Los Panchos y el enclave de la dignidad.
Colectivo Grieta
Enclavado en medio de la periferia oriental de la Ciudad de México, se construye día con día una forma de vivir en común donde el mando lo tienen la palabra, la imaginación y la creatividad colectiva para la vida. En Iztapalapa, al pie del Yuhualixqui (cerro de la arena), dos grandes portones negros con una estrella roja en cada uno, anuncian la entrada a la Cooperativa de Vivienda Acapatzingo, territorio de la Organización Popular Francisco Villa de Izquierda Independiente (OPFVII).
Al entrar no nos abrieron los portones guardias de seguridad privada ni agentes de la policía, sino dos compañeras integrantes de la comisión de vigilancia que con lujo de calidez humana nos dieron paso, advirtiéndonos que los carros no podían avanzar más de 10 kilómetros por hora, ya que en este territorio se prioriza la vida de los niños y las niñas, y porque que la calle es de todos. A medida que nos adentrábamos, se hacía evidente que nos encontrábamos en un territorio especial.
“Bienvenidos a nuestra casa, la casa de los panchos y las panchas… y de las panchitas y panchitos.” Así nos advirtieron, de entrada, que la vida de las y los menores en esta organización está al frente del proyecto organizativo. Continuaron comentándonos que “muchos nos conocen porque nos ven en las marchas, pero ustedes aquí van a ver la semilla que está detrás de eso, la vida colectiva y cotidiana de nuestra organización”. Y así se percibe desde el momento de ingresar a la comunidad. Al entrar, se siente un espacio donde el respeto colectivo le da forma a la traza urbana de las banquetas, las calles, las casas, los jardines. No hay policía, la seguridad corre a cargo de la organización, del sistema de justicia que se ejerce dentro de las comunidades. Lo que se percibe al ingresar a Acapatzingo es una seguridad que pone en el centro el cuidado colectivo sobre las personas, donde queda lejos el miedo que circula por cada uno de los rincones de la megalópolis.
Foto: Casa de Salud Comandante Ernesto Guevara de la Serna
Entre las varias comunidades de la OPFVII, Acapatzingo es la más antigua, donde viven casi 600 familias. Es resultado de la lucha organizada de más de cuatro décadas por la vida colectiva digna, y si bien la vivienda atraviesa la médula de sus demandas, nos dejan claro que “este no es proyecto de vivienda, es un proyecto de vida”. La historia de la organización se remonta a los años 80 del siglo pasado, cuando crecía el Movimiento Urbano Popular en un contexto de escasez de vivienda provocada por el sismo de 1985 y por los grandes flujos de migración que llegaban del campo a la ciudad. Luego de constituirse en aquellos años y tener que enfrentar la política de división sistemática que se promueve desde el gobierno y desde el sistema de partidos políticos, la OPFVII nos enseña que la autodeterminación y autonomía de los pueblos se puede ejercer en el espacio urbano siempre y cuando la asamblea sea la que mande.
Hoy la OPFVII se compone de más de una decena de comunidades urbanas en las delegaciones de Iztapalapa y Tláhuac que caminan en una misma dirección y con una estructura organizativa que emerge desde la ‘Asamblea General’ como el mayor órgano de decisión. De ahí se deprenden espacios plenarios por localidad, zonas y regiones. Con principios políticos y organizativos centrales que marcan la predominación de la voz colectiva en la toma de decisiones y se desprenden las comisiones que orientan el trabajo colectivo (Comunicación, Educación y Cultura, Salud, Mantenimiento, Vigilancia, Agricultura Urbana y Deportes, entre otras). De esta manera, cada paso que da la organización es resultado de trabajo y decisión común.
Aquí se ha construido una voz colectiva que desafía la política de arriba, la política del clientelismo que, interesada únicamente en la lógica electorera y partidista, sólo fragmenta, desorganiza y lastima el tejido social. En las comunidades de la OPFVII la toma de decisiones es diametralmente diferente, pues se trata de un ejercicio de todas horas, de todos los días, de todos y todas. Es una democracia directa que se construye y se reconstruye desde abajo, y que toma forma en comisiones a través de las que se discuten y ejecutan los grandes temas de la organización. La participación es permanente y en todos los niveles, con el fin de garantizar que la voz de la asamblea tome forma en la práctica de todos los integrantes de la organización y en todos los niveles.
Foto: Huerto Colectivo
En el oriente de la ciudad, donde la vivienda sólo escasea, donde el hacinamiento y los programas de vivienda impulsados por el gobierno y las empresas inmobiliarias sólo demuestran deprecio por la vida de las familias trabajadoras, los integrantes de la OFPFVII tienen garantizada una vivienda que, aunque modesta, cuenta con todas las necesidades para que la vida en la colonia se viva con dignidad. Mientras abunda la escasez del agua, particularmente en una delegación como Iztapalapa (no porque no haya, sino porque es concesionada a empresas), en Acapatzingo se ha creado un sistema de reciclaje y potabilización de agua que garantiza a la comunidad un 90% de autonomía en acceso a este líquido vital.
Mientras las cuentas de luz sólo ahogan a las familias en deuda, en Acapatzingo se han construido cinco subestaciones que garantizan de forma sobrada el consumo de electricidad. Mientras que el grueso de la población trabajadora en la CDMX está excluido de los servicios de salud, los panchos y las panchas han construido y equipado la casa de salud “Comandante Ernesto Guevara de la Serna” que garantiza el permanente monitoreo y cuidado médico de su población. Mientras el consumo de alcohol y drogas se hace parte de la vida diaria de la juventud, aquí se prioriza el deporte y las actividades culturales para que las y los niños y jóvenes puedan crecer desde una lógica del cuidado propio y colectivo.
Además, se agregan los esfuerzos colectivos por crear una preparatoria para las y los jóvenes, así como una radio comunitaria “La Voz de Villa” que transmite en frecuencia modulada para todo el oriente de la ciudad, donde se determinan los contenidos de forma consensuada. Las artes son parte medular en la vida de las comunidades de OFPFVII, lo cual se percibe a través de los diversos espacios dedicados a talleres y actividades para el fortalecimiento cultural de la comunidad. De igual forma, se procura el cuidado colectivo de un huerto urbano de gran tamaño, donde se siembra y cosechan insumos para los alimentos y hierbas medicinales.
Foto: Estación de radio “La Voz de Villa”
Estos son sólo algunos de los varios ejemplos de la vida digna que se construye y reconstruye en las comunidades de la OPFVII, donde se ha demostrado de forma contundente que la organización colectiva tiene capacidad de frenar el miedo y la constante amenaza a la vida que cada día y con más fuerza sacude a la gran urbe del valle de México. A través de décadas de resistencia organizada, la OPFVII nos demuestra que se puede construir en común desde horizontes que coloquen la vida en el centro de la práctica política y organizativa.
Para más información sobre la OPFVII, consultar https://opfvii.org/