En INER rechazan a pacientes con otros padecimientos por covid-19


Eduardo tiene 66 años, vive en condición de pobreza y padece desde hacer varios años EPOC. (Javier Ríos)

Jannet Lópex Ponce / Milenio

Eduardo y su pequeño tanque de oxígeno llegaron al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, pero por no ser un caso de covid-19 no pudo entrar a la institución.

Eduardo y su pequeño tanque de oxígeno irrumpieron en la tranquilidad de la calle casi desierta minutos antes del medio día y, en tándem, llegaron a las puertas del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias. Era un asunto grave: como si se tratara de un buzo o un astronauta, el aire del tanque de Lalo estaba a punto de agotarse.

Pero por no ser un caso de covid-19, se encontró con que no podía acceder a la institución que, desde hace años, le ha atendido.

-¿Y ahora qué hago?, preguntó después de que un guardia de seguridad le explicara que en el INER no se le podía dar atención en este momento. La aguja del tanque apuntaba al rojo.

Su caso, como el de varios enfermos de los pulmones y de las vías respiratorias, se ha complicado ante la emergencia sanitaria detonada por el coronavirus. A sus 66 años de edad, Eduardo padece la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) pero en estos tiempos nada es más importante que el covid-19. Si tienes otros padecimientos: pasas a segundo plano.

“Que no me pueden atender, que nada más puro covid. Pero yo necesito que me nebulicen, mi doctora me regalaba medicamento ¿y ahora qué hago? Me dicen ‘no pues no podemos hacer nada, no le vemos forma’, ¿entonces yo qué voy a hacer? ¿Irme a morir a mi casa o a dónde? ¿Qué hago?”, dice desesperado a orilla de la banqueta intentando buscar una sombra. Trata de recuperar la respiración.

Ante la desesperación, no le quedó otra opción mas que ponerse a pedir limosna para completar los 140 pesos que le cobran en la farmacia por llenarle el pequeño tanque.

“Ya no tengo medicamento ya me la he llevado con puro salbutamol y ando consiguiendo ayuda en la calle. Ahorita me vine desde el periférico por eso me vine de calmita, como ahorita ya me está faltando (el aire) y mira cuánto tengo ya de oxígeno, ahorita lo que conseguí regalado es porque la gente me ha regalado de a 10, de a 10, de a 10”.

La misma historia vivió Daniel Tinoco minutos antes. Su papá lo ingresó como pudo al INER. Le faltaba la respiración, estaba muy débil y apenas podía mantenerse en pie.

No hubo ni un enfermero o médico que le auxiliaran. Al ver su condición el guardia le permitió de inmediato el acceso a recepción pero bastaron 20 minutos para que volviera a salir.

Es diabético y determinaron que sus síntomas no eran de covid-19 sino propias de una crisis de su enfermedad. Así que le sugirieron llevarlo a otro hospital.

Le dieron un poco de oxígeno y su padre lo trasladó en el primer taxi que encontró al hospital más cercano que sí pudiera atenderlo. Pues ahí, para salvarle la vida, es requisito indispensable ser portador de covid.

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