¿Ciudad Creativa o neocolonialismo cool?

Así como muchos pueblos ven sus tierras arrebatadas por el capital internacional para la extracción de recursos naturales, hoy los vecinos del Parque Morelos ven peligrar su modo de vida por estar sobre recursos simbólicos y en una posición privilegiada de conectividad urbana.

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Conrado Romo

La terraza de la maestra Paty es un atípico espacio de quehacer político, lejos tanto de la estética rebelde y del decorado institucionalista: el sitio es una pequeña granja en el centro de la ciudad de Guadalajara en la que conviven gallinas, gatos, un pequeño perro chihuahua demasiado viejo como para mantenerse de pie, y una veintena de insurrectos cuya edad promedio debe rondar los 55 años, su lucha, la defensa de sus hogares. En el 2006 el entonces gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, recibió con singular alegría la sede de los Juegos Panamericanos. Desde entonces y en sintonía con los deseos de los adinerados de la ciudad se iniciaba un proceso de instrumentalización de la cultura y del deporte para despojar y plusvalizar el territorio de sus actuales ocupantes, a lo que en palabras de Boaventura de Sousa podríamos llamar fascismo territorial, neocolonialismo urbano o, como los anglosajones lo llaman, gentrificación.

A partir de aquel momento la terraza de la maestra Paty sirve como punto de reunión para los vecinos de la zona, quienes se unieron ante la posibilidad de que sus casas y su entorno fuera arrebatado por lo que entonces se conocía como las Villas Panamericanas, un conjunto habitacional en la que se hospedarían los atletas de la contienda y que posteriormente serían vendidos a precios que iniciaban desde el millón de pesos. Este desarrollo se planteaba realizar en las inmediaciones del parque más importante del centro de la ciudad, que es sin duda el más emblemático de la metrópoli: el Parque Morelos, cuya construcción data de 1750. El Parque Morelos fue un sitio paradisíaco para la burguesía tapatía hasta la década de los años 20’s del siglo pasado, hasta que aparecieron dos mujeres de clase alta colgadas en el lugar. Hoy, en el imaginario popular, el Parque Morelos es un sitio de vagos, drogadictos, prostitutas y delincuentes (como si estos grupos tuvieran una menor categoría a la de los demás humanos), casonas viejas abandonadas e inmobiliario destruido. ¿Quién quisiera salvar o defender ese pedazo de nada? Para sorpresa de las autoridades, los habitantes de las colonias colindantes no sólo querían defenderla sino que además se habían organizado contra la construcción habitacional.

Para sorpresa de muchos, los vecinos de la zona junto a un grupo de Marxistas-Leninistas, el Parlamento Popular de Occidente, cuyos miembros cuentan también con sus años por delante, lograron detener al gobierno panista en su deseo por “rehabilitar y redensificar” la zona. Sin duda la grilla convencional ayudó, pero el éxito en defensa del territorio fue para aquellos, quienes no se doblegaron ante la presión económica y policial de la que fueron víctimas. El triunfo sin embargo duró poco ya que en el año 2012, otro panista, el ex Presidente Felipe Calderón, anunció que Guadalajara había sido elegida, con ayuda del MIT, como sede de lo que se conocería como Ciudad Creativa Digital, un cluster que albergaría a empresas transnacionales y locales enfocadas en el desarrollo de contenidos para cine, televisión, videojuegos e Internet. Guadalajara se convertiría en una ciudad a medio camino entre Hollywood y Silicon Valley, y al alcanzar la cúspide de la grandeza sería aclamada como una ciudad inteligente.

El anuncio de Ciudad Creativa Digital fue recibido con elogios y emoción por parte de todos, incluidos reconocidos activistas y académicos con un diente clavado en lo que se conoce como las industrias creativas y que ven en este proyecto el detonante para el éxito de sus negocios. El dinero en juego no es nada despreciable: tan sólo en 2013 el gobierno estatal había etiquetado 200 millones de pesos para el proyecto, lo que es realmente poco en comparación con los 10 mil millones de dólares que se esperan en inversión por parte de todos los niveles de gobierno y de capital privado. Los únicos que no celebraron el proyecto fueron una vez más los vecinos del parque, quienes se enfrentan a la posibilidad de perder sus viviendas que tanto trabajo les ha costado defender.

