Envenenan Salamanca

LUZ ELENA ESCOBAR y JESÚS GARCÍA

En casi diez años ninguna autoridad ha resuelto la contaminación de Salamanca provocada por la empresa de insecticidas Tekchem.

En el 2007 la compañía vendió el terreno al Gobierno Estatal pero dejó a cielo abierto 28 mil toneladas de polisulfuro de calcio, además de 7 mil 429 tambos con sustancias tóxicas para producir malathión, usado como insecticida.

El argumento de los dueños de Tekchem para no retirar los desechos tóxicos, antes y ahora, es culpar al anterior propietario, Fertimex, de no confinar los materiales contaminantes antes de vender la planta.

Hoy todavía hay contaminantes de Fertimex a unos 30 metros de las instalaciones, a un lado de la vía de ferrocarril en lo que fuera un canal de descargas pluviales que desemboca en el Río Lerma cerca de la colonia El Ranchito.

Fertimex al igual que Guanomex y Velpo, pertenecieron al Gobierno Federal. Las tres antecedieron a Tekchem en el mismo sitio y produjeron insecticidas. Cada una en su época contaminó Salamanca sin control.

Como una empresa privada, Tekchem funcionó 15 años hasta que finalmente no pudo trabajar más ante la oposición de la población y la difusión del hecho de que en otros países se prohibió la producción de insecticidas similares al malathión.

Los inversionistas vendieron los terrenos al Gobierno de Guanajuato y algunos pasivos como las indemnizaciones pendientes de los trabajadores.

A cambio, Tekchem se comprometió a limpiar el sitio para que el Estado construyera un parque público.

Un informe de la Bolsa Mexicana de Valores precisa las cantidades de contaminantes que Tekchem abandonó en Salamanca al dejar de cotizar.

El daño ya causado al medio ambiente y salud de los habitantes de Salamanca quedó registrado en el libro “Agua Subterránea, Gestión y Participación Social en Guanajuato”, escrito por Boris Marañon Pimentel, investigador de la UNAM.

“Las repercusiones se hicieron patentes en la salud de los vecinos de la planta a quienes les ha afectado el contacto con el químico”, asegura.

Hace unos días, am estuvo en la planta que parece cementerio de fierros. Parte de los muros que rodean el polígono de 25 hectáreas están por derrumbarse y a simple vista se encuentran los desechos tóxicos.

El olor a pesticida se percibe a unos 400 metros del tiradero pero resulta insoportable a menos de 50 metros.

A 200 metros de Tekchem hay al menos seis colonias. La más cercana es La Cruz, seguida de El Pitayo, San Juan de la Presa, Jardines del Sol, Obrera y Ampliación Obrera.

Juntas tienen unos 11 mil 500 habitantes de escasos recursos, informa el Municipio.

Ocultan investigaciones sobre desechos tóxicos

Al menos los resultados de dos investigaciones sobre las consecuencias contaminantes de los desechos de Tekchem, están reservados. Las autoridades se niegan a darlos a conocer.

La investigadora de la UNAM Letizia Odeth Silva Ontiveros, en el libro de su colega Boris Marañon Pimentel, precisa que la Cámara de Diputados presentó un informe sobre Tekchem en diciembre de 2006.

El estudio demostró la contaminación de 114 mil toneladas de suelo con desechos peligrosos de insecticidas y la generación de 20 mