Reportaje Rio Santiago, fuenteovejuna ambiental (Jalisco)

Foto: Ilustrativa

Marisela Turati / Excélsior

Juanacatlán, Jalisco.– Al pie de un acantilado que permite una vista panorámica, se ubica la primaria “Mártires del Río Blanco”, donde está a punto de repetirse la historia patria. Cual broma macabra, el nombre de la escuela es una fiel metáfora de la lenta muerte que viven los niños que en esas aulas toman clase: la intoxicación por el río espumoso que corre metros abajo.

Los nuevos mártires estudian al pie de la cascada de aguas cloacales y tóxicas que por su belleza era conocida como “El Niágara mexicano” y lugar de vacación por excelencia. Aprenden el abcedario, a sumar y restar, justo donde el río Santiago salta, después de haber recibido los desechos de Guadalajara y su zona metropolitana y arrastrado los químicos vertidos por las fábricas localizadas en el corredor industrial establecido a lo largo de su cauce.

Al brincar por el desnivel que antes era de piedra natural y hoy es una cortina metálica, se forma una espuma blanca que, cual lavadora desbordada, se acumula y crece. Cuando hay viento o llueve esa espuma vuela, cae en el patio escolar, y algunos niños que toca caen enfermos.

Estudiante dentro de esa toxina que se ha vuelto su escuela, el niño Luis Enrique Vázquez dice que desde que ingresó a primaria seguido siente dolores de cabeza y estómago. De las manchas blancas que tiene en la cara, dice que le salieron desde que empezó la primaria.

La niña Daiana Miroslava Huerta dice que a ella la espuma del río le mancha la piel, y le hace doler la garganta y cabeza. El doctor le dijo que es porque tiene la piel delgada y porque está en crecimiento.

Estos son algunos testimonios de niños manchados de la piel como si fueran plantas plagadas; de mujeres locales con mascadas en la cabeza por la quimioterapia que reciben; de jóvenes viudas del cáncer; de personas marchitas que aparecen en el video “Salto de Juanacatlán, donde el agua envenena…”, filmado por IMDEC y “Grupo Vida”, un conjunto de ciudadanos de la zona, que asegura que el río causa cáncer y que se ha dedicado a denunciarlo.

Los integrantes del grupo, todos profesionistas, han acudido a la televisión local, a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, a la Secretaría de Salud, al gobierno municipal, estatal y federal, y no han obtenido solución.

El gobierno estatal construyó una planta tratadora para eliminar tóxicos, pero el agua sigue espumosa.

En su desesperación, algunos habitantes de Juanacatlán invitaron al Subcomandante Marcos para que en su gira de La Otra Campaña respirara ese aire tóxico que despide el río, y lo denunciara, para ver si así llamaba la atención de alguien.
Sin embargo, el evento se tuvo que realizar en otro lugar porque es imposible detenerse encima del puente que une a las ciudades jaliscienses de La Piedad y Juanacatlán, donde se inaugura el río Santiago, como llaman a la prolongación del Río Lerma en su camino al pacífico.

Se tiene que hacer un esfuerzo sobrehumano para respirar el olor a gas-cloro-huevopodrido-químicos-ajo-chile-azufre-amoniaco y muerto que se atasca en la garganta, raspa la nariz, provoca lagrimones involuntarios, revuelve el estómago, da náuseas, causa jaqueca y saca ronchas en la piel al contacto.

También lo impiden las enjambres de moscos que se generan en su cauce y que de tan grandes y feroces podría pensarse que son mutantes africanos o que se fortalecieron con tanto químico vertido por las fábricas.

EN LA LUCHA CONTRA EL ECOCIDIO

“Quisimos demandar a las empresas contaminantes, pero ¿cuáles son las que contaminan? Es una suma del corredor industrial y del drenaje de Zapopan, Tonalá, Tlaquepaque y los lodos industriales. Entonces, ¿quiénes son los responsables del aumento de cáncer, del olor a huevo podrido, de las infecciones de la piel, de las enfermedades, de las náuseas, los mareos y los dolores de cabeza?”, pregunta Rodrigo Saldaña López, hombre flaco, de pelo y barba canosa.

Sobre el puente que se eleva sobre el espumoso río, intenta articular una frase entera para detallar el problema pero no lo consigue. Cada tanto, este hombre que dirige el “Grupo Vida” suspende la entrevista para aplastar a los bravos zancudos que descubre atacándolo o cierra la boca porque el mal olor hace imposible el habla.