Horkheimer y Adorno en Dialéctica de la Ilustración fueron los primeros en utilizar la idea de industrias culturales, aunque con una intención radicalmente distinta a la de su uso hoy en día. Los autores alemanes la articularon para reflexionar sobre el proceso de industrialización de la cultura y cómo esta se instrumentaliza como herramienta subjetivante contra la clase obrera, brinda legitimidad a la clase gobernante y permite la creación de un marco simbólico dentro de las lógicas del orden económico. Fue hasta 1982 que Augustin Girard, jefe de investigación del Ministerio de Cultura de Francia, escribió para la UNESCO Cultural industries, A challenge for the future of culture, un documento que daría inicio al boom del discurso entorno a las industrias creativas tal y como las conocemos hoy en día. Si antes la cultura, que comparte raíz con la palabra cultivar, se pensaba como aquellos elementos que permitirían la realización y emancipación de todos los hombres, hoy la cultura es sinónimo de entretenimiento, ocio y distracción, que debe, si desea sobrevivir, entrar en las lógicas de mercado. El saber o la experiencia no son ya el fin último de la cultura, fueron cambiados por la competitividad.

En un mundo cuyo motor económico es la información y los estado-nacionales pasan a un segundo nivel de importancia, las ciudades deben seducir al capital para demostrar que las grandes empresas culturales deben invertir en su territorio, si antes se mercadeaba con los recursos naturales hoy se realiza con el capital humano que las urbes puedan producir. Evangelistas como Richard Florida o Toni Puig recorren el mundo enseñando la buena nueva, que si una ciudad quiere prosperar debe convertirse en una ciudad creativa donde la tecnología, el talento y la tolerancia se unan para generar una utopía de progreso y paz. Ciudad Creativa Digital al igual que los Juegos Panamericanos o nombramientos como el ser Capital Cultural de América son hoy instrumentos que se poseen para volver a una ciudad más competitiva para el nuevo mercado global. Es por esto que las burguesías locales se esfuerzan para que las ciudades respondan a las expectativas de los grandes inversionistas y los gobiernos en turno se postran ante sus chequeras y comienzan a gobernar ya no para la gente sino para el capital.

Así como muchos pueblos ven sus tierras arrebatadas y destruidas por el capital internacional para la extracción de recursos naturales, hoy la maestra Paty y los vecinos del Parque Morelos ven peligrar su modo de vida por estar sobre recursos simbólicos y en una posición privilegiada de conectividad urbana. Los ricos se autoexiliaron a la periferia de las ciudades entre murallas y cámaras de seguridad pero sueñan con volver al centro y convertirlo en un polo de eso que Marc Augé llama los “no lugares”, simulacros de espacio público hipercontrolados en donde los costos de vida y el entorno elitista termina por ahuyentar a sus actuales ocupantes y a sus constantes visitantes, que en general son personas de escasos recursos. Es decir: el Centro Histórico convertido en centro comercial. Sin duda, muchos involucrados bien intencionados buscan con sus campañas de socialización llevar a buen término los antagonismos creados en torno al proyecto. Esto sólo es una pantalla que esconde la desproporción de fuerzas entre quienes se apoyan y argumentan con la legitimidad del Estado, del dinero y de los “expertos”, contra aquellos que al parecer el único punto a favor que tienen es vivir en el lugar, que si bien podría ser el más importante, en este montaje se vuelve lo más irrelevante a la hora de poner los argumentos sobre la mesa.

El petróleo del siglo XXI es la generación, el procesamiento y distribución de data, hoy hay un grupo de tapatíos que viven sobre uno de los yacimientos más codiciados del oro digital, en su lucha se encuentran solos ya que la sociedad los niega y los que los conocen los repudian, los tachan de ignorantes, de conformistas, egoístas, sin visión de futuro, pero lo que ellos no entienden es que lo que defienden no es ese pedazo de tierra, lo que defienden son sus recuerdos, sus esperanzas, sus historias, su identidad.

John Locke afirmaba que una persona cuya memoria era borrada se convertía en otra persona, si esto es cierto, a los vecinos del Parque Morelos, los están destinando a dejar de existir. La lógica detrás del proyecto la resume Alberto Pérez, coordinador de comunicación de Ciudad Creativa: “¿Para traer inversión nosotros qué necesitamos? Pues como todos los casos, si uno quiere que venga la gente pues uno tiene que arreglar la casa, y nuestra casa está muy deteriorada.”

Una ciudad pensada para el capital y no para quienes habitan en ella.

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