‘La tianguis’, un espacio de trabajo donde la población LGBTIQ+ lucha por sobrevivir (Ciudad de México)

Eréndira Aquino / Animal Político

En “la tianguis” se ofertan lecturas de tarot, ropa y creaciones artísticas. Pese a agresiones que han sufrido, los vendedores afirman que defenderán el espacio, que consideran histórico para la comunidad LGBTIQ+.

Antes de llegar a “la tianguis disidente”, Rabia -seudónimo que pide utilizar para salvaguardar su identidad- trabajaba como mesero y estudiaba la licenciatura. Sin embargo, al inicio de la pandemia perdió su empleo y, al darse cuenta de lo complicado que sería encontrar otro, decidió comenzar a vender ropa de segunda mano.

“Venimos aquí desde hace cinco meses ya, desde mayo. Lo que vendemos es ropa de segunda mano y algunas cosas nuevas. Antes de llegar aquí tenía una tienda en línea con una amiga, pero todo ha sido un proceso muy reciente, porque previo a la pandemia yo estaba trabajando como mesero”, narra el joven mientras recorre los pasillos de “la tianguis”.

Se trata de un mercado montado dentro de la Glorieta de los Insurgentes, próximo a la salida hacia la calle Génova, en la Ciudad de México, donde personas queer, trans, lesbianas, gays, bisexuales, pansexuales, asexuales y de otras identidades disidentes ofertan lecturas de tarot, ropa, stickers, pinturas y otras creaciones artísticas.

Aunque varios integrantes de “la tianguis” coinciden en que la consideran una espacia segura para vivir libremente, reconocen que permanecer ahí no ha sido sencillo, pues en varias ocasiones han denunciado agresiones por parte de la ciudadanía, de organizaciones de comerciantes, así como de las autoridades capitalinas.

“Conseguir trabajo no es nada fácil”

“Tomamos la espacia para hacerla nuestra, porque estamos generando lo que no nos dan en ningún lado. Las autoridades vienen a pedir que nos retiremos, que nos ponen en otro lugar… pero no sé si sería tan simbólico, porque este lugar está ligado a la resistencia desde que nació en México”, explica Rabia.

Como parte de la toma del lugar, colectivas y comerciantes han realizado pintas en los muros de los pasillos en ese rincón de la Glorieta, en las que se leen frases como: “Queer”, “Te quiero trans”, “Menos teoría, más empatía”, “Aquí no hay gordofobia”, “No es bandalismo, es rabia” y “Si no le gusta no se admire, al chile las miradas insultan”.

Al fondo se escuchan a todo volumen aplausos, gritos y alabanzas de un templo cristiano que se encuentra en uno de los locales de la misma Glorieta. Cada determinado tiempo, uno de los miembros de la iglesia pasa ofreciendo libros religiosos de bolsillo gratis a quienes se encuentran en los alrededores.

A unos metros de donde se ubican los puestos, hay varias mujeres policías de pie, vigilando. Después de haber sido agredidos por parte de ciudadanos que los acosan e insultan, y de comerciantes que los han amenazado en varias ocasiones y han llegado a golpearlos, el gobierno de la Ciudad de México acordó con “la tianguis” que contarían con seguridad de manera permanente. Pero a pesar de la presencia policiaca, Rabia dice que la violencia no se ha detenido, y por el contrario, también la han vivido por parte de los uniformados.

“En realidad estar aquí es muy pesado, muy complicado… pero al menos yo sigo aquí porque ha sido también el primer espacio donde he podido estar con mi novio dándome un beso sin sentirme en peligro. Y yo solamente soy marica, pero sé que para una trans conseguir trabajo no es nada fácil, muchas veces solo les ofrecen ser peluqueras o ejercer el trabajo sexual”, reconoce el tianguista.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en agosto de 2021, había 39.8 millones de personas mayores de 12 años que no participaron en actividades económicas.

El INEGI señala que la Población No Económicamente Activa (PNEA) fue de 3.3 millones de personas menos que en 2021, en comparación con agosto de 2020.

Las cifras oficiales señalan, sin embargo, que para 7.2 millones de personas -equivalentes al 13% de la población ocupada- los ingresos por un empleo no son suficientes, pues respondieron a la encuesta que tienen necesidad y disponibilidad para trabajar más horas.

“La tianguis”, según ha constatado Rabia, está integrada estudiantes, quienes consiguen un ingreso que les permite continuar con su proyecto escolar, y por personas que “solo viven de hacer esto, y como están ahorita las condiciones de trabajo salir a buscar otra opción es muy complicado, especialmente para la comunidad… hay mucha discriminación”.

“Es un alivio tener un espacio así”

Entre los reclamos por parte de quienes integran “la tianguis”, sobresale el trato que han dado a las, los y les vendedores, sin importar que han manifestado que en el espacio se encuentran personas menores de edad, quienes pese a reconocer el riesgo que implica participar en la toma, señalan que están dispuestas a “darlo todo” por no perderlo.

Une adolescente queer, quien acepta ser entrevistade por el medio, señala que “es un alivio muy grande tener un espacio como la tianguis, donde te sientes libre porque no te van a juzgar. En otros lados se vive mucha discriminación por tus preferencias o tu identidad de género, y eso es feo, porque no logras encontrarte en ninguna parte”.

