Inundaciones en la Península de Yucatán, una eventual consecuencia del llamado “tren maya”


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Un control efectivo sobre el manejo de las aguas negras y la suspensión inmediata de las construcciones gigantescas en las playas son dos medidas urgentes que el Estado debiera tomar si quiere revertir el desastre que se cierne sobre el agua dulce en la Península, afirmó Emiliano Monroy Ríos, doctor en Hidrogeología por la Northwestern University Technological Institute, de Chicago, Estados Unidos.

De visita en Mérida, invitado a dar una conferencia en la UNAM, Emiliano Monroy conversa con integrantes de Múuch Xíinbal y de la Red de Resistencia y Rebeldía Jo’ sobre su visión del estado de las cosas en la Península ante la eventual construcción del llamado “tren maya”.

En Quintana Roo muchos hoteles están construidos sobre cuevas y el agua corre en ellas. Para evitar que buzos exploren esos recintos acuáticos, los hoteleros clausuran esas cuevas, trastornando los flujos de las corrientes y haciendo que cambie su curso. “El agua siempre busca una salida y la encuentra, y siempre termina inundando alguna parte”.

Asimismo, la construcción del “tren maya” en la Península será una amenaza para las cuevas porque lo primero que harán los ingenieros es rellenar las cuevas para evitar que éstas colapsen por las vibraciones, detalló Emiliano Monroy. Esto sin embargo provocará tarde o temprano inundaciones, porque el agua subterránea aflorará.

A mí lo que me preocupa son dos cosas, dice el académico con amplia experiencia en las cavidades de la Península, especialmente de Quintana Roo: primero, la permanencia de las cuevas, porque su estudio nos permite estudiar y conocer nuestro pasado; segundo, que la vibración de un “tren maya” ponga en peligro la seguridad de los pueblos asentados originalmente en estas tierras, y desde luego la seguridad de potenciales pasajeros.

En las cuevas de la Península existen ecosistemas únicos –con especies únicas– y guardan huellas de los primeros pobladores que importa conocer y estudiar: ahí están los vestigios de los primeros pobladores y de los primeros mayas, explica Monroy Ríos, durante una charla en un café del centro de Mérida.

Han sido varios los hallazgos, recordó, y redundó especialmente en uno: el rescate de una osamenta de más de 12,000 años –restos de una mujer que fue llamada Naya–, que probablemente corría con una antorcha en la mano, pero pisó en falso y cayó en una grieta, muriendo a causa de la caída, y luego su cuerpo quedo sepultado por el agua, porque en aquellos tiempos las cuevas se inundaban cada determinado tiempo y luego se secaban en otro tiempo. “En situaciones como ésta entramos nosotros los hidrogeólogos”, explica.

En la Península de Yucatán las aguas negras están contaminando gravemente al agua dulce, explica, y por ello es urgente implementar sistemas efectivos de tratamiento de aguas negras en granjas de cerdos y de pollos, pero también en viviendas, que es la forma más efectiva de sanar el agua y para lo cual basta tener un pequeño jardín.

En Quintana Roo, indicó, la normatividad permitía hasta hace poco la inyección de aguas negras hasta 40 metros bajo tierra, mientras que en Yucatán la misma norma permitía a introducir esas aguas negras a 60 u 80 metros. Sin embargo, esto es inútil porque después de este proceso esa agua sucia sale a flote y contamina el agua dulce.

Respecto de las construcciones en las playas, opina que a pesar del mal que se ha hecho a Cancún y Playa del Carmen y Tulum, la situación podría ser reversible. Es posible si hubiera voluntad política para detener la aprobación de nuevos hoteles en las playas, aseveró.

En realidad, los hoteles debieran estar construidos detrás de los manglares, implementando un sistema de transporte que lleve a los huéspedes del hotel a la playa, agregó. Esto, a pesar de que el turista prefiere tener la playa a mano sólo salir de su hotel.

La subida del nivel del mar es una realidad, recuerda Monroy Ríos, y los mismos hoteleros saben que no les conviene construir megahoteles muy cerca de las playas, afirmó.

Recordó el geólogo que los estados de Yucatán y de Tabasco con los más expuestos a inundaciones por su geografía llana. Aunque Quintana Roo, explicó, está relativamente un poco más seguro por la inclinación de su plataforma continental. Villahermosa es la más expuesta a inundaciones en el futuro, añadió.

En Yucatán, dijo, es una prioridad preservar el agua porque las lluvias son su única fuente de reabastecimiento, mientras que Tabasco cuenta con ríos que se alimentan de las montañas de los estados vecinos.

Recalcó que sobre el “tren maya” hace falta información más completa. Por ejemplo, a quiénes va a beneficiar, si a las comunidades o los grandes capitales. Asimismo, cómo se va a construir ese megaproyecto en una geografía bastante frágil como lo es el de la Península.

Las comunidades mayas, indicó, debieran tener informaciones sobre los detalles de la construcción para poder tomar decisiones, lo cual sin embargo no está ocurriendo.

Dos soluciones a corto plazo para revertir el panorama es adoptar políticas públicas de manera decidida e implementar una educación efectiva para que el ciudadano común modifique sus hábitos respecto al cuidado del agua.

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