derechos de las personas en el ejido: el derecho a la propiedad, a la dignidad; el derecho humano al agua, el disfrute al agua de lluvia, el libre tránsito y su derecho al territorio.

“El primer derecho es su derecho a la propiedad, no gozan del usufructo de las mismas. No gozan de la posesión, no pueden transitar por sus tierras, no las pueden cultivar y esto trae una consecuencia: hay una merma y no una mejor vida.»

Carmen Figueroa González, abogada del ejido

En el año 2012 ante el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), se denunciaron las afectaciones al medio ambiente y los daños a la salud.

Enfermedades como cáncer, daño renal, crecimiento deficiente de las infancias y agua contaminada, fueron los daños denunciados ante un jurado de conciencia que escuchó a las víctimas.

De propietarios a jornaleros explotados

Uno de los hechos que le provoca dolor e indignación a la comunidad, y se nota al hacer las entrevistas, es que se saben dueños de las tierras pero son trabajadores de Amway – Nutrilite.

Carmen Figueroa lo describe como una violación a su dignidad, «de ser propietarios de esas tierras han sido jornaleros y que sus hijos trabajen ahí les da dolor».

Y profundiza: «saben que desde 1939 por cuestiones de injusticia, fuerza económica, poca voluntad de la autoridad no pueden tener la posesión”.

Para los ejidatarios de San Isidro la justicia no fue ni rápida ni expedita.

Las violaciones a sus derechos humanos ha sido considerada por organismos internacionales como la más grave.

En esta lucha han participado cuatro generaciones y de la primera, todos fallecieron sin acceso a la justicia.

No más de tres jóvenes trabajan en Nutrilite. Por la falta de justicia, hasta 400 personas a irse a otros invernaderos, en lugar de en su propia tierra.

Vivir luchando y morir sin justicia

Hace apenas un mes murió el señor Isabel Venancio Rosales de 97 años, era el último de la primera generación que impulsó recuperar el territorio.

“Casi le tocaba ver el triunfo, murió ya por la edad”, dice su compañero, Leobardo de la Cruz. Recuerda con nostalgia a sus compañeros fallecidos, las marchas, las persecuciones y las detenciones de las que él se libró porque tenía apenas catorce años.

Don José Araiza Chávez es el único sobreviviente de la segunda generación con 78 años de edad.

Vio llegar la justicia el 30 de junio de 2022 rodeado de hijos y nietos de los iniciadores de la lucha.

Todos estos días pasando las horas con el ejido, me permitieron palpar las sensaciones y emociones del momento que se dice fácil <<justicia>>, pero que les implica la vida misma a las señoras, los jóvenes y los del comisariado.

Raúl de la Cruz Reyes como presidente del comisariado, que me diga su sentir: “Me va a ganar el llanto pero son 83 años de lucha. Ya nosotros somos la tercera generación y tenemos a la cuarta generación luchando. No perdimos la esperanza. Hoy este día se ejecuta algo que nuestros abuelos tenían que recibirlo desde 1939. Hoy es un día histórico», lo dice en voz alta.

«Se ha defendido esta tierra, primeramente fue con los caciques de la hacienda, los hacendados y después vino lo peor, que le entrega el gobierno, en vez de al campesino, la tierra a una empresa trasnacional que acabaron con todo, con la fauna, con todo. Vemos que sacan producto pero los pueblos siguen quedando pobres porque la riqueza se la llevan al extranjero. Aquí lo que está quedando es gente desgastada del trabajo y otros llenándose las bolsas de dinero”, concluye Raúl con los ojos mojados y un nudo en la garganta, pero lleno de felicidad.

Como líder tiene claro que la tierra la quieren para sembrar vida y no muerte:

“Nos vamos a dedicar a producir esta tierra con ganas y con el compromiso de cultivarla en unidad, que llegue alimento sano, hacer lo contrario de la compañía extranjera”, dijo con firmeza.

¡Zapata vive, la lucha sigue!

El jueves 30 de junio a la Casa Ejidal llegaría la brigada técnica del Registro Agrario Nacional (RAN) comisionada para realizar el acta de deslinde, de las 280 hectáreas de la hacienda El Petacal y reconocer el polígono.

El ambiente era de gratitud y conmoción: cantaban corridos que han compuesto por la lucha, algunos desde la cárcel y otros desde la persecución. También hubo cantos de protesta.

“Gracias porque desde donde están, están disfrutando este momento. A ellos, ¡Gracias!”, dijo ante los campesinos, Carmen Figueroa González, abogada del ejido San Isidro.

Dos horas después desde la carretera se escuchó el grito de una mujer ¡Ya llegaron!, eran por fin, los funcionarios de la brigada.

Se organizó una caravana de más de veinte vehículos. Al frente iban Félix de la Cruz Blanco y María Guadalupe Guzmán Díaz montados en su cuatrimoto. Ella ondeaba la bandera de México y la del Frente Nacional de Movimientos y Organizaciones Populares.

Tras media hora de camino llegaron a los límites territoriales. Las autoridades federales comenzaron con los trabajos de deslinde, ubicaban más coordenadas y les señalaban el polígono. Una vez concluido el deslinde la caravana volvió a la Casa Ejidal.