“Hace tiempo morían en El salto dos personas maduras al año, las estadísticas actuales muestran que 28 por ciento de los habitantes mueren de cáncer y que entre los muertos había niños. Esto se pone alarmante para nosotros porque vivimos aquí. No es estadísitica, son gente que conocemos. Los de la Secretaría de Salud dicen siempre que hay muchas causas, ¡pero que nos demuestren que no es el río!”, dice con calma pero indignado.

Desde el 2001, el “Grupo Vida” se acercó a la abogada ambientalista de Guadalajara, Raquel Gutiérrez, en el intento por encontrar una respuesta por las vías judiciales. Al momento de la entrevista, Gutiérrez trae una tremenda jaqueca porque un día antes estuvo varias horas cerca del río documentando el grave problema de salud ambiental.

“En la zona ha aumentado el cáncer, huele siempre a huevo podrido, hay infecciones en la piel, huele tan mal que la gente pone toallas mojadas en las ventanas para que no pasen los olores”, explica la mujer con doctorado en Criminología especializada en Medio Ambiente.

Ella y sus alumnos de la Universidad de Guadalajara se han dedicado a estudiar los impactos de la salud en la zona y asegura que el ácido sulfhídrico que contiene el río está dañando la salud de los ha bitantes de la zona. En los máregenes del río hay 80 empresas industriales químicas asentadas.

“Se supone que antes de descargar, las aguas residuales son tratadas. Tenbemos una contaminación de carácter legal, p’ermitida por las normas oficiales mexicanas, pero como siguen descargando el proceso de contaminación se va acumulando y se hace inmanejable, y eso ya no lo mide la norma”, dice.

Con tres tesis doctorales en mano, la defensora dice que en un estudio que se hizo a 88 niños de la escuela José María Morelos, en la comunidad “El Terrero”, ubicado a los márgenes del Santiago, encontró niños con congestión nasal, ojos llorosos, dolor faríngeo y de cabeza, manchas en la piel, depreción y alteración de comportamiento (síntoma de posible intoxicación), entre otros padecimientos.

En el “Estudio Ambiental de Acido Sulfhídrico como contaminante del aire en las comunidades de Juanacatlán y El Salto”, tesis doctoral del MAestro en Ciencias Juan Gallardo Váldez documentó que 49% de su muestra sufría con frecuencia males respiratorios, 44% dolores de garganta, 4.6% enfermedades de la piel, 83% dolores de cabeza, 7.6% náuseas, 6% conjuntivitis, entre otros padecimientos.

De los entrevistados, 94% declaraba que percibía el olor del río, y para el 83% era a huevo podrido, para el 30% a drenaje y para el 17.5% a productos químicos. Para la mayoría el olor era intenso y lo sentían durante todo el año.

La solución, dice la abogada, no es únicamente limpiar el agua sino sacar los sedimentos acumulados en los alrededores de la zona industrial establecida hace 35 años. Propone además cambiar la norma oficial mexicana para que mida la contaminación acumulada.

LAS SOLUCIONES

De 11 años, El niño Abraham Delgadillo, sobreviviente a la escuela “Mártires del Río Blanco” dice que cuando llueve la espuma de río color nieve a sus compañeros les gusta jugar con ella. Él aprendió a no hacerlo más porque sabe que saca ronchas y enferma.

Lo dice en su casa, detrás del sillón en el que está acostada su mamá, Laura Miranda Gil –una mujer muy delgada, con el cráneo rapado cubierto por una pañoleta que está envuelta en una enorme cobija que la mantiene inmóvil. Se parece a las mujeres marchitas que aparecen en el video del Grupo Vida, que manifiestan tener cáncer.

Está de más decirlo que Laura, como las demás, culpa de ello al río. “¿Qué más pudo ser?”, pregunta desde su debilidad.

En la sala se apila su padre, sus hermanos y hermanas, su hijo, todos alrededor de la enferma, todos culpando al río, todos sintiéndose en la mira. “¿Qué nadie va a hacer nada en contra de las fábricas que contaminan el río? O qué ¿nos tenemos todos que ir de aquí?”, pregunta furiosa, al pie del sillón, su hermana.

Por ahora, esa pregunta no tiene respuesta. No se ve que haya por ningún lado.

https://cronicasyreportajes.wordpress.com/2007/03/05/reportaje-rio-santiago-fuenteovejuna-ambiental/