“43 y más”, el grito de una multitud por Ayotzinapa y los desaparecidos de Jalisco

Por: César Octavio Huerta, Cynthia Gómez, Adrian Carrera y Sergio Hernández Márquez

26 de septiembre de 2015.- ¿Dónde están los 43 desaparecidos de Ayotzinapa hace un año? ¿Dónde está la justicia? ¿Dónde están los restos? Una multitud cercana a las 6 mil personas se preguntó lo mismo esta tarde en la Plaza Liberación, en el centro de Guadalajara, esperando las respuestas del Gobierno de México que, a pesar del paso del tiempo, no puede resolver la investigación.

La consigna más sentida de esta tarde era, sí, por esos 43 estudiantes desaparecidos por la policía de Iguala, pero también fue por el indeterminado número de personas que en Jalisco nadie sabe de su paradero, porque fueron desapareciendo en Tala, Lagos de Moreno, Chapala, Guadalajara, Ameca, y muchos otros municipios más, en los que un día los vieron y luego ya nunca nadie conoció de su destino.

Por ello fue notoria la solidaridad de los manifestantes ante el grito de “43 y más”, que expresaba un contingente de la agrupación Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos Jalisco (Fundej), quienes iban al frente de la marcha que salió del Parque Revolución (Parque Rojo), a la Plaza Liberación, en la que participaron dos estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, sobrevivientes de la noche de Iguala del 26 de septiembre de 2014.

También iba un numeroso grupo de estudiantes de la Normal de Atequiza.

Esa caravana, la del Parque Rojo, se convirtió en un contingente numeroso porque ahí llegó a unirse la marcha que salió del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la UdeG, caravana que tuvo que cambiar el recorrido habitual, por Avenida Alcalde, para tomar la alternativa de Federalismo debido a la obstrucción que hay con las obras de la Línea 3 del Tren Ligero.

Los jóvenes estudiantes del CUCSH de hecho tuvieron una serie de actividades a mediodía, que culminaron con esta marcha, en la que fue evidente la ausencia de la Federación de Estudiantes Universitarios, que encabeza Alberto Galarza, personaje cuestionado por sus tibias posturas ante la problemática social.

Un contingente de casi 500 personas, liderado por 2 normalistas, salió de la fuente del CUCSH a las cinco de la tarde. La calle maestros se llenó de personas que clamaron por justicia.

Quienes iban al frente de la multitud portaban lonas con rostros de algunos de los 43 normalistas desaparecidos. La mayoría de las personas que marchaban son jóvenes. Participaron miembros del Fundej, parejas, amigos, familias: personas solidarias.

Además del “Ayotzinapa vive, la lucha sigue”, sonaban consignas como “no has muerto, no has muerto, no has muerto camarada, tu muerte será vengada. Vestido de verde olivo, políticamente vivo” y “ni con tanque ni metralla, Ayotzi no se calla”.

El normalista proponía consignas pero, después un rato, su voz afónica se perdio entre el conteo del contingente, ese que tras llegar a 43 explotó en un reclamo generalizado: “¡Justicia!”. Quedo claro: si se cansa uno, hay otro, hay otra, hay muchos más con la garganta dispuesta.

Poco antes de las seis de la tarde, la marcha llegó al Parque Revolución, donde se unió con otro contingente. La caravana, más nutrida, caminó por Avenida Juárez. Alcanzó no menos de 4 mil personas, creciendo todavía más con la caravana que venía por Avenida 16 de Septiembre, de otras 500 personas, las cuales antes de llegar al centro hicieron una escala en las oficinas de la PGR que se encuentran a unos metros de Avenida La Paz.

Integrantes de la Fundej avanzaron junto con miembros de Amnistía Internacional. Entonaron consignas como “¿Dónde están, dónde están, nuestros hijos dónde están?” y “no pararemos hasta encontrarlos”.

Un señor de negro, con playera que dice “Todos Somos Ayotzinapa” se dirigió a un grupo de personas que, desde la banqueta, observaban la marcha. Les dijo la cifra de desaparecidos y, luego: “podría ser alguien de su familia”.

