David contra el apestoso Goliat: historia de resistencia de los pueblos de la Barranca del Río Santiago

Por Alan Carmona Gutiérrez, Michelle Marion, Carlos Mireles y Sandra Bañuelos

La carretera a Colotlán pasa desaperciba de la belleza que esconde la brecha de tierra que de ella se escapa. En Monticello, nos espera Alejandro. Su amplia sonrisa es franca, y su presencia íntegra y bondadosa, como los robles de la barranca. Nos subimos todos a la camioneta, a que nos despeine el viento, a que nos cuente su historia.

Huaxtla es lugar donde abunda el agua en voz náhuatl, y así es. Situado en el municipio de Zapopan, Jalisco, en la barranca que esculpe el Río Santiago. Oasis de mangos barranqueños y ciruelas, de cascadas, ojos de agua y escarpadas laderas. Ahí conviven el ecoturismo, el balneario, la milpa y muchísimo árboles frutales. Para llegar, en Zapopán uno toma la carretera rumbo a Colotlán y Zacatecas, a eso del kilómetro 17, se toma el camino que en 15 minutos desemboca en el pueblo.

Junto a Milpillas, San Lorenzo, Ixcatán, San Estebán, La Soledad, Paso de Guadalupe, Ex Hacienda del Lazo y San Cristóbal de la Barranca, forman los llamados Pueblos de la Barranca, comunidades orgullosas de su legado que comparten historia y la hermosura natural que los rodea.

A pesar de la relativa cercanía con la urbe, acá pareciera que se detiene el tiempo. Cuesta trabajo imaginar que al otro lado rugen los autos y las prisas. Cuenta Don Ramiro, que a Huaxtla entró la radio apenas a principios de la década de 1970. Así, desde su barricada de cerros, las y los huaxtleños le sacan la lengua al progreso de cobartas y maletines, cada vez que este voltea para clavarle los colmillos.

En lo alto del monte el falso desarrollo, la podredumbre urbana amenaza y acecha. Con su hálito fétido anuncia: “Bienvenidos-Welcome”, desde la torre que quema el gas metano. Son los rellenos sanitarios metropolitano de Picachos y el privado Hasard´s. Definitivamente no están rellenos de sanidad, sino de opacidad, corrupción y abuso.

El problema del tratamiento de los desechos de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) no es nuevo, y crece al ritmo de la metrópoli. Se calcula que la ZMG ocupa el tercer puesto en generación de residuos a nivel nacional. Diariamente se producen alrededor de 5 mil 324 toneladas de basura en los municipios tradicionales y conurbados de la zona (G. Bernache),[i] que tienen que ser procesadas de alguna manera. A finales de la década de los 90´s, con los tiraderos a cielo abierto a su máxima capacidad y casi nula regulación, el Consejo Metropolitano de Guadalajara en coordinación con la Comisión Estatal de Ecología[ii] deciden dar luz verde al proyecto del Relleno Sanitario Metropolitano Poniente “Picachos”. Así, sin consultar a las comunidades aledañas, añadieron un nuevo integrante a la lista de pestilentes vecinos: “Relleno Sanitario Hasar´s” “Tiradero Talay” y “Tiradero Copalita”.

De acuerdo a los datos presentados en el Proyecto Ejecutivo, en la primer etapa del relleno sanitario, iniciada en el año 2000 y con una vida útil de aproximadamente 12 años, Picachos ha recibido la basura de todo el municipio de Zapopan. Lo anterior se traduce en el apilamiento diario de mil 400 toneladas de desperdicios. Se suman también la basura generada en el sector Hidalgo del municipio de Guadalajara. Todo esto abarcando 38.18 Has. de la totalidad de 70 Has. que tiene el predio.

¿Cómo se decidió que ese era el mejor lugar para poner el relleno sanitario?

La empresa ejecutante “CONSORCIO AMBIENTAL Y DE SERVICIOS S.A. de C.V.”, argumentó factibilidad de acuerdo a diversos estudios por ella realizados (topográfico, geohidrológicos, geofísicos y de mecánica de suelos). Además que de acuerdo a la empresa, como en la zona ya están instalados el relleno sanitario privado Hasar´s y el tiradero municipal El Taray, “la zona tiene ya vocacionamiento para sitios de disposición final de residuos sólidos municipales”. Así nomás.

El predio de Picachos colinda con el tiradero de propiedad privada Hasar´s, que recibe 800 toneladas diarias de residuos provenientes del municipio de Tlaquepaque, así como residuos controlados de empresas recolectoras privadas. La empresa también es responsable de los desechos de dos granjas porcícolas que son de su propiedad, instaladas en las cercanías del predio[iii]. A pesar de llamarse “Grupo Ecológico Hasar´s” y ser emisora de certificados de bonos de carbono, la historia de afectaciones al entorno y a las comunidades que ha provocado Hasar´s es al menos tan larga como la de Picachos.

