Una semilla germina en el oriente de Edomex

Celia Guerrero / Pie de Página

Mover el foco de atención de la organización y las manifestaciones feministas de la capital hacia sus periferias es una necesidad para las mujeres que las habitan. La Red de Mujeres del Oriente del Estado de México planea recorrer esas calles el próximo domingo, 19 de enero

Esta Igualada decidió convertirse en un canal para recibir una mini respuesta a tres preguntas que van de la mano de una reflexión sobre lo que puede germinar cuando las mujeres se encuentran y lo que cultivaremos si somos capaces de apreciarlo: ¿Qué convoca a un grupo de mujeres diversas a unir sus luchas? ¿Cuáles son las prioridades de las habitantes de la periferia de la capital que piden descentralizar el movimiento feminista? ¿Cuál es la invitación que hacen a otras y otros habitantes de esos territorios periféricos asolados por la violencia machista?

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Hay diversas circunstancias que distinguen a las integrantes de este grupo de mujeres reunidas un sábado por la mañana a unas cuadras del palacio municipal de Nezahualcóyotl, Estado de México: la generación, la profesión, las vivencias personales. Pero basta una razón para unirlas: todas son habitantes de esa demarcación o de otra colindante, Chimalhuacán. Es preciso decir que son mujeres de la periferia de la capital mexicana. Están ahí para acordar los últimos preparativos para el domingo, 19 de enero, día en el que han convocado a una manifestación como Red de Mujeres del Oriente del Estado de México para acompañar a familiares de mujeres desaparecidas.

Platican de manera colectiva sobre lo que las lleva a estar reunidas ahí, son un coro que cuenta una historia que comienza en 2018, cuando varias de las integrantes asistieron al primer Encuentro de Mujeres que Luchan del que las zapatistas fueron anfitrionas.

En ese evento, que podría decirse fue el punto de partida de esa Red, decidieron que iban a organizarse junto a otras mujeres del lugar en donde habitan porque esa fue una de las tareas que las zapatistas dejaron a las más de cinco mil asistentes al finalizar las actividades: “Acordamos seguir vivas y seguir luchando, cada quién según su modo, su tiempo y su mundo”, dijeron.

Al regresar de Chiapas, lo siguiente que hicieron quienes imaginaron la Red fue comenzar a vincularse con organizaciones, colectivos y grupos de mujeres que ya trabajaban en lo mismo que ellas: parar la violencia machista, y desde el mismo sitio que ellas. Para ello convocaron a una nueva reunión, esta vez en su territorio: el encuentro de mujeres del Estado de México. Ese evento les permitió ver que el nombre les quedaba muy grande porque a él asistieron al rededor de 50 mujeres, pero solo de los municipios Nezahualcóyotl, Chimalhuacán y Ecatepec. Así que, al final, para ser más precisas, se nombraron mujeres del oriente del Estado de México.

Luego vinieron las marchas del 8 de marzo en Ecatepec y la del #24N Descentralizado en Chimalhuacán en la que participaron por primera vez con una insignia: las máscaras que portan y ellas mismas confeccionan para representar a las mujeres desaparecidas y asesinadas de Chimalhuacán y Neza.

Y es que la prioridad de las integrantes de esta Red es dar acompañamiento a familiares de mujeres y niñas víctimas de violencia en su territorio, uno tremendamente asolado por la violencia feminicida, potenciada por las desigualdades sociales propias de esa periferia. Su objetivo es organizarse porque saben que es una necesidad para cambiar eso que quieren sea diferente, buscan acompañarse para sanar juntas.

Mover el foco de atención de la organización y las manifestaciones feministas de la capital hacia sus periferias es otra necesidad para las mujeres que las habitan. Ellas, en el oriente, necesitan mayor visibilidad de sus problemáticas y que más personas se enteren que están unidas en la defensa de la vida —con todos los riesgos que eso implica en un territorio donde los poderosos imponen la muerte—, organizadas en resistir pero también en construir. Así, esperan por fin reaccione la sociedad civil desactivada a través de la política de la impunidad.

En el camino que han recorrido durante casi dos años, el último de sus sueños colectivos es la creación de un refugio para mujeres violentadas en Chimalhuacán. También han pensado en continuar manifestándose en los sitios donde nadie más lo hace porque saben lo simbólico que es salir a protestar en las mismas calles que la violencia machista y feminicida invade, porque dimensionan la importancia de reclamar como propios esos espacios que les han querido arrebatar.

La Red de Mujeres del Oriente del Estado de México, una pequeña semilla que germina y necesita riego, planea recorrer esas calles el próximo domingo, 19 de enero.

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