En la entrevista le acompaña otre adolescente que participa en el espacio, quien coincide con la percepción de libertad y seguridad que describe su compañere. A ello, agrega que, gracias a la oportunidad de trabajo que significa para elle “la tianguis”, podrá comenzar a pagar su tratamiento hormonal para continuar con su transición sexogenérica.

“Cuando eres una juventud trans estás en ese proceso de que quieres empezar tu transición, con terapia hormonal o algo que te oriente, y si no tienes la suerte de que tu familia te apoye… para nosotres es incluso más difícil que para una persona adulta, porque no tenemos una fuente de ingresos para los tratamientos o para comprar ropa acorde a tu género. Por eso es que aquí vemos una oportunidad de conseguir dinero para eso”, explica.

Venden ropa y brownies veganos, y como tianguistas han sido testigos de algunas de las agresiones verbales y físicas que han sufrido sus compañeres por parte de gente que circula por la zona, de las organizaciones de comerciantes -que al inicio querían cobrarles por montar sus puestos, y ante la negativa intentaron quitarlos-, como de los policías que fueron designados para salvaguardar la seguridad de sus integrantes.

“No nos cuidan, en realidad están aquí intentando provocar miedo, porque hemos recibido burlas transfóbicas de su parte durante los enfrentamientos. Eso sin mencionar que nos han encapsulado, incluso en una ocasión nos rodearon sabiendo que había una persona de 13 años, porque se los dijimos… se los dijimos, pero nos ignoraron”, denuncian.

“Piensan que por ser les más pequeñes de la tianguis vamos a tener miedo, pero la verdad es que cuando vives una vida en la que te odian y discriminan en todos los lugares que pisas, dejas de tener miedo, sabes que en todos lados va a ser así y vas a darlo todo por el único lugar donde las cosas son distintas”, menciona une de les jóvenes.

Por ello, afirma, “estamos aquí, vamos a seguir resistiendo, para que les niñes no se sientan oprimides. No nos vamos a quedar cruzades de brazos ni vamos a permitir que vuelvan a poner una mano encima a nuestres compañeres”.

Más allá de las ventas

Para Satanás No Binarie -pseudónimo que pide para identificarle, por miedo a vivir represalias-, la importancia de “la tianguis” va más allá de ser un espacio para que las personas de la comunidad LGBTIQA+ tengan empleo y socialicen, pues se ha vuelto un sitio para promover la salud, porque se realizan pruebas de VIH, y donde incluso duermen algunas personas que perdieron su casa.

“Cuando inició la pandemia las personas de la comunidad se quedaron sin trabajo y los hoteles se cerraron, así que muches se quedaron sin donde dormir. Este lugar es importante porque históricamente la Zona Rosa ha sido punto de reunión de las disidencias”, abunda.

Pese a que no lo considera un espacio seguro, por las agresiones que viven, dice que trabajan por construir un sitio en el que puedan reunirse a vender, convivir y sentirse bien. En esta “nueva familia”, dice, todes comen, “sin importar si tienen dinero o no”.

La población LGBTIQA+ forma parte de los grupos en situación de discriminación de la Ciudad de
México. De acuerdo con una encuesta elaborada por el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación (Copred) en 2017, ocupan el segundo lugar entre las poblaciones más afectadas.

En dicha encuesta, el 85.2% de la ciudadanía reconoció que se discrimina a las personas gays por sus preferencias sexuales. El 76.8% opinó que también se discrimina a las lesbianas, y el 77% reconoció que existen estas prácticas hacia personas trans.

Un tercio de la población dijo que no estaría dispuesta a rentar una habitación a personas trans (36%) ni a personas lesbianas o gay (32%), y a cuatro de cada diez no les gustaría que una persona homosexual fuera electa para la presidencia de la República.

Además de ser discriminados por su preferencia sexual, en la Encuesta Nacional de Cultura Cívica 2020 del INEGI, personas que se identifican como trans, gays, lesbianas y bisexuales manifestaron que se han sentido discriminadas por su color de piel, por su edad, por su arreglo personal, por su peso o estatura, su clase social, por tener alguna discapacidad incluso por su religión.

Este panorama de discriminación, que se materializa en desigualdades es el que, según Satanás No Binarie, dio pie a que se conformara “la tianguis”. Incluso, dice, se hizo porque las personas trans y queer no tenían espacio en otros ejercicios similares de venta, como “las mercaditas”, impulsadas por colectivas feministas, que en ocasiones no permiten la inclusión de personas que no son mujeres.

Antes de continuar atendiendo su puesto de ropa, Satanás No Binarie hace un último comentario: “No queremos permisos del gobierno. No queremos que vengan a regularnos porque nosotres podemos regularnos por nuestra cuenta. No queremos líderes, nos organizamos y acordamos nosotros. Solo queremos respeto, que nos dejen existir, que no nos discriminen”.

“Queremos ser felices y sobrevivir… necesitamos comer, comer y resistir en un espacio seguro”.

https://www.animalpolitico.com/2021/10/la-tianguis-un-espacio-de-trabajo-donde-la-poblacion-lgbtiq-lucha-por-sobrevivir/