Paciente del INER denuncia que la han dejado sin atención médica desde hace casi año y medio (Ciudad de México)

Andrea Vega / Animal Político

Como consecuencia de la reconversión a 100% COVID de este hospital, el total de las consultas otorgadas, tan solo entre el primero de enero y el 31 de diciembre de 2020, cayó 64.5%.

Leticia Méndez Martínez padece Lupus Eritematoso, una enfermedad en la que el sistema inmune ataca a los propios órganos del cuerpo. Por problemas en el pulmón estuvo hospitalizada, de enero a abril de 2020, en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER). Ahí le dieron el diagnóstico de su enfermedad, pero desde que le otorgaron el alta y el hospital se volvió 100% COVID, solo la recibieron para dos consultas más, después ya no la han querido atender ni la refirieron a ninguna otra institución pública.

“Me sentí como botada a la calle, desamparada y yo también me puedo morir si no me dan atención médica y medicamentos, esto no es una gripa, es una enfermedad que si no se controla avanza más rápido y me daña órganos”, dice Leticia.

El 13 de marzo de 2020, recién iniciada la continencia sanitaria en México, el INER empezó la reconversión de áreas y el desplazamiento de sus pacientes regulares, hasta el egreso del último a principios del mes de mayo.

Este hospital fue, de hecho, la primera institución pública en recibir a un paciente afectado por el coronavirus y se volvió emblema de la lucha contra la enfermedad. Incluso mientras otros hospitales volvieron ya a reactivar la atención regular para otros padecimientos, este sigue atendiendo solo a personas con la infección causada por el virus SARS-CoV2, lo que ha impactado a quienes recibían tratamientos de otro tipo.

De acuerdo con el Informe Anual de Autoevaluación del director general del INER, Jorge Salas Hernández, que abarca del primero de enero al 31 de diciembre de 2020 y que se presentó en abril de 2021, como consecuencia de la reconversión a COVID de este hospital, el total de las consultas otorgadas, en ese lapso, entre pre consultas, consultas de primera vez y subsecuentes, cayeron 64.5%, al pasar de 71 mil 657 en 2019 a 25 mil 418 en 2020.

Las consultas de primera vez de asma, por ejemplo, se redujeron a una cuarta parte, al pasar de 811 en 2019 a 209 en 2020 y las de enfermedades intersticiales (en las que se producen cicatrices en los pulmones por diferentes causas, entre estas los padecimientos de tipo autoinmune como el lupus) disminuyeron casi cinco veces, al pasar de 484 a 95.

Mientras que las subsecuentes de todos los padecimientos pasaron de 57 mil 481 en 2019 a 13 mil 969 en 2020, una disminución de 75.5%.

“Derivado de la reconversión del Instituto como hospital 100% COVID, en el mes de marzo se canceló la atención presencial de otros pacientes en el servicio de consulta externa, sin embargo, se informó a todos (pre-consulta, primera vez y subsecuentes) que en caso de presentar exacerbación de su padecimiento respiratorio acudieran a un hospital no COVID-19”, dice el informe del director.

En el caso de Leticia no se le sugirió acudir a ningún otro hospital público ni se hizo el intento de referirla. Animal Político solicitó una entrevista con el director del INER justo para saber cuánto ha caído hasta esta fecha en el Instituto la atención en consultas y hospitalizaciones por otros padecimientos diferentes a COVID y por qué no hubo un sistema de referencia a otras instituciones públicas, pero aunque ya se había pactado la entrevista para este sábado, de último momento se canceló y ya no hubo respuesta.

Leticia, de 29 años, cuenta que la reumatóloga que le dio la última consulta y quien le avisó, por teléfono, que ya no podían atenderla en el INER, lo que le sugirió fue que buscara atención privada.

La mujer, que se empleaba como trabajadora del hogar pero ha tenido que dejar de laborar por la contingencia y su enfermedad, cuenta que esa misma reumatóloga la empezó a recibir, pero en su consultorio particular. “Al principio no me cobraba, pero después ya me empezó a cobrar 500 pesos, un monto que para mí y mi esposo, que trabaja vendiendo café y pan en un carrito, es muy alto”.

La paciente también tuvo que asumir el costo de sus medicamentos. Ese fue otro impacto de la pandemia para ella y su familia. “Yo tomo metrotexato e hidroxicloroquina, entre otros fármacos, pero esos dos se escasearon y subieron mucho de precio”.

El metrotexato escasea en el país a causa de una baja en la producción de materia prima a nivel internacional, pero también porque las autoridades sanitarias cerraron líneas de producción del principal fabricante de este medicamento en México, a causa de presuntas irregularidades en estas.

Leticia Méndez Martínez, paciente con lupus que desde hace año y medio no recibe atención en ninguna institución pública de salud y debe pagar consultas y medicamentos para controlar su enfermedad.

Leticia Méndez Martínez, paciente con lupus que desde hace año y medio no recibe atención en ninguna institución pública de salud y debe pagar consultas y medicamentos para controlar su enfermedad.

Mientras que la hidroxicloroquina subió de precio y se escaseó porque en redes sociales y noticias empezó a publicitarse como un medicamento efectivo en el tratamiento contra COVID-19.

“El metrotexato lo conseguía antes en 150 pesos y ahorita lo consigo en mil pesos, porque está muy escaso, mi mamá me tuvo que prestar de sus ahorros para comprarlo. La hidroxicloroquina está tan escasa que se tiene que pedir a través de una aplicación y el pedido mínimo es de dos cajas para que la envíen, cada una cuesta 850 pesos”, precisa Leticia.

Por su situación económica, pero sobre todo porque ninguna institución pública le provee atención ni medicamentos, Leticia ha tenido que interrumpir varias veces su tratamiento durante estos meses.

“Con la pandemia, mi esposo tuvo que dejar de trabajar unas semanas, no teníamos dinero para comprar los medicamentos, así que dejé mi tratamiento, y también se me afectó ya el riñón”. El nefrólogo, con quien la recomendó la reumatóloga, le cobra mil 800 la consulta y como adicional le pidió hacerse una biopsia, con un conocido, con un costo de 22 mil pesos. La familia de Leticia reunió sus ahorros para que se la pudieran hacer y confirmar el daño renal.

“Los que nos han estado apoyando con los gastos a mi esposo y a mí, es mi familia, mis hermanos, mi mamá, pero ya se gastaron todos sus ahorros, ya me dijeron que ya no van a poder ayudar y yo no puedo estar sin atención médica y sin medicamentos porque la enfermedad va a avanzar”, dice Leticia entre lágrimas.

Todavía este lunes 11 de octubre, la mujer acudió al INER a solicitar que le reactiven su atención, la respuesta fue la misma, que no pueden recibirla porque son un hospital dedicado a atender pacientes COVID.

Asesorada por una organización de sociedad civil, Leticia acudió también al Instituto Nacional de Cardiología, donde le dijeron que tratarían de atenderla o la canalizarían al Hospital General de México o a Nutrición, pero no sin la hoja de referencia de la misma neuromatóloga que nunca le dijo que podía buscar otra institución pública.

Leticia está en espera de que la médica le responda sus mensajes para pasar por su hoja de referencia y ver si, después de casi año y medio, la vuelven a atender y le garantizan su derecho a la salud.