Rodada hacia San Francisco Xochicuautla en defensa del Bosque Otomí

Jessy Venadero

Las causas justas como las grandes injusticias, unen campos de lucha, eliminan barreras sociales, generan hermanos de lucha y mejor aún resaltan la solidaridad eminente en la condición humana, que ha sido saboteada por los aparatos ideológicos y represivos del Estado, que nos han hecho creer que la condición natural del humano es el egoísmo y el individualismo.

El pasado 8 de Agosto a las 8 de la mañana se reunieron jóvenes, adultos y niños, mujeres y hombres, arquitectos, médicos, antropólogos y profesores, etc., sin importar su condición social, profesión, su edad o género, con la finalidad de llevar a cabo la “Caravana Motorizada y rodada en Defensa del Territorio Otomí”, partiendo ciclistas, motociclistas y automovilistas a las 10 de la mañana, aproximadamente, del Museo Nacional de Antropología e Historia, rumbo a San Francisco Xochicuautla, donde el apoyo no se hacía esperar.

La Caravana fue convocada por los integrantes del Colectivo Jóvenes en Resistencia Alternativa, como por los miembros de la comunidad Otomí de San Francisco Xochicuautla, Lerma, Estado de México, ya que desde hace 8 años, Xochicuautla, se encuentra en pie de lucha, debido a que sus derechos como humanos, como pueblo indígena (Convenio 69 de la OIT, para la libre autodeterminación de los pueblos indígenas) y los derechos de la reserva ecológica que han preservado por años a través de sus conocimientos y cuidados les pretenden ser arrebatados por la hidra capitalista.

Los megaproyectos son obras privadas, que aparentan ser de corte público por la fuente de recursos de la que se financian, pero que benefician a pequeños sectores de la sociedad mexicana –e incluso a extranjeros–, y perjudican a los grandes sectores, por una pequeña tajada del pastel, son vendidos, concesionados y prestados territorios vastos y ricos en recursos naturales, los cuales forman parte del Patrimonio Biocultural de los Pueblos Indígenas de México; en este caso por medio de una concesión a la empresa constructora Teya, filial del Grupo Higa –empresa con fuertes demandas del pueblo por ser un monopolio de las Licitaciones Públicas de dichos megaproyectos de infraestructura–, se le ha dotado de un poder ilegitimo para construir la autopista Toluca-Naucalpan.

La lucha del pueblo Otomí ha sido y es dura, pero el corazón en resistencia es más fuerte, como los brazos que se han unido a su lucha, a su causa justa, y a las injusticias del malgobierno. El miedo está presente en los ilegítimos representantes del poder, es así que el 9 de Julio Enrique Peña Nieto, violando varios convenios internacionales de Derechos Humanos e Indígenas, emite un Decreto Presidencial en el que expropia 37.93 hectáreas del territorio mexicano dedicha región Otomí, lo que significa ecocidio y etnocidio. Ya que, dicha autopista pasaría sobre los bosques del pueblo Otomí, sobre la reserva ecológica de humedales, sobre ríos, sobre territorios comunales y sobre la dignidad de la vida y del pueblo Otomí.

El pueblo Otomí nos habla con el corazón “todos y todas a defender el bosque que es la vida, a defender el agua que de él brota, a defender la tierra que nos permite vivir y a defender a nuestro pueblo que tiene derecho a existir como indígenas que somos”. Esta es la causa de la “Caravana Motorizada y Rodada”, durante la cual se tuvieron presentes a los hermanos de lucha, los padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, y a la presa política Nestora Salgado.

A su vez, el pueblo Otomí sigue convocando el apoyo de la sociedad en el “Campamento de Paz de la Digna Resistencia en Defensa del Bosque Otomí”, campamento construido por el pueblo y los compañeros y compañeras solidarias con la causa, desde hace aproximadamente cinco meses, el cual no sólo detiene el paso de la maquinaria pesada para la tala de los bosques en la construcción de la autopista, sino que bloquea el paso de policías y funcionarios, y es un punto de reunión y dialogo para unir, recordar y construir luchas. De igual manera las barricadas que se están construyendo para impedir el paso de los tractores que destruirían el Bosque Otomí, necesita de manos solidarias.

El 8 de Agosto, a la llegada de los motociclistas, automovilistas y ciclistas a la comunidad de Xochicuautla se les recibió con fruta y bebidas por parte de los pobladores, y unos minutos antes se había despedido a los padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Posteriormente, se inauguraron los murales comunitarios en casa de Doña Toñita y Don Pedro, los cuales dirigió el compañero Miguel Ángel, en memoria del periodista asesinado en la ColoniaNarvarte, Rubén Espinoza, el pasado 31 de Julio, quien se solidarizó con la lucha del pueblo Otomí.