Al volver la brigada del Registro Nacional Agrario se inició la más larga reunión privada del ejido, se concluyó para dormir y el viernes 1 de julio 2022, se retomaron los trabajos preparando el acta.

Afuera las mujeres que han sostenido la lucha todas las décadas, preparaban café y montaron un altar para honrar y agradecer a la Madre Tierra. Ese momento íntimo como espiritual fue para orar por el buen desarrollo de la jornada, mantener la unidad y la seguridad de todos.

“Le pedimos al rumbo del este que el día de hoy, que la lucha que se va a terminar traiga bendiciones para todos, que lo hagamos en unidad, en hermandad, todos unidos, todas contentas, que trascienda y que San Isidro sea un ejemplo de unidad, de un pueblo organizado, de gente que comparte. Que todo fluya en paz”

Rodolgo González Figueroa, activista y aliado del ejido

A la brigada se sumaron el jurídico de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Agrario y el  jefe de titulación del RAN en Jalisco.

La restitución del territorio no es un asunto fácil.

El Estado revisando papeles, la comunidad su espíritu

Para lo que algunos puede resultar una exageración, para quienes habitan el ejido y forman parte de la historia era necesario hablar del perdón y la esperanza de una vida digna, como lo hizo Carmen Figueroa, la abogada.

“Hoy Madre Tierra recibiremos 280 hectáreas para esta comunidad, como un símbolo de organización, de caminar, de experiencias, de crecimiento, de todo lo que nos ha dado este proceso a cada uno, en la medida que lo hemos caminado. Madre Tierra te honramos en esta comunidad y estamos preparados para recibir estas tierras que vendrán a ser el espacio donde se vea culminado esa conclusión de la violación durante 83 años de la violación a los derechos humanos de cuatro generaciones. Donde dos de ellas ya murieron y desde el cielo claman justicia. Llega para que estemos unidos, las trabajemos, las hagamos producir, que sean tierras libres de agroquímicos y que sean tierras donde se cultive la vida porque este es el encuentro de la vida. ¡Es el encuentro del amor! ¡Viva San Isidro! ¡Qué viva la tierra! ¡Qué vida la alegría y que viva la unidad!”

Carmen Figueroa, abogada

“Que renazca la cultura en nuestras tierras, otra vez el maíz, el frijol, la calabaza. Que alimentemos a la humanidad. Es la esperanza que algunos tenemos. Vamos pensando en esa lucha, en ese nuevo renacer, que en las tierras ya no hay comida, hay mezcal, hay agave, hay aguacate, hay uvas. Se está acabando la comida. Yo tengo esperanza en esas tierras, que sea de cultivo comunitario”, dijo Leobardo De la Cruz.

La música les alimentó los corazones. Lía Quiles Villanueva y Alluceba Cerecero defensoras de la parteria tradicional, cantaron en apoyo a la comunidad.

Las horas pasaron y afuera llegó la impacientaba, pues preguntaban el motivo de la demora; exigían respuestas y explicaciones.

Fue hasta las cinco de la tarde que el comisionado de la SEDATU, Gabriel González Bautista, salió de la Casa Ejidal y les anunció que el acta ya había sido terminada y enviada para su revisión a oficinas centrales en la Ciudad de México.

El acta rebotó cinco veces, fue interpretada por abogados de la SEDATU y de las instancias agrarias federales.

Cuando estuvo lista, el presidente del comisariado ejidal de San Isidro, Raúl De la Cruz  Reyes, habló con sus compañeros y sometió a votación de la asamblea ejidal, la firma del acta de deslinde.

“Yo les pido que se pongan al centro los que somos ejidatarios, todos. Yo les pregunto si me dan la autorización de firmar esa acta. Manifiéstense levantando la mano si están de acuerdo”, consultó a sus compañeros.

De forma unánime los ejidatarios respaldaron a su representante: ¡De acuerdo!, ¡Viva Zapata, la lucha sigue!, fue su respuesta.

Enseguida se imprimieron las actas y el comisionado de la SEDATU comenzó la lectura. No hubo errores. El acta fue aprobada por todos.

Así inició lo más intenso: la firma de 98 ejidatarios y 70 posesionarios como reconocimiento de toda la comunidad.

Pasadas las diez de la noche, la señora Teresa Rosales escribía de su puño y letra su nombre completo en el acta de deslinde, convirtiéndose en la primera ejidataria en plasmar su firma en el documento que pasará a la historia como el segundo más importante.

Quienes por su edad avanzada no podían firmar, estamparon su huella digital.

Siendo las 11 de la noche, en San Isido ejido ubicado al sur de Jalisco, Raúl Villaseñor Camberos, tesorero del comisariado ejidal colocó la última rúbrica en el documento y concluyó el proceso.

Ya los ejidatarios de San Isidro cuentan con una acta de deslinde, emitida por la autoridad federal donde les señalan los polígonos y límites de sus 280 hectáreas.

Entre el martes y miércoles de la próxima semana concluirán los trabajos de la brigada y, para ese proceso, la comunidad, activistas, acompañantes y litigantes, necesitan todas las condiciones operativas y de seguridad que no comprometan la integridad física ni legal, de nadie.

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