La ciudad de Puebla, 1er lugar nacional en desaparición de mujeres adolescentes

Ámbar Barrera, Lado B

La pobreza y la trata de personas, son dos factores que deben considerarse en lo que Martín Pérez, director de Redim, califica como una “epidemia” que requiere “una acción urgente de estado”

Hasta enero de 2018, 341 menores de edad continuaban en calidad de desaparecidos en el municipio de Puebla, esto lo pone en primer lugar nacional tan sólo detrás de Tijuana (250) y Ciudad Juárez (217), de acuerdo con cifras del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas.

La Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) publicó hace unas semanas estadísticas nacionales sobre personas desaparecidas, con especial enfoque en niñas, niños y adolescentes. En estas cifras se revela que las personas desaparecidas menores de 17 años son mayoritariamente mujeres.

En noviembre pasado, LADO B documentó que, en promedio, casi 4 de cada 10 mujeres (39%) que desaparecen en el estado tiene entre 14 y 17 años. La entidad ocupa el segundo lugar en desaparición de menores con 697 registros, de los cuales 477 (68.4 por ciento del total) son mujeres.

Juan Martín Pérez García, director de la Redim, explicó en entrevista con LADO B que la situación que se presenta en Puebla responde a una serie de factores contextuales que se relacionan: la pobreza, la existencia de muchas comunidades indígenas y la trata de personas.

La base de datos que procesó Redim incluye cifras de 1974, 1989, 1992, 1996 y 1998, y de 2001 a 2017. En las gráficas puede notarse un incremento dramático y constante a partir de 2006, año en el que da inicio la guerra contra el narcotráfico.

–No sólo la cifra de desaparecidos aumenta tras la fallida estrategia contra el crimen organizado, sino también las de otros indicadores como homicidios, desapariciones, feminicidios y violaciones, algo totalmente asociado a una estrategia de compactación de uso de fuego y tristemente de participación de autoridades en hechos criminales.

Martín Pérez sugiere ver estos datos tomando en cuenta algunos factores: la desaparición es un crimen de lesa humanidad, es decir, un crimen que atenta gravemente contra la integridad física o la salud mental cuando se comete como parte de un ataque generalizado o sistemático contra las personas, por lo que no distingue entre quien lo comete, ya sean autoridades o particulares.

De hecho la desaparición en México es un delito que, de acuerdo con Pérez, siempre está vinculado a las autoridades como cómplices, ya sea por consentimiento o por omisión.

–Ya podemos y debemos hablar de una epidemia de desaparición de mujeres adolescentes y jóvenes que requieren de una acción urgente de estado, no sólo para encontrarlas vivas o muertas, sino sobre todo para identificar los factores de este hecho delictivo y llevar a los responsables ante la justicia.

De no atender esta epidemia, las cifras seguirán como hasta ahora, en un aumento constante, así como puede verse en las gráficas de la Redim en las que, por ejemplo, de 2012 a 2014 se incrementó 200 por ciento la desaparición de mujeres entre 15 y 17 años de edad.

–El hecho de que las desapariciones se focalicen en mujeres adolescentes, da cuenta de que son el segmento de la población más desprotegido.

En su trato con las autoridades, la Redim ha insistido en la urgencia de generar acciones interestatales que incluyan a la Ciudad de México, el Estado de México, Puebla y Tlaxcala, una región donde se comenten los mismos delitos con el mismo patrón.

Natalí Hernández, directora del Centro de Análisis, Formación e Iniciativa Social A.C. (Cafis), quien ha dado acompañamiento a familias para denunciar la desaparición de mujeres, considera que las familias se enfrentan a un proceso de desempeño mediocre y deshumanizado.

En su experiencia, muchas mujeres desaparecen cuando están inmersas en dinámicas de violencia familiar, lo que las hace vulnerables a ser víctimas de la trata, sin embargo, las autoridades pocas veces siguen esa línea de investigación y minimizan la desaparición diciendo cosas como “seguro se fue con el novio”, haciendo a un lado que son justamente las parejas sentimentales de las víctimas las que buscan ganarse su confianza para después meterlas a las redes de trata.

Además, si la mujer es localizada, las autoridades no se ocupan de dar acompañamiento para su reintegración con la familia y en la escuela, lo que representa un riesgo en algunos casos para que la víctima vuelva a caer en las redes de trata, advierte la especialista.

En pocas palabras, durante el proceso, las familias prácticamente tienen que rogarle a las autoridades para que busquen a sus hijas, hermanas o sobrinas. Y las autoridades suelen darles un mal trato para regresarles la responsabilidad de la desaparición, haciendo que sientan culpa.

De acuerdo con Natalí Hernández es evidente la falta de trabajo con las autoridades sobre una perspectiva de derechos humanos de las niñas, niños y adolescentes y también sobre perspectiva de género, además de un mayor conocimiento sobre cómo funcionan las redes de captación de menores y cómo usan a su favor la incompetencia de las autoridades y la violencia social en el contexto de las víctimas.

Recordó el caso de una adolescente que fue encontrada después de la denuncia por desaparición. Su pareja sentimental, un hombre mayor que ella, la había convencido de irse con él. Ella estaba enojada y decía que no podía regresar con su familia. Los policías regañaron a la familia y minimizaron el caso, como lo hacen con muchos otros.

La familia no sabía cómo intervenir para evitar que ella volviera a irse, pues existía el riesgo potencial de que su pareja fuera un tratante. Al final la chica recibió atención psicológica proporcionada por Cafis, sin embargo, este caso habla de la indiferencia e ignorancia de las autoridades frente a la manipulación que los criminales ejercen sobre las mujeres en situaciones vulnerables.

https://ladobe.com.mx/2018/05/la-ciudad-de-puebla-1er-lugar-nacional-en-desaparicion-de-adolescentes/