En dicha ceremonia inaugural, Doña Toñita nos comentó en lengua otomí que “no quiere que la autopista destruya los bosques, ya que les imposibilitaría el suministro de agua, siendo esta una necesidad primordial para la vida, y nos hace recordar años antes en los que sufrían acarreando agua de muy lejos, pero ella no le tiene miedo a las autoridades ni a los policías, porque ella es libre de subir a su monte por agua y leña” (traducción de un compañero de lucha). Similarmente, Don Pedro nos comentó que “le preocupa su bosque ya que le proporciona el sustento material y espiritual” (traducción de un compañero de lucha).

La voz de compañeros y compañeras de la lucha en Xochicuautla, se hizo presente y nos explicaron que ambos murales representan la fuerza de la lucha, la fuerza de la palabra, rememoran a Emiliano Zapata, nos incitan a defender por lo nuestro, a la madre tierra, defender lo que queremos, denotan la unión comunitaria, son resistencia, son colectividad. “Este mural fue pintado con la gente de toda esta comunidad, para que vean que estamos resistiendo, que estamos unidos, que nada nos va a vencer, que Zapata vive, que aquí esta y que vamos a seguir su ejemplo. El mural de allá, la mano, es la mano que trabaja, la mazorca es lo que comemos, es nuestra identidad, el maguey es también nuestra identidad, las pencas del maguey, los tejidos, es la fuerza de la mujer, hay dos colibrís ahí, significan libertad, es también nuestra identidad, las vírgulas delpaliacate son de Zapata, son la fuerza de la palabra” (compañera de Xochicuautla).

“El maguey tiene un tejido que es emblemático de la cultura Otomí, las vírgulas son el emblema de la palabra de la comunicación que hay entre los pueblos originarios y entre toda la demás banda, los colores que metimos, los colores rojos, los colores vivos representan eso, la vida, las ganas de seguir en la resistencia, una milpa también, que fue un trabajo también de Doña Toñita, que fue un trabajo colectivo, es una mazorca, es una mazorca azul, que es muy tradicional aquí en el pueblo, que es uno de los lugares donde todavía existe este tipo de alimento, de maíz, es un tipo de maíz que hay todavía aquí en la comunidad y que pues no queremos que se pierda, pues por eso estamos precisamente en defensa de nuestro bosque” (compañero de Xochicuautla).

La conciencia de lucha vigente en San Francisco Xochicuautla, a pesar de las inclemencias que han atravesado, nos proporciona un gran ejemplo a seguir, una esperanza en el mundo de la desesperanza; estamos en el momento preciso para decidir nuestro propio proceso de desarrollo.

Las calles y muros de los hogares en San Francisco Xochicuautla expresan resistencia como sus habitantes, denotan colores, ganas de vivir, experiencias, colectividades, pues en muchos y muchas de ellas, existen murales que hacen referencia a la lucha contra el mal gobierno o representan la identidad Otomí por la que luchan.

Después de tan afectuoso recibimiento, los compañeros y compañeras de la rodada se dirigieron hacia el “Campamento de Paz de la Digna Resistencia en Defensa del Bosque Otomí”, donde la comunidad de San Francisco Xochicuautlalos recibió con alimentos y donde se llevaron a cabo diversas actividades, como una ceremonia a la madre tierra, recital de poesía, arte circense, se presentaron grupos musicales como Batallones Femeninos –quienes recordaron la lucha que entabla la presa política, Nestora Salgado y convocaron la próxima rodada para pedir por su libertad. La noche y la luna, como las luciérnagas, guiaron la palabra, el dialogo y el sentimiento de solidaridad.

Haciendo un recuento de la “Caravana Motorizada y rodada en Defensa del Territorio Otomí”, desde mi experiencia personal, siendo mi primera vez en carretera, puedo decir que es una resistencia continua, cansada durante el trayecto y muchas veces una carga pesada, pero al final siempre una gran satisfacción, el encuentro de nuevas experiencias, nuevos hermanos y hermanas. Por lo que como agente que transforma la realidad y como elemento de comunicación, les sugiero enlazar manos y brazos en apoyo de la comunidad Otomí de Xochicuautla, acudan en su apoyo, no seamos agentes pasivos de la apatía y la desesperanza.

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