La Mixanteña, más que una banda de viento un camino para aprender a organizarse.


Foto: proporcionada por la Mixanteña de Santa Cecilia.

Colectivo Grieta, Ciudad de México, 4 de septiembre de 2018.

La Mixanteña de Santa Cecilia es una banda de viento que interpreta música de La Montaña de Guerreo, una de las regiones más pobres del país. Fundada en la Ciudad de México en el 2011, esta banda integrada principalmente por mujeres, se organiza y teje una red de solidaridad con los movimientos y las resistencias de abajo y a la izquierda. En una entrevista con Grieta, realizada en Marzo de este año, nos explican que el proyecto surge por iniciativa de Fredy, originario de la montaña de Guerrero, quien junto con Mitzi deciden hacer una banda. A decir de Fredy, la Mixanteña surge como una manera de revivir el pasado, cuando él era un niño y viajaba a las poblaciones para asistir a fiestas y bodas donde veía las enramadas y las bandas tocando: “Luego tuve que alejarme de esos lugares y llegar a la Ciudad de México donde nadie te conoce, donde no somos nada, entonces surge este sentimiento de querer regresar a esos lugares pero no es tan fácil. Para mi la Mixa es una forma de recordar, vivir ese pasado e irnos construyendo.”

No todos los integrantes de la Mixanteña son migrantes, pero el gusto por la música los ha llevado a conocer otras realidades y geografías que los han transformando. Al respecto Mitzi comenta que: “Siendo de la ciudad no me sentía parte de nada y, si no hubiera sido por Fredy, tal vez no hubiera ido a un pueblo más allá de una práctica de campo. Conocer los pueblos, la gente, la comida, te transforma. Primero íbamos a la Montaña de Guerrero sólo Fredy y yo, luego la banda, ahora somos una familia que puede ir a muchos lugares, pues vamos a otras poblaciones donde nos invitan.”

Cabe señalar que la gente de La Montaña de Guerrero se sorprende al ver mujeres que vienen de la ciudad y tocan su música. La curiosidad que despiertan en un primer momento se convierte en simpatía y admiración por la Mixanteña. Esto ha permitido que la población y los músicos compartan con ell@s sus historias, saberes y sentires. “Aprender a compartir es lo que hemos aprendido más” dice Lucí y agrega: “lo que nos gusta es hacer sonar la música de los pueblos que nos enseñan y tratamos de difundir más allá de los pueblos donde se conoce, llevarla a otras regiones, lugares y personas.”

En este afán por compartir las cosas que aprenden ha hecho de la Mixanteña una banda de viento itinerante, que lo mismo se presenta en la Ciudad de México como en la Montaña de Guerrero, o en Chiapas en el Festival CompArte organizado por el EZLN, incluso en escenarios de otros países como Argentina, Chile y Uruguay. Pero no se conforman con llevar la música que aprenden en los pueblos, buscan también llevar a sus maestros, es decir, buscan que músicos de la región vengan a tocar a la Ciudad de México y otros lugares. Fredy comenta “El sonido de los instrumentos llama la atención y nos comienzan a aplaudir. De ahí surge que los aplausos que nos dan pudiéramos compartirlos con los maestros. Entonces empezamos a pensar en encuentros en los que se pudieran invitar a esas otras bandas. Esto ha generado procesos de reconocimiento con la gente y los músicos de los pueblos. Se llevaron a cabo dos encuentros en el que se contó con el apoyo de los integrantes de la banda. Los dos encuentros se hicieron en 2014 y 2015.” En estos encuentros ha participado mucha gente, no sólo músicos sino también artesanos, estudiantes de danza y personas que han aportado su trabajo voluntario para que estos encuentros se lleven acabo. La organización y la acción colectiva de la gente sencilla hace posible el encuentro musical, el hacer juntos como una forma de conocerse.

El camino no ha sido fácil, las dificultades los ha llevado a discutir y reflexionar por el objetivo de la banda, la división de las responsabilidades y en general por él compromiso de mantener este proyecto. Integrantes de la banda se han ido, otros se han incorporado pero la Mixanteña insiste en seguir tocando. A la pregunta expresa de cómo se organizan Fredy contesta: “Al principio no sabíamos ese trabajo de organización, qué implicaba y quizás cometimos muchos errores. Muchas decisiones fueron tomadas por una persona, posiblemente yo, pero no conocía este trabajo de la consulta, de que todos participemos, luego uno es bien individualista y se las arregla como puede. Pero de unos años para acá, hemos intentado que la forma de organización sea diferente. La experiencia de viajar y conocer otros músicos nos ha enseñado, hemos tomamos ejemplos de otros grupos y de los pueblos. Ahora ya tenemos comisiones”. La organización a través de comisiones y la toma de desiciones en colectivo les ha permitido resolver los problemas de mejor manera.

El contacto con los pueblos los ha llevado a vincularse con varias organizaciones sociales. Esta relación les ha permitido conocer otras realidades, compartir otros dolores y luchas. Fredy nos explica: “Hemos estado intentado construir esta relación y entender que lo que afecta a otras gentes, también te afecta a ti. Hemos visitado muchos pueblos, de principio fuimos al Rincó [Santa Cruz del Rincón, Tlapa, región de la montaña] donde hay una propuesta de instalar una minera, eso no está chido.” Y agrega: “Al principio sólo era tocar la música, sólo disfrutarla, aprenderla hasta por ego personal, pero a partir de esta relación con la población, de conocer sus problemas y a compañeros que tienen todo un trabajo solidario y de derechos humanos, empieza esta conciencia de que la música no es tan sólo para disfrutarla y pa la pachanga, sino también sirve para la resistencia, para dar ánimo. A lo mejor es nuestra única forma de aportar para hacer más, para que en esta relación se dé un cambio”. Por su parte Mario comenta: “En muchos lugares nos invitan y quieren que vayamos y a veces no sabemos del todo sobre su trabajo, o su labor, pero ahí vas conociendo. Pienso en San Miguel del Progreso, fuimos al aniversario de la radio. Era algo súper chiquito, sin embargo, sorprendía cómo era que lograron hacer la radio.” Con su música acompañan los dolores de los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapan, reciben a los Concejales del CIG y su vocera Marichuy, amenizan una boda, participan en una marcha por los desaparecidos. “Es algo más comunitario, no pensamos tanto en un escenario” concluye Mario.

A partir de estas experiencias, Ana y Mario se propusieron un nuevo proyecto “Radio Mixanteña”. Ana comenta: “Cuando viajamos escuchamos cosas que igual a otra gente les gustaría escuchar. Es un privilegio poder ir y escuchar algo que nos comparten los músicos o la gente de los pueblos. Entonces pensamos que lo podemos grabar y compartirlo y hacer un programa chiquito en internet para que otros puedan escucharlo. Así hacemos un puente.” A través de ese puente se comparte música, entrevistas con músicos y padres de desaparecidos. Lo que inició como una banda de viento para tocar la música de la Montaña de Guerrero se ha convertido en un espacio de encuentro, aprendizaje y reflexión.