Violencia e inseguridad en el servicio social de pasantes en Yucatán

Iris Ceballos / Diario de Yucatán
“Necesita que la viole para que se calme” le dijo el marido a la promotora que ayudaba a “Rosa”, pasante de la carrera de medicina, en las campañas de prevención de la salud que incluyen temas de anticoncepción y estudios de papanicoláu, entre muchos otros.

La frase cimbró a la estudiante, quien no se llama “Rosa”, pero aunque ya pasaron varios años del suceso prefiere guardar el anonimato cuando narra lo que le tocó vivir al realizar su servicio social en Chemax.

Pasante de la carrera de medicina en la facultad del ramo de la Uady, como todos los demás compañeros que quieren graduarse tuvo que realizar su servicio social durante un año. Fue asignada a la comisaría de Catzín en el municipio de Chemax.

“Rosa” cuenta que la clínica perteneciente al IMSS está en la orilla de la carretera y en ese entonces no contaba con reja.

Los habitantes del lugar, señala, eran personas conflictivas. En su mayoría los pobladores en el sitio tenían ideas machistas derivadas de la religión, se enojaban por los programas de uso de anticonceptivos, que como parte de su labor tenía que realizar, y no dejaban que las señoras fueran a realizarse las pruebas de papanicoláu, entre otras cosas.

La entrevistada comparte que contaba con varias promotoras, habitantes del lugar, que le ayudaban en la promoción de los programas para concienciar a la población y acudieran al sitio a hacerse los estudios de prevención necesarios.

Una de esas promotoras que era cercana a ella le contó un día que su esposo le dijo que necesitaba que la violaran (a la pasante) para que se calmara y dejara de hacer “esas cosas” (el trabajo de prevención de salud).

La confesión de la promotora le preocupó mucho, dice, pues la gente del pueblo era muy hostil con ella.

Ante la situación redactó las amenazas que había recibido, planteó las condiciones de la clínica que no contaba con una reja de protección y solicitó su cambio a otra clínica, pues tenía miedo de seguir ahí.

Luego entregó el documento a la Facultad de Medicina, el cual recibieron, pero nunca hicieron nada.
Viviendo con miedo

Espero que alguien de la Universidad fuera al sitio a ver la situación que vivía, porque es obligación que visiten los pueblos donde los pasantes hacen el servicio social para verificar que sean seguros y supervisar el trabajo de los alumnos, pero nadie se presentó antes ni después de que entregara el documento.

Ante la falta de respuesta y el temor que tenía, pues la conducta de los pobladores seguía siendo hostil y amenazante, optó por que alguien de su familia le acompañara en su estancia en el lugar.

Su hermana se convirtió en su compañera por un breve tiempo, hasta que la coordinadora del IMSS se enteró y le dijo que eso no estaba permitido en el reglamento bajo ninguna circunstancia, y le indicaron que su hermana debía irse, pues de otra forma la daría de baja y la sacaría del lugar.

“Rosa” expresa que dejar el sitio significaba no completar su servicio social; por tanto, nunca podría titularse y ejercer la carrera.

Eso es lo que obliga a los pasantes de medicina a quedarse en las clínicas que se les asignan a pesar de la inseguridad y las amenazas que muchas veces reciben, “si no lo hacemos es tirar seis años de nuestra vida a la basura”.

Lo que hizo entonces fue tomar todas las previsiones posibles, nunca andar sola en el pueblo, siempre estaba acompañada de alguna de las promotoras o señoras de la comunidad.

Cuando estaba sola en la clínica y alguien llegaba de noche a pedir una consulta, solo abría la puerta de madera y si se trataba de un niño, por ejemplo, le tomaba la temperatura a través de la reja, si no tenía fiebre le solicitaba a la mamá que regresara al día siguiente.

La gente del pueblo ya sabía que si estaba sola en la noche no abriría la puerta.

Unos cuatro meses antes que terminara su estadía en el sitio, en el IMSS mandó a ponerle reja a la clínica, no porque ella lo hubiera solicitado, sino porque estaba dentro de los planes de la institución. Por fortuna ninguna amenaza llegó a cumplirse, pero el trato de la mayoría de los pobladores siempre fue agresivo.

A lo largo de la carrera de medicina, sobre todo cuando ya están por terminar, cuenta que se comienzan a enterar de cosas que otros pasantes han sufrido durante el servicio social, amenazas de gente de los pueblos por diversas situaciones, intentos de violación e incluso supo de un estudiante al que le intentaron dar un machetazo.
Sonados casos

Hace cuatro meses a Karla, una joven pasante de medicina que realizaba su servicio social en Tahdziú, se le encontró ahorcada.

Ahora ese suceso toma nueva relevancia a raíz de que en Ocosingo, Chiapas, se diera a conocer el caso de Mariana, estudiante también de medicina a quien se encontró en las mismas circunstancias, pero se considera que no fue un suicidio, sino un homicidio.

No solo en el servicio social pasan cosas terribles, asegura, sino que viven situaciones penosas, incómodas y devastadoras en el internado; es decir, el año en el que realizan sus estadías en los hospitales, donde tienen guardias cada tres días y pasan 36 horas despiertos.

El trato que reciben por parte de los médicos es muy duro, “de brutos no nos bajan, por decir lo menos” y también hay agresiones.

Este período se vuelve tan pesado que muchos caen en depresión. “Tuve depresión ese año”, pero una de sus compañeras tuvo una depresión mayor, estaba medicada e iba dopada al hospital. Murió durante el año del internado.

Los padres de la joven trataron de hacer pasar el caso como una muerte súbita, pero se sabe que fue un suicidio, en este caso porque no soportó la presión del internado.

La Facultad de Medicina supo del caso en su momento y nunca hizo nada, indica.— IRIS CEBALLOS ALVARADO
Dificultades Estudios

“Rosa” comparte al Diario su experiencia como pasante de la carrera de medicina.
Tragedia en Tahdziú

“Rosa” cree que el caso de Karla debió investigarse más, “decir que fue suicidio es lo más fácil, pero no hubo una investigación a fondo y se le dio carpetazo”.
“Te abandonan”

A su decir, no hay las condiciones adecuadas, seguras, confiables y de respeto para hacer el internado y el servicio social. Deberían cambiarse muchas cosas, la Universidad debería involucrarse más porque a partir del sexto año, cuando inician el internado, de ahí brincan al servicio social, “se lavan las manos y abandonan a los estudiantes, se deslindan de cualquier cosa, te entregan a las instituciones de salud, pero no eres trabajador de ellos, así que no responden por ti”.

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