Al mismo tiempo que la marcha sucedía, en el Estadio Azteca se jugaba el clásico nacional: Chivas contra América. En la calle, un trompetista ciego compartía su melodía, que se mezclaba con el clamor de la multitud. Los asistentes a un bar cuyo balcón da a la calle se olvidaron del partido, voltearon a ver el contingente: el clásico se convirtió en ruido.

La plaza liberación recibió la marcha a las seis y media de la tarde. Minutos después, con la estatua de Hidalgo como testigo y una bandera de México en el fondo, se hizo el pase de lista. Fueron nombrados los 43 estudiantes desaparecidos. Al pie del templete se agruparon familiares de las personas desaparecidas en Jalisco, con fotos y fichas de a quienes buscan.

En Plaza Liberación la concentración abarcó poco más de media plaza, unas 6 mil personas. Los últimos en arribar, a las siete de la noche, fueron los del contingente que salió del Parque Juárez, conformado por el Frente Magisterial de Jalisco, Comunidades indígenas en resistencia y otros colectivos.

“Queremos dar las gracias a toda esta gente que está aquí como símbolo de lucha, de que no estamos solos y no somos los únicos que tienen a familiares o compañeros desaparecidos. Demostrándonos que aquí en Guadalajara hay muchos como en todo el país”, dijo uno de los normalistas de Ayotzinapa.

El estudiante tomó la palabra después de la lectura de un pronunciamiento.

“Venimos a manifestarnos, no a dar lastima por nuestros 43 compañeros, tenemos que ser un símbolo de rabia para exigir justicia, ser la gota que derramó el vaso, estandarte de todas las injusticias de todos los sexenios que hemos sido gobernados por el PRI y por el PAN”.

Al terminar su discurso, la plaza le respondió con un grito: “¡no están solos, no están solos!”.

Un normalista de Atequiza, también hizo uso de la voz para señalar que como estudiantes el gobierno los ha convertido en sus enemigos.

“El gobierno nos mata, nos desaparece por exigir lo que nos corresponde. Nos mata si levantamos la voz. Cualquiera de ustedes pudo ser el 44, el 45 o más” dijo un normalista de Atequiza en Plaza Liberación.

También tomó el micrófono un normalista de Ayotzinapa, de primer grado: “mi papá tenía miedo de que ingresara a la Normal de Ayotzinapa. Pero las ganas que tiene uno de salir adelante, ser alguien y darle algo de lo que nuestro pueblo nos ha dado, no importa, el miedo queda atrás. Nos han quitado tantas cosas preciadas que ya no tenemos miedo a represiones, a que nos vayan a desaparecer o nos maten”.

“Este gobierno nos ha tratado de mantener callados pero Ayotzinapa nunca se va a callar, es por eso que nos desaparecen, nos matan, nos golpean”, aseguró.

Uno de los sobrevivientes de la noche de Iguala participó en la marcha y dijo algunas palabras: “Hoy me hubiese gustado regresar el tiempo. A estas horas, nosotros estábamos a punto de llegar a Iguala, Guerrero. Si nosotros hubiésemos sabido que iban a desaparecer a 43 compañeros, asesinar a 3 y dejar 4 compañeros heridos, hubiésemos detenido el tiempo, pero la vida así es”.

“Si a mí o a nuestros compañeros nos hubiera tocado ser uno de los 43, sabemos que ellos estarían dando la cara por nosotros, porque son nuestros hermanos menores. Esa es la conciencia que se siembra en Ayotzinapa. No se olviden de nosotros porque si ustedes nos olvidan, el gobierno gana, da por cerrado el caso”.

Al final de mítin, en el cielo aparecieron globos blancos, uno por cada normalista desaparecido, y otros azules, por los normalistas muertos. Los picos de la Catedral vieron pasar esferas de papel impulsadas por una mezcla de fuego y memoria.

Abajo, en la plaza, quedó el reclamo por justicia y dignidad para los 43 y más que son ausencia, que faltan, que siguen doliendo.

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