El Ejército desobedece la suspensión definitiva para construir una casa de retiro en la laguna de Bacalar (Quintana Roo)
Carmen Morán Breña / El País
Vecinos y ecologistas critican el desacato de los militares y aseguran que las obras prosiguen
El Poder Judicial no parece afectar al poder militar. El Ejército prosigue las obras de una casa de retiro en el borde de la laguna de Bacalar (Quintana Roo) a pesar de las suspensiones dictadas por los jueces federales, una primera, provisional, y una segunda definitiva, a la espera de que se resuelva el caso. Las tareas de construcción siguen con maquinaria pesada y camiones que entran y salen de un recinto vallado a las miradas de la población, que es quien ha ganado los amparos. Así lo certifican quienes allí viven y luchan por proteger el patrimonio natural y turístico de la laguna de los siete colores, en plena selva maya.
“Se ha dicho por parte de este gobierno y del anterior hasta el cansancio que por encima de la ley no hay nadie, ni al margen de la ley tampoco, pero no parece afectarles esa máxima a los militares”, critica Carlos Samayoa, de Green Peace, atento a lo que está ocurriendo en este enclave, uno de los más hermosos de México. “Se trata de respetar a la ciudadanía de Bacalar y a la vida de la laguna y la selva. Si la laguna está en peligro, la selva también lo está. Para eso se ha dictado la suspensión de las obras, hasta examinar bien hasta qué punto esta construcción puede afectar el hábitat natural”, añade Samayoa. “Creemos que el Ejército está actuando de una forma autoritaria”.

A mediados de abril, los vecinos lograron la primera suspensión cautelar de las obras que se desarrollan frente al fuerte de San Felipe, una edificación contra la piratería de siglos atrás que hoy es un museo. Pero ya entonces se quejaron de que la Secretaría de Defensa Nacional había hecho caso omiso de la prohibición y seguía con sus planes. Tiempo después ha conseguido otra suspensión indefinida hasta que los tribunales se pronuncien sobre el fondo del asunto, es decir, si las obras son perjudiciales para el entorno. A ese segundo veto judicial, el Ejército ha respondido con la misma actitud, la indiferencia.
El Grupo Ecologista del Mayab es uno de los que están peleando este “atropello”, con denuncias presentadas ante la Procuraduría de Protección al Ambiente (Profepa) que no han tenido respuesta. Se quejan de la afectación de las obras sobre la cara más turística del pueblo, precisamente el fuerte de San Felipe, que obstaculizan las vistas a la laguna. El perjuicio para la laguna también es otro frente de lucha, puesto que los vecinos afirman que se está interviniendo en una franja de 20 metros junto al agua que es espacio federal. El proyecto no ha pasado informe medioambiental, puesto que la Secretaría de Medio Ambiente, (Semarnat) consideró que la intervención, presentada como una restauración, “no genera desequilibrio ecológico y no transgrede la normatividad aplicable en materia ambiental”, algo que desmienten los vecinos. No es la restauración de unos inmuebles, es algo más allá, aseguran. Y la justicia les viene dando la razón de forma provisional.

Bacalar, conocida como la laguna de los siete colores, ha ido perdiendo parte de su encanto con los años, debido precisamente a numerosas construcciones que jalonan su orilla, hoteles, restaurantes, zonas de baño. Las embarcaciones de vela y a motor también surcan sus aguas turísticas. A pesar de ello, es uno de los destinos más preciados de los mexicanos y los extranjeros por su belleza caribeña. La Secretaría de la Defensa (Sedena), dicen los afectados, posee otro predio más allá que no tendría tantas implicaciones ecológicas y, sin embargo, ha decidido intervenir sobre este espacio. Pero esta vez se ha encontrado con una protesta constante de los vecinos que han llevado el caso hasta los tribunales, con éxito relativo. No contaban con que la Secretaría de la Defensa fuera de “desacatar por completo” lo que dictan los jueces.