“Los rellenos sanitarios, definidos estos como obras de ingeniería para confinar los residuos sólidos en la menor área posible, sin causar perjuicios al medio ambiente y sin causar molestias o peligros para la salud y la seguridad pública”, dice el proyecto técnico también; sin embargo, en los hechos la realidad ha sido otra. Caminando por el cauce del río Milpillas se pueden ver cómo corre el agua marrón, contaminada con lixiviados (líquidos formados por el agua de lluvia filtrada a través de los residuos en degradación, cargados de tóxicos). Los desechos orgánicos causan malestar a simple vista, pero lo más peligroso está en aquellos componentes que se esconden y acumulan de manera letal: los metales pesados.

Los responsables de ambos tiraderos han argumentado en reiteradas ocasiones que se hace un manejo adecuado de los lixiviados, o en dado caso, que se tomarán las medidas necesarias para corregir malfuncionamientos. Sin importar las promesas, cada temporal de lluvias el problema recrudece. El predio de Picachos es atravesado de poniente a oriente por un arroyo de temporal de nombre El Pedregal. Durante la época de secas las descargas pueden ser medianamente controladas, pero con las precipitaciones pluviales se desbordan las lagunas de lixiviados, escurren por la pendientes y por el arroyo el Pedregal, hacia las cuenca de Milpillas.

A falta de resultados confiables sobre la calidad del agua por parte de la Comisión Estatal del Agua (CEA), los habitantes pagaron un estudio en el 2009 realizado por un laboratorio privado para comprobar la contaminación por lixiviados.

“La muestra que tomó el laboratorio privado LAICA en el cárcamo número 3 de Hassar’s arrojó que las grasas, aceites, sólidos suspendidos y la demanda química y bioquímica de oxígeno, nitrógeno, cianuro y cromo rebasaban hasta mil veces el límite máximo establecido, la CEA no encontró nada fuera de la norma, como se lee en sus estudios fisicoquímico y de metales pesados”. (PROCESO, 2010)

El río Milpillas, donde antes las familias iban de día de campo y a bañarse en sus aguas, ahora ya no recibe sus visitas, los caudales tóxicos los han espantado. A su paso, donde antes bañaba huertos y daba de beber al ganado, ahora deja una sombra de pesar

“Las afectaciones centrales a los pobladores de Mesa de San Juan, Milpillas, Huaxtla y San Lorenzo con unos 800 habitantes, se extienden a la fauna silvestre y a la gran diversidad de plantas que hay en la zona. En los aproximadamente ocho kilómetros que hay entre los vertederos y el río Santiago se pueden constatar la forma en que fueron dañados los pozos artesanos, enormes árboles de eucalipto, ganado vacuno, un balneario de por lo menos cinco hectáreas, árboles frutales, algunos ejemplares de más de cien años lo pagaron con su vida, como es el caso de la huerta de mangos ubicada en la “Haciendita” cerca de Huaxtla y unos 300 limoneros de la variedad persa que se secaron en los últimos tres años, los más intensos en descargas de lixiviados y desechos de las granjas al arroyo de Milpillas” [iv] (Asamblea Regional de Afectados Ambientales (ARAA), 2010)

Los monstruos de basura asustan, pero la dignidad no se amedrenta. Las andanzas de resistencia de los pueblos barranqueños no se detienen aquí, de aquí han cobrado fuerza. Las comunidades se han organizado para defender su territorio, su historia, sus formas de vida.

En 1994 inició su camino en contra del impuesto “vocacionamiento” para ser receptores de los desechos de la ciudad. Pobladores bloquearon y cerraron el tiradero Copalita durante ese año. En abril lograron un acuerdo con las tres instancias de gobierno, donde se comprometían a realizar diversas obras sociales como pagos para resarcir los perjuicios ocasionados.

Sin embargo, como muchas otras cosas, fueron sólo palabras.

“La últimas dos semanas de septiembre de 2009, debido a que las lagunas de lixiviados estaban a reventar en el vertedero de Picachos a cargo del Ayuntamiento de Zapopan, fueron trasladados y depositados los mortales jugos de la basura al menos 100 pipas de 10 mil litros cada una, al basurero de Copalita que cerramos mediante la lucha en 1994 y con ello se dañó por varios meses el río la Soledad”. (ARAA, 2010)

Esto provocó la indignación de las comunidades y a que tomaran acciones. En Octubre del 2009, durante 3 días fueron bloqueados los accesos a Picachos y Hasar´s. Las autoridades negociaron mesas de diálogo, de donde resultó un convenio de acuerdos firmado y ratificado por todos los regidores de Zapopan en votación unánime. A pesar de esto, las autoridades son de memoria corta.

Ante el desdén por el acuerdo, en el 2010 los pobladores se pronunciaron públicamente, haciendo las siguientes exigencias:

1. El cierre del basurero de “Picachos” del municipio de Zapopan, estudio integral de la zona, saneamiento de los ecosistemas y pago de daños ambientales a las comunidades.

