Poblaciones de Yucatán envenenadas por la contaminación del agua

Ángel Noh Estrada / Diario de Yucatán
Peligro de los pesticidas agrícolas
“Lo que sucede al agua te sucede a ti”. No es una frase a la ligera. Los investigadores Kata Beilin, de la Universidad de Wisconsin, Madison, y Ángel Polanco Rodríguez, de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), la utilizan para referirse a los graves daños que causa la contaminación del agua en esta región.

No es para menos. Investigaciones del doctor Polanco Rodríguez en años recientes muestran que en las aguas subterráneas de Yucatán, en las áreas adyacentes a las granjas industriales y las zonas agrícolas, los niveles de contaminantes superan peligrosamente las normas nacionales y más aún las internacionales.

Además, estos niveles de contaminantes coinciden con registros extremadamente altos de sustancias tóxicas en el agua, varios de ellos probables carcinógenos, es decir, que pueden ocasionar cáncer o favorecer su aparición.

“Frente a las toxinas invisibles que fluyen de las granjas industriales y plantaciones donde se aplican pesticidas y se filtran al acuífero subterráneo, las poblaciones de Yucatán, tanto rurales como urbanas, por muchos años han sido envenenadas sin darse cuenta”, indica el profesor investigador del Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi” de la Uady.

“En paralelo, o tal vez como parte de este flujo silencioso de toxinas, los habitantes de las zonas rurales han sido sometidos a discursos con los que se trata de convencerlos de la necesidad de abandonar sus prácticas tradicionales de siembra y adoptar métodos industriales de cultivo y cría de animales que impliquen el uso de fertilizantes, pesticidas, hormonas y antibióticos”.

El doctor Polanco Rodríguez ha emprendido varios proyectos de investigación sobre el agua en Yucatán y el impacto que ocasiona la contaminación en la salud de los habitantes. La doctora Kata Beilin forma parte del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos, y ha colaborado en numerosas investigaciones y publicaciones sobre temas científicos. El trabajo con el doctor Polanco se titula “Cuerpos tóxicos: agua y mujeres en Yucatán”.

Nueva época
Los especialistas aluden a la cultura del Antropoceno, época geológica propuesta por parte de la comunidad científica para suceder o reemplazar al Holoceno, la época actual del período Cuaternario en la historia terrestre, debido al significativo impacto global que las actividades humanas han tenido sobre los ecosistemas terrestres.

Definen la cultura de esta época como “la cultura de la toxicidad, una catástrofe lenta e invisible que afecta a todo el planeta, pero de manera desigual”.

“Estamos convencidos de que la economía no funcionaría sin las sustancias venenosas y de que existe un ‘nivel social óptimo de contaminación’. La cultura en la cual la creencia de que la salud debe ser dañada para que la vida pueda continuar constituye una nueva normalidad”, enfatizan.

Para entender mejor la frase que mencionamos al principio de esta información, los investigadores aluden a la permanente interconexión del ser humano con el medio ambiente.
“En un mundo contaminado y sometido a cada vez más biocidas (sustancias que se utilizan para matar organismos o detener su desarrollo), los flujos de líquidos y sustancias químicas por los cuerpos pueden traer consecuencias no deseadas”, alertan.

A continuación, otros aspectos relevantes del estudio en que los doctores Beilin y Polanco abordan el problema de la contaminación del agua en Yucatán:

—La fragilidad natural de los suelos pedregosos de Yucatán y de fácil filtración de contaminantes al agua subterránea es similar a la fragilidad de los cuerpos humanos para contaminarse y enfermarse; entonces, el agua contaminada impregna tanto a las estructuras geológicas como a los cuerpos humanos.

—Yucatán no tiene ríos superficiales, pero sí cenotes. La mayoría de sus aguas está bajo la superficie, formando ríos y canales subterráneos. Si bien Yucatán tiene las mayores reservas de aguas subterráneas en México, su estructura geológica porosa con suelos kársticos hace que aquéllas sean altamente vulnerables a la contaminación.

—La creciente deforestación que resulta de la extensión de los monocultivos contribuye aún más a la contaminación del agua, que ya no es detenida por las raíces de los árboles.

—La mayoría de los contaminantes proviene de la agricultura industrial intensiva y las granjas industriales. Estos son compuestos conocidos como contaminantes orgánicos persistentes (COP), pesticidas organoclorados ampliamente utilizados en actividades agrícolas y ganaderas que tienen una alta persistencia y estabilidad en el agua debido a su resistencia a la degradación química, y que además son carcinógenos.

