Cerca de 300 familias se instalan en un terreno irregular de Cancún

Por Angélica Gutiérrez / Por Esto!

Al menos 300 familias se están instalando en un terreno ubicado en la periferia de Cancún, a unos pasos de Villas Otoch tercera etapa, aseguran que no tienen otra opción porque se quedaron sin trabajo por la pandemia.

La falta de ingresos por no tener trabajo ha obligado a Ernesto, Flor y Alberto, a vivir en casas construidas con materiales de desecho, ya que los echaron de la casa donde vivían por no pagar la renta; desde hace tres meses viven en su nueva “casa”, en medio de la selva en la periferia de Cancún, donde carecen de agua potable y luz. En situaciones similares están más de 300 familias que cohabitan en una zona que no está municipalizada y entre todos ven cómo apoyarse. Incluso, aseguran que juntan sus recursos económicos para que nadie se quede sin comer.

Todos están conscientes de que ocupan un terreno que no es de ellos, sólo una calle los separa del fraccionamiento Villas Otoch tercera etapa, a 40 minutos del centro de Cancún. Saben que en cualquier momento pueden sacarlos de ahí.

Entre piedras y la hierba que crece en la tierra humedecida por la lluvia, Ernesto Cantú Gómez y su familia construyeron un cuarto, usaron desechos de madera y algunas lonas.

Para él y su familia ese es su hogar desde hace dos meses, ya que al inicio de la pandemia lo despidieron de su trabajo y creyó que en un mes todo se iba terminar y encontraría un nuevo empleo, sin embargo el tiempo sin tener un ingreso económico fue ampliándose y el pago de la renta y los servicios comenzaron a acumularse, hasta que un día la casera le dio un ultimátum, el cual no pudo cumplir.

“No nos dejan otra opción, sin trabajo no hay nada y la verdad la hemos pasado mal, porque no hay agua ni luz, en la noche sólo ponemos una vela que apenas ilumina. Pero ¿qué hacemos? Para rentar otra casa te piden un deposito más un mes de renta y ¿de dónde, si apenas nos alcanza para comer con lo que gano limpiando patios?”.

Carrera contrarreloj

Flor Domínguez apenas está construyendo su casa. Aprovecha el tiempo que le queda en su domicilio actual, pues ya está por vencer el contrato de arrendamiento y debe acabar su nuevo hogar antes de que eso ocurra. Para ello se apura a juntar palos de los árboles de lugar y algunas lonas para colocar, con el fin de que no se filtre el agua.

“Para todos es muy difícil; ¿a poco creen que nos gusta estar así? Claro que no, pero no tenemos de otra, lo único que nos queda es tratar de echarle ganas para salir de esta situación, sobre todo por mi familia”, dijo.

Sin trabajo por estar en grupo vulnerable

Alberto Sosa compartió que hace tres meses se mudó al terreno que poco a poco se ha ido llenando de familias, en su mayoría sin ingresos económicos fijos o con percepciones salariales mínimas.

Él al igual que sus vecinos perdió su empleo y no ha logrado colocarse en otro, lo cual atribuye a que está dentro del grupo de riesgo y no lo quieren contratar.

“Soy un hombre de paz, me da mucho miedo que llegue alguien y nos quiera sacar, pero si eso ocurre, igual tendré que buscar otro lugar donde poner mi casita, porque no tengo dinero para pagar una renta. Incluso uso leña para cocinar lo poco que tengo para comer”, dijo.

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