Pese a pandemia, trabajadores de la tercera edad, los encargados de limpiar el metro (Ciudad de México)
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Alex Osorio / La Izquierda Diario
Pese a que la OMS declara población en riesgo a los adultos de la tercera edad, en la Ciudad de México, miles de adultos mayores garantizan la limpieza del metro, un foco rojo en medio de la pandemia.
Las autoridades mexicanas anunciaron una cifra de 82 casos confirmados y 171 sospechosos, pese a impulsar medidas para la fase 2 frente al Covid 19, estas medidas no contemplan la paralización de los servicios estratégicos como el metro, fundamental para la vida económica de la capital.
En el metro transitan alrededor de 5 millones de personas y llegan a viajar seis personas por metro cuadrado, un escenario ideal para la propagación del virus.
Hoy en medio de la contingencia mundial, el metro no ha anunciado medidas sanitarias nuevas para cada vagón y estación. La limpieza de las 195 estaciones depende de los 6 mil trabajadores subcontratados y sin derechos laborales elementales que trabajan 9 horas por 1,350 pesos a la quincena.
Lo indignante es que la enorme mayoría son adultos mayores, que frente a la pandemia conforman un grupo vulnerable, pero poco o nada importan las vidas de miles de trabajadores que en vez de gozar de una pensión, cargan botes de agua y trapeadores entre pasillos y escaleras.
La explotación laboral tiende a ser más clara en este tipo de casos, dónde se muestra de manera más cruenta la situación casi obligada de millones de trabajadores precarios que en medio de la contingencia no pueden dejar de trabajar ya que no tienen derechos elementales que les garanticen el pago al 100% día con día o no perder el empleo y quedar en la calle en medio de una contingencia.
Miles de adultos mayores se jugarán la vida en las próximas semanas amen de preservar su puesto de trabajo, como hemos sostenido en otras notas, la precarización laboral mata.
En medio de esta contingencia es urgente que los trabajadores del metro sindicalizados y precarios voten una comisión de higiene y seguridad que, junto con expertos en el tema, impulses medidas de salubridad y de ser necesario, se declare la necesidad del cierre del metro, sin repercusiones o despidos para los trabajadores.
Por eso es fundamental que los sindicatos que se reclaman democráticos se pongan la cabeza de un plan de contingencia que pueda tomar estos casos en cuenta, que garantice su basificación y sindicalización, medidas mínimas para garantizar que no pierdan el trabajo.
Aunado a esto, es clave la exigencia de una partida presupuestaria que garantice atención médica gratuita a los 30 millones de trabajadores que no cuentan con seguridad social, cosa que sólo se puede garantizar mediante impuestos progresivos a las grandes fortunas y el no pago de la deuda externa.