Rostros de fuego, del Bordo a la Esperanza

Paco Dorado

Estado de México, 08 de marzo de 2016.- El pasado y en el marco rumbo a la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, la Red Denuncia Feminicidios Estado de México convocó a una movilización para exigir un alto a los femimicidios en el Estado de México.

Fue así que mujeres de diversos colectivas del Estado de México marcharon por las calles pidiendo frenar la violencia hacia las mujeres, viajaron por el sistema de transporte público desde Ecatepec regalando silbatos y haciendo un llamado a la autodefensa feminista y a la organización ciudadana; caminaron por avenidas principales de Nezahualcóyotl convocando a la unidad de la lucha por sus derechos, se manifestaron artísticamente con el performance “Rostros de fuego, del bordo a la esperanza” a las orillas del Bordo de Xochiaca, en Chimalhuacán, con la participación de Norma Andrade e Irinea Buendía, dos de las madres más emblemáticas en la lucha por la justicia y los Derechos Humanos ante los asesinatos impunes de sus hijas.

Así pues, en el Canal de la Compañía visibilizaron, denunciaron y evidenciaron todas las colectivas juntas, la forma en que son tratadas las mujeres, la impunidad y la omisión con que son perpetrados los feminicidios con la complicidad y omisión por parte de las autoridades de la demarcación; con la indiferencia de una sociedad muda y apática.

Después del mediodía, Las Enredadas, colectiva del Municipio de Ecatepec comienza a tender sus redes, se escuchan los silbatos y su propuesta de autodefensa solidaria feminista. “Si te defiendes, nos defiendes a todas”, claman mientras se escuchan sus silbatos en señal del inicio de lucha combativa por su derecho de caminar libres y sin miedo por las calles; del precepto de su autodefensa solidaria, “cada vez que te sientas en peligro has escuchar el silbato, si lo escuchas reacciona, combate, defiende”.

Así van enredando lazos de solidaridad, de información, de concientización con otras mujeres, del metro Ciudad Azteca a Oceanía, de Oceanía a Pantitlán. Llegan al Palacio Municipal de Nezahualcóyotl, ahí, enfrente se encuentran con otras dos colectivas, CECOS de Nezahualcóyotl y Las Voces de Lilith, quienes se hacen escuchar.

Todas juntas caminan por la avenida Chimalhuacán, son cerca de cien mujeres en su mayoría, gritan consignas, “fue un macho patriarcal, no un crimen pasional!”, exigen la aplicación de la Alerta de Violencia de Género, que a más de 7 meses de ser decretada aún no se han aplicado políticas públicas, e incluso los mexiquenses desconocen su contenido, su forma de acción; durante este tiempo, se han consumado más de 73 feminicidios, de acuerdo a la investigación hemerográfica que la Red Denuncia Feminicidios Estado de México ha realizado.

Empieza el ocaso y ya todas juntas, justo a las orillas del Bordo de Xochiaca, en Cimalhuacán, en el canal que ha servido como tiradero de mujeres, después de haber sido violadas y brutalmente asesinadas; piden, exigen justicia por las mujeres víctimas de feminicidio, para quienes la violencia machista “les ha desdibujado el rostro, les ha arrebatado la esperanza, para las que han sido arrojadas a estas aguas podridas de inmundicia, a las profundidades de la injusticia, en un abismo de impunidad y omisión”, como bien lo mencionan en su Pronunciamiento político.

Con la puesta del sol inician una torpe danza, ya estamos dentro del performance “Rostros de fuego, del bordo a la esperanza”, son alrededor de treinta mujeres vestidas con harapos color rojo, naranja y amarillos, los colores del sol; se mueven de un lado a otro, en su rostro se deja ver la desesperación, la desesperanza, el caos, mientras se escuchan murmullos inteligibles, mismos que se pierden con gritos que claman auxilio, “¡me van a matar!”, se escucha.

Es Irinea Buendía quien pide ayuda, madre de Mariana Lima, víctima de feminicidio y que gracias su seguimiento en el proceso legal y las inconsistencias en la investigación, logró llevar a la Suprema Corte el caso, y ahí ordenaron se reabriera y se procesara con la tipificación de feminicidio, pues este se había cerrado porque lo habían juzgado como suicidio, mientras el presunto feminicida aún sigue libre.

Una a una hablan de una mujer a quien le están prestando el rostro, las manos, la voz; una joven, una niña, una madre, una hermana, una hija, todas y cada una de las historias tienen en común la impunidad y el desentendimiento de las autoridades, la indiferencia y el sojuzgamiento de la sociedad en contra de las víctimas, en contra de las mujeres.

Las últimas en exponer su historia son Norma Andrade y Jade, madre e hija respectivamente de Alejandra García, asesinada, violentada sexualmente y abandonado su cuerpo en un lote baldío de Ciudad Juárez. Al escuchar de la voz de Jade, la historia de su mamá, lo menos que uno hace es sollozar esperando que el corazón no se le salga del pecho.

Con la lucha de Norma despertó la conciencia y la solidaridad de lucha por los feminicidios en Ciudad Juárez y a nivel mundial se escuchó el clamor por traer a “Nuestras hijas de regreso a casa”; mientras escuchamos del pronunciamiento de las organizaciones convocadas “No nos cansaremos de buscarlas, no nos cansaremos de exigir justicia, no nos intimidaremos frente amenazas y ataques de cualquier nivel de autoridad”, y con Norma ahí cobra sentido, después de haber sufrido dos atentados contra su vida.

Ahora las alrededor de treinta mujeres han formando un par de aves paralelas al fuego de las antorchas que desde el inicio contemplamos expectantes, mueven los brazos en signo de vuelo, pareciera que en cualquier momento las veremos suspendidas en lo alto, el sol antes de ocultarse les regala esos últimos rayos que aquietan el alma, los colores de sus vestidos parecen brillar, es ese efecto que da el ocaso, o es la rabia e indignación que se ha convertido en esperanza, en fuerza de lucha combativa.

Porque ellas mismas lo han dicho: “¡No olvidamos y no perdonamos! Nuestra principal estrategia es encontrarnos, aprender a reconocer en las otras posibles aliadas. Si la violencia es sistemática, nuestra organización también debe serlo.”

Ha terminado el acto político, han colocado una cruz rosa erguida de 5 metros de largo aquí, a las orillas del canal, en señal de que en Chimalhuacán, en el Estado de México, en todo el país, los feminicidios no se olvidarán, a pesar de ser este uno de los municipios más pobres del Estado de México, con 67,2% de la población viviendo en pobreza de acuerdo a datos oficiales y con un rezago de por lo menos 20 años. Tendremos que empezar recuperando la dignidad y la esperanza que surgen de indignación, de la rabia y el amor mismo.

http://www.somoselmedio.org/article/rostros-de-fuego-del-bordo-la-esperanza