Directo al consumo
—Una vez que estas sustancias tóxicas entran en el agua subterránea se incorporan al cuerpo humano a través del agua y alimentos que se consumen. Están en el agua que las personas beben y usan para cocinar y cultivar alimentos. El agua contaminada con agrotóxicos fluye entonces por medio de cuerpos de animales, de cultivos y de los seres humanos.

—Heptacloro, lindano, endrin, dieldrin, endosulfán y glifosato se almacenan en el tejido graso de la carne humana y, por ser sus moléculas muy similares a las de las hormonas humanas, comienzan a reemplazarlas. Se les conoce como xenoestrógenos disruptores endocrinos que afectan al sistema reproductor. Algunos constituyen neurotoxinas, otros afectan el sistema respiratorio o causan enfermedades de la piel y, lo más importante, casi todos son posibles carcinógenos y propician también enfermedades del sistema inmunológico. A estas sustancias se han atribuido también los problemas de infertilidad y malformaciones fetales, trastornos neurológicos y retrasos en el desarrollo infantil. El uso de pesticidas organoclorados es la causa de más de tres millones de intoxicaciones graves y más de 220 mil muertes por año en el mundo.

—Se justifica el uso de estos químicos con el argumento de que son necesarios para una buena vida, progreso, modernización y prosperidad, mientras destruyen la biodiversidad y contaminan el agua, el suelo y el aire; en el peor de los casos hacen que los ambientes dejen de ser habitables, excepto para las plantas y los animales más resistentes.

—En los últimos veinte años Yucatán ha sido una de las áreas con el mayor número de cánceres y defectos de nacimiento en México. El equipo del doctor Polanco hizo un estudio de bioacumulación de pesticidas en la sangre de mujeres mayas con cáncer de cuello uterino en 18 municipios conocidos por la alta tasa de mortalidad.

—Esta área incluye la principal zona ganadera en el Noreste, la principal zona agrícola en el Sur y la zona metropolitana del Estado.
—Los resultados muestran la presencia de pesticidas en la sangre del 72.2 por ciento de las mujeres mayas del área agrícola en el Sur, la zona ganadera y el área metropolitana. La mayor concentración de pesticidas se registró en Tizimín, que forma parte de la región ganadera.

—El área agrícola (Peto) fue la segunda más contaminada. El área metropolitana (incluyendo Kanasín y Progreso) tuvo una frecuencia de detección alta para algunas de las sustancias mencionadas anteriormente.

—En la zona metropolitana también se detectó leche materna con heptacloro epóxido, una sustancia aún más tóxica que el heptacloro, que se caracteriza por una alta persistencia en el medio ambiente. Además, los estudios muestran que los bebés se alimentan con endrin, otro insecticida y neurotoxina que afecta el sistema nervioso humano y se relaciona con retardo cognitivo o malformaciones. La leche materna en el área metropolitana de Mérida también contiene dieldrin, un insecticida que es muy difícil de degradarse y está relacionado con la enfermedad de Parkinson y el cáncer de mama.

—En Campeche, Quintana Roo y Chiapas, desde fines de la década de 1990 ha aumentado significativamente el uso de glifosato junto con la producción de la soya transgénica, que está genéticamente modificada. El glifosato es el herbicida de mayor uso en el mundo y es un compañero inalienable de la producción de la soya, la cual es resistente a este herbicida. Hay estudios en Argentina que muestran que el uso de glifosato está relacionado con el aumento de las tasas de cáncer. El glifosato ha sido reconocido como un posible carcinógeno por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

—Las culturas rurales se han basado tradicionalmente en la confianza, la confianza mutua entre los miembros de la comunidad, pero en tiempos recientes, y precisamente con la educación moderna, se ha desarrollado con amplitud una confianza en la ciencia, la tecnología y sus representantes, a menudo llamados “expertos”. ¿Cómo pueden los agricultores ser conscientes de los efectos de los pesticidas en la salud cuando “los expertos” que comercian pesticidas les aseguran que éstos “no hacen nada”?

—Estos comerciantes que comercializan tecnologías tóxicas no se han formado en la cultura de la confianza, sino en la cultura del riesgo, donde infracciones de las normas son necesarias para conseguir éxito. La contaminación del agua, el suelo y los cuerpos humanos tiene su paralelo en el proceso de desinformación, anulación y traición a la confianza pública.

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