Acusan en INAH abusos laborales (Ciudad de México)

Francisco Morales V.

(31 marzo 2018).- El INBA no es la única institución cultural del País que mantiene a sus trabajadores Capítulo 3000, aquellos contratados como prestadores de servicios, con retraso en sus sueldos, condiciones laborales precarias y sin estabilidad en el empleo.

Tras la denuncia de los trabajadores de Bellas Artes, la suspensión de labores y emprendimiento de protestas, REFORMA se reunió y obtuvo testimonios de 16 trabajadores y ex trabajadores del INAH adscritos a coordinaciones nacionales, direcciones, subdirecciones, Centros INAH y museos, quienes relatan la misma situación.

“El problema de la falta de pago es un problema que tiene varios años, pero se ha agudizado mucho, al menos, en los dos últimos años”, relató un trabajador de la Dirección de Salvamento Arqueológico (DSA).

En 2017, según explican trabajadores que solicitaron omitir sus nombres, gran parte de los salarios para los prestadores de servicios del INAH tuvieron un retraso de cinco meses, pues les fueron pagados en mayo. Este año, tan sólo los trabajadores de museos consultados habían recibido su paga a finales de marzo.

Como en el INBA, los trabajadores de Antropología e Historia contratados por esta modalidad -y otras similares- no gozan de prestaciones básicas, cumplen horarios estrictos con tiempo extra y se exponen con trabajo en campo sin seguro médico.

Arqueólogos, antropólogos, etnólogos, lingüistas, historiadores y comunicólogos, entre otras profesiones, realizan labores permanentes, pero sólo tienen opción de firmar contratos que no excedan un año para no generar antigüedad.

“Hay labores sustantivas del Instituto, labores permanentes que hace gente contratada los 365 días del año”, denunció la empleada de una subdirección.

Con el hashtag #YaPágameINAH han escalado su reclamo a las redes sociales.
‘No es entendible’De acuerdo con cifras del INAH, 35 por ciento de su personal realiza labores de investigación, en contraposición al gran número de administrativos (REFORMA, 15/02/2016). La mayoría de los primeros, exponen los trabajadores, están contratados como prestadores de servicios.

“Una contratación como si fuera una relación personal de trabajo independiente, cuando no lo es. Es una relación laboral subordinada porque tienes un jefe directo, estás sujeto a un horario de trabajo y a condiciones de trabajo muy estrictas”, dice otro investigador de la DSA.

Según calcula, entre la DSA, la Dirección de Estudios Arqueológicos y la Subdirección de Arqueología Subacuática, tres de las que mayor presupuesto reciben, por cada uno de los 150 investigadores de base, hay 15 más contratados por Capítulo 3000 y similares.

Con la creación de la Secretaría de Cultura, explican, llegaron dos grandes recortes de personal, y el tipo de contratación de gran parte de los investigadores cambió a ser Capítulo 3000, pero no así la de los administrativos.

“No es entendible que muchos de los administrativos no entraron bajo ese régimen, de Capítulo 3000, sin embargo, a nosotros como investigadores sí se nos pasó a ese régimen”, reclama.

La posibilidad de acceder a una plaza de investigador, para realizar el mismo trabajo, pero con prestaciones y seguridad, denuncian, es prácticamente nula.

“Las plazas no salen hasta que se mueren los investigadores”, explica una trabajadora de museo.
‘No te daban ni credencial'”El INAH no se hace responsable por ti si te pasa algo en campo”, relata una arqueóloga contratada por Capítulo 3000 en un Centro INAH de una entidad con altos índices de delincuencia.

Según relata, al no ser trabajadores de base, a ella y a sus colegas solían mandarlos a zonas de alta peligrosidad únicamente protegidos por un oficio de comisión en una hoja tamaño carta.

“Te lo llegan a decir incluso la gente de ‘la maña’, los malos: ‘¿Qué? ¿Y esto qué? Pinche papelito'”, relata otro arqueólogo del mismo centro, sobre los encuentros con la delincuencia organizada.

El cambio, asegura, vino hasta que “levantaron” a algunos de sus compañeros.

“No te daban ni credencial”, relata la arqueóloga sobre la falta completa de prestaciones.
‘Si quieres, firma'”Muchos no quisieron venir”, dice una trabajadora de subdirección sobre los compañeros que no accedieron a dar su testimonio. “A mí me da terror, porque yo no quiero que me despidan, porque me quiero ir bien, porque no te contratan ya en ningún lado”.

Lleva más de 10 años trabajando para el INAH de manera regular y asegura que no tiene antigüedad alguna dentro de la dependencia. Si se queja, asegura, no le sería renovado su contrato y sería vetada de otras áreas del INAH.

“Explicaciones no te dan. Es: si quieres, (firma), si no, hay otros 30 atrás de ti. Y la verdad es que sí hay 30 atrás de ti”, dice la empleada de una de las bibliotecas del instituto.

Para los arqueólogos, aseguran, es el INAH o prácticamente nada.

“Como arqueólogo sólo puedes contratarte por un proyecto aprobado por el Consejo (de Arqueología) con una institución educativa, una universidad nacional o privada, o con el INAH”, lamentan.
‘La gran contradicción'”Nosotros hemos aguantado muchísimos años porque nos encanta hacer lo que hacemos”, dice la empleada de un museo. No obstante, como con los trabajadores del INBA, sus “primos hermanos”, lamentan su precariedad laboral.

“Es la gran contradicción: se supone que es un instituto en donde hablamos de humanidades”, dice sobre el trato que reciben.

“El director del Instituto (Diego Prieto) es antropólogo y no se preocupa por nosotros. No tiene una preocupación real por la contratación, por su gente”, lamenta otro investigador.

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