“Nos dejan mierda, pestilencia y moscas”: La batalla de Kinchil contra granja avícola en Yucatán

Claudia V. Arriaga Durán / Proceso

KINCHIL, Yuc (Proceso).– El Consejo Comunitario de Kinchil denunció a la empresa avícola CRÍO por destruir los basamentos de Kolotso, “el lugar donde canta el pavo”, que son parte de la zona arqueológica maya Tzemé, antigua capital poniente de Yucatán. En respuesta, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) colocó sellos de suspensión de la obra.

Pese a ello, el 3 de noviembre último sorprendieron al personal de la compañía trabajando en el lugar con maquinaria pesada.

Las mujeres y hombres mayas del municipio de Kinchil entregaron el 17 de octubre último al INAH una denuncia por escrito para dar parte de lo que calificaron como un etnocidio, es decir, la destrucción del pueblo maya. Una semana después personal del instituto acudió a una inspección y constató los daños a los vestigios.

Sin importarle los sellos de suspensión de la obra, la empresa continuó con la construcción de dos módulos con seis naves en las que criarían a miles de pollos.

“Nos dijeron que se clausuró y las maquinarias siguen trabajando. Entonces ¿a quién están engañando? ¿El INAH a nosotros o la empresa al INAH? Es muy injusto esto que se está haciendo (la empresa); mientras se llevan el dinero y llenan los bolsillos a nosotros no nos beneficia en nada, nos perjudica. Lo único que nos dejan es la mierda, la pestilencia y las moscas de los pollos”, denuncia Gregoria Dzul, integrante del Consejo Comunitario de Kinchil.

El área arqueológica de Tzemé tiene varias pirámides mayas y entre esas construcciones sobresale una que tenía 20 metros de altura, además de otras de menor tamaño.

Se calcula que en esta zona hay una población de 10 mil habitantes dedicados al cultivo de algodón, palo de tinte y a la recolección de madera, así como a la apicultura.

Los sellos contra las obras de la empresa CRÍO en suelo maya. Foto: Sofía Vital

El Consejo Comunitario de Kinchil desconoce la fecha exacta en que se inició la construcción de los nuevos módulos de CRÍO, pero de ello se dieron cuenta porque el ruido espantó al ganado de uno de los campesinos.

Hace tres semanas descubrimos la destrucción porque la familia Canul tiene su ganado aquí cerca, al igual que sus abejas -comenta otro integrante del Consejo, Federico May”.

“Somos defensores de la tierra, vimos lo que están haciendo, había árboles, cerros y estaba un cerro que llamamos Kolotso, el lugar donde canta el pavo”, un pocito y ya se lo acabaron”, agrega Felix Canul.
Reclamo para la Profepa

El daño causado por la construcción de la empresa CRÍO no es únicamente a las estructuras del pasado maya, también hay afectaciones al medio ambiente, denuncian. Calculan que la empresa deforestó seis hectáreas de tierra para hacer nuevos módulos.

“La primera nave que se hizo nos afecta, si se hace otra nos quedamos sin abejas y al quedarnos sin abejas no hay polinizadoras; nosotros nos vamos a acabar, los humanos dependemos de las abejas, pero la gente no lo sabe. Piensan que con su dinero pueden hacerlo todo y no. ¿Y si no respetan al gobierno, cómo nos van a respetar a nosotros?”, cuestiona Gregoria Dzul.

Modesta Canul es apicultora, reclama que las autoridades ambientales como la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) no ha realizado alguna inspección para verificar si cuenta con los permisos de cambio de uso de suelo.

Modesta Canul. “Nos están contaminando el aire, el agua y la tierra”. Foto: Silvia Vital

“Las abejas se van porque no les gusta el olor del aire contaminado, les gusta el de las flores. No estamos de acuerdo con que se hagan más naves (de pollos) porque nos están contaminando el aire, el agua y la tierra”, expone.

Al percatarse de la presencia de los integrantes del Consejo Comunitario de Kinchil, el personal de la empresa CRÍO pidió apoyo de la policía del municipio. Los uniformados acudieron al lugar y cuestionaron a las mujeres y hombres mayas sobre su presencia en el área. En respuesta, los integrantes del consejo les cuestionaron por qué estaban protegiendo a la empresa y permitiendo que sigan los trabajos, pese a que existe una suspensión de la obra ordenada por el INAH.

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