Empeora situación de los rarámuris (Chihuahua)

 

Ciudad Juárez— La difícil situación económica por la que atraviesan las familias de la colonia Tarahumara ha repercutido aun más en los 125 niños y adolescentes que viven en este asentamiento indígena situado en la zona poniente de la ciudad; el poco bienestar que tenían se acabó cuando el Gobierno federal eliminó los programas que los ayudaban.

Además de que se canceló el apoyo que tenían para el comedor comunitario con el programa “Comedores sin hambre”, de la Secretaría de Desarrollo Social, se suspendió la ayuda del “Programa Prospera”, lo que provocó el desabasto de víveres para el comedor, en el que ya no pueden ofrecer dos comidas a los niños, sólo una, pero ahora por la contingencia sanitaria está cerrado, dice María Rosalinda Guadalajara Reyes, exgobernadora de la colonia Tarahumara en esta frontera.

Aunque en esta contingencia sanitaria por el Covid-19 los niños han recibido sus clases en casa, los estudiantes de la etnia rarámuri no pueden hacerlo, ya que la Federación también canceló el programa “México Conectado”, el cual facilitaba el acceso al Internet en todos los sectores de la comunidad.

“Antes sí lo teníamos y tenemos las computadoras en un salón de esta colonia, pero ya están sin uso. Los niños y jóvenes no las pueden utilizar porque no les sirven de ayuda para la escuela, como sucedía antes, cuando con ese programa tenían acceso a Internet”, explica Rosalinda.

Los maestros pusieron algunas actividades a los muchachos para no perder el ciclo escolar, pero no todas las pueden hacer porque necesitan el Internet y no hay, señala Guadalajara Reyes, quien sigue colaborando en programas de apoyo a esta etnia en la ciudad.

También nos quitaron el apoyo que antes se tenía para las mujeres “Jefas de Familia”, a quienes les daban beca escolar para los hijos que tuvieran, fueran tres o cuatro, y ahora es diferente, pues con el llamado “Programa de Bienestar”, sólo ayudan para un niño, lo que afecta a muchas mujeres rarámuris que tienen más de uno. La ayuda era de 950 pesos a la madre y 800 al niño, cada dos meses, señaló.

Los rarámuri no tienen buenos trabajos en la ciudad, pues casi todos son albañiles, y las madres trabajan en casas, pero no todos los días las ocupan y ganan muy poco, comenta la exgobernadora de la etnia en esta colonia habitada por cerca de un centenar de familias, alrededor de 350 personas.

Aunado a ello, señala, por la crisis de salud que se registra actualmente, tanto hombres como mujeres que elaboran productos típicos no pueden hacerlo porque no hay dónde venderlos, además de que no pueden ir por la palma y otros productos que traen de la Sierra para elaborar algunos de ellos como los canastos conocidos como ‘ware’.

Esta situación trae como consecuencia que algunos de ellos salgan a las calles a pedir ayuda de la gente, pues la economía está muy difícil para todos, y se dan casos en que los padres se llevan a los niños para pedir a los automovilistas en los cruceros, como se ha visto en algunas zonas de la ciudad, en donde los infantes, usando el cubrebocas, piden el apoyo de los guiadores.

Algunos adultos se llevan a sus hijos porque no tienen con quien dejarlos, dice la exgobernadora de la colonia, y también hay niños que quieren ir para ayudar a sus papás a juntar algo de dinero para comprar la comida, pues la situación está muy difícil.

“En la escuela no los podemos dejar, la Secretaría de Salud nos ha dicho que no debemos hacer reuniones con mucha cantidad de niños y adultos juntos, por eso no podemos tener clases, ninguna actividad con ellos, por eso están en sus casas, pero algunos se aburren y se salen a la calle, aunque permanecen en la colonia”, comenta.

Rosalinda Guadalajara dice que no dejan de pensar en cómo conseguir los víveres para elaborar las comidas que ofrecían en el comedor comunitario, ya que los más afectados con esto son los niños y adolescentes del asentamiento, 125 de cero años, hasta los adolescentes, muchos de los cuales son hijos de madres solteras.

Ellas se han organizado y hacen artesanías, pero ahorita no hay dónde ofrecerlas, dónde vender, por eso en el taller de costura se les ocurrió elaborar cubrebocas con la misma tela que usan para hacer sus vestidos; son lavables, de buena calidad, no están caros, los venden a 50 pesos cada uno, pero las ventas les han bajado mucho, ya no tienen pedidos, indicó.

“Sería bueno que la gente venga y les compre los cubrebocas, en algo les ayudarían”, dice esta mujer, quien fue dos veces la gobernadora de la Tarahumara y mantiene la búsqueda de apoyo para reactivar el comedor y llevar de nuevo el Internet para uso de los niños y jóvenes que radican en esta colonia pegada los cerros al oeste de la ciudad.

Sin ayuda oficial

-El comedor apoyado por la Secretaría de Desarrollo Social sólo puede ofrecer a menores una comida al día

-El programa ‘México Conectado’ fue eliminado y ahora no pueden tomar clases virtuales

-También nos quitaron el apoyo que antes se tenía para las mujeres jefas de familia

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