2. Cierre del basurero a cargo de Hasar’s en Zapopan, así como de las granjas de cerdos que opera en Milpillas, estudio integral de la zona, saneamiento de los ecosistemas y el pago de daños ambientales a las comunidades.

3. Protección y mantenimiento del basurero de Copalita (El pedregal) cerrado en agosto de 1994, control estricto de lixiviados, saneamiento inmediato del río La Soledad y sus afluentes y el pago de daños ambientales.

4. Protección, mantenimiento y tratamiento de lixiviados del basurero cerrado El Taray, saneamiento de la zona y pago de daños ambientales.

Para junio del 2011, la mayoría de las obras pactadas permanecían incumplidas. Los poblados afectados emitieron un comunicado, donde hacían constar el estado de cada uno de los acuerdos en las distintas comunidades y la negligencia gubernamental por cumplirlos. Puede consultarse el documento extenso aquí: limpiemoselsalto.blogspot.mx/2011/06/los-medios-de-comunicacion-los.html

A finales del 2011, la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ) emitió una recomendación al municipio de Zapopan y a la Secretaría de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable con la que éstas se comprometieron a tomar medidas para resarcir y detener los daños provocados por el derrame de lixiviados. Las instancias dijeron que si, pero no dijeron cuándo.

Por el incumplimiento de los acuerdos una vez más, a principios de febrero de 2012 los pobladores volvieron a realizar un bloqueo que cerró los accesos a Picachos y Hasar´s. El convenio firmado en 2009 por el presidente municipal Juán Sánchez Aldana y posteriormente ratificado por Héctor Vielma Ordóñez, permanecía en el limbo por falta de recursos, argumentaban las autoridades.

Desde entonces se han tomado algunas medidas para controlar el escurrimiento de lixiviados en ambos rellenos sanitarios, pero estas no han detenido las afectaciones. En Picachos se instaló una planta de tratamiento a principios del 2012, la cual, de acuerdo a las declaraciones que hizo José Casillas de la comunidad de Ixcatán al diario El Informador, por fallas en la colocación de las geomembranas, persisten las filtraciones al subsuelo.

De las plantas de tratamiento y de cómo se le tapa un ojo al macho…

El municipio de Zapopan pagó 18.5 millones de pesos por una “planta de tratamiento para lixiviados que además de pagarse con un sobrecosto millonario no es funcional”. De acuerdo al artículo, la planta de tratamiento fue comprada a la empresa Bio Daf Water Technology a un precio declarado 6.5 millones de pesos más alto que el de su costo original. A esto debemos sumarle lo que se gasta en mantenimiento trimestral, que es de 1.3 millones de pesos[v]. Aun así, los jugos tóxicos siguen corriendo impunes.

Hasar´s se jacta de haber invertido 20 millones de pesos con la empresa Blue Gold, para instalar la primer y única planta de tratamiento con nanotecnología en México. Dice que esta planta “transformará los lixiviados en agua limpia apta para el riego de áreas verdes”. Así, se pretenden tratar los 144 mil litros tóxicos que produce a diario el relleno sanitario.

De acuerdo a lo escrito en el artículo en El Economista, Blue Gold y Grupo Ecológico Hasar´s “proyectan expandirse por todo el país, instalando equipos para el tratamiento de todo tipo de aguas, tanto estancadas como en movimiento”.[vi]

Mientras se dice esto aquí, se dice esto acá; las aguas del Río Milpillas siguen turbias, cargadas de promesas fallidas, discursos huecos, corrupción y avaricia.

La historia es vieja. Los pueblos de la barranca del Río Santiago han padecido desde hace mucho tiempo atrás los males de la megalomanía tapatía. La ZMG ha crecido desmedida, arrasando voraz con ríos, bosques y comunidades; “exportando” a las afueras siempre cambiantes de la ciudad, los desechos tóxicos de las fábricas y la cultura de consumo desechable e inútil. Los daños han sido muchos, algunos al borde de ser irreversibles y con el fantasma de la maldición tenaz. Las empresas se mueven a otros sitios tras la ganancia, pero los males se aferran y brotan, como el salitre en la pared.

A pesar de su clausura desde la década de los 90´s, los tiraderos de Copalita y El Talay siguen purgando sus tóxicos. De acuerdo a Gerardo Bernache Pérez, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), estos tiraderos seguirán contaminando por dos décadas más, mientras que los gigantes de Hasard´s y Picachos lo harán por medio siglo después de que concluya su vida útil.[vii]

Huaxtla resiste, no sólo luchando contra el monstruo de la basura y la urbanización, sino celebrando la vida en comunidad día con día. Gestionan de manera colectiva el balneario que recibe visitantes de todas partes. Celebran sus fiestas, bailes y músicas tradicionales. Comparten las tardes y las charlas. Consultan de manera asamblearia sus problemáticas y acciones. Resisten, defendiendo su pueblo, sus aguas, sus vidas. Como David, saben que no hay que dejarse vencer por el monstruo. Tirando todxs piedras, tarde que temprano, al apestoso Goliat que lxs acecha, van a derrumbar.

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