EL ARTE Y EL TERRITORIO: MURALISMO EN SAN FRANCISQUITO (Querétaro)


Fotos tomadas de: sanpanchotv.wordpress.com

Alejandro Ruiz / San Pancho TV

Querétaro, Querétaro 24 de julio del 2020
En esta época de total incertidumbre, donde la barbarie se ha instaurado como discurso oficial; repensar el arte es una tarea que nos debe de ocupar urgentemente, pues la relación entre pensamiento-lenguaje, así como entre lenguaje-cultura se ve atravesada por los conflictos que acontecen dentro del territorio.

Para Miguel – un joven muralista de San Francisquito – esta tarea le ha ocupado gran parte de su vida, pues el barrio donde ha crecido está atravesando un proceso de gentrificación que, paulatinamente, ha ido desplazando a sus habitantes y amenazado a sus tradiciones.

“Lo que yo expreso a través del arte es ese conflicto: la disputa por el territorio que en el barrio estamos librando en contra de las empresas que quieren gentrificar, y que refleja la contradicción que existe entre el colonialismo y la comunidad indígena que aquí existe y resiste”.

La historia de San Francisquito es una historia de resistencia, pues desde la colonización, el barrio se ha visto en una lucha constante por preservar las tradiciones de las sagradas formas de la danza, así como la identidad indígena de sus habitantes.

“En este barrio somos indígenas, pues aún prevalece la comunidad que se contrapone al individualismo capitalista y occidental, esa es mi visión y lo que transmito en los murales, pues la imagen es historia viva que debe de estar al servicio de nuestra lucha”.

Pese al gran talento que existe en las y los jóvenes del barrio, la apuesta de los gobiernos estatales y municipales ha sido la de promover un tipo de arte que no se vincula a las comunidades y sus procesos, sino que construye burbujas intelectuales que impulsan la mercantilización del arte, así como la patrimonialización de los saberes ancestrales y populares.

“Mis murales son de protesta, en favor de la lucha de mi barrio, no como los que han hecho Nueve Arte Urbano financiados por el gobierno, donde más bien han impulsando procesos de gentrificación en varios barrios de la ciudad, de lo que se trata es de recuperar el arte como una herramienta desde donde disputamos el territorio, y que se vincula con una militancia dentro de las organizaciones populares, como la Asamblea del Barrio, así como lo hicieron grandes muralistas como Siqueiros, Rivera, Tamayo, quienes estuvieron vinculados al partido comunista, a organizaciones antifascistas e inclusive a el zapatismo revolucionario”.

“Rescatar el sentido político de la imagen es una tarea que se ha olvidado dentro de los sectores artísticos que le apuestan a la crítica, pues tan solo recuperamos espacios que anteriormente nos habían arrebatado, pero seguimos reproduciendo la ideología capitalista, eurocéntrica y patriarcal dentro de la creación artística, por eso para mi lo importante no es exponer en grandes galerías, sino contribuir al proceso de consciencia social que hay en el barrio, es volver al indígena no como un elemento del pasado que satisface las necesidades del mercado, sino la de ser sujetos políticos, de reconocernos y empoderarnos.”

La disputa del territorio es también la construcción de nuevos imaginarios que pongan al centro a la comunidad y sus conflictos, es la denuncia explícita de quienes amenazan al territorio y sus tradiciones, por eso el mensaje que Miguel lanza desde los muros del barrio es muy claro: San Francisquito no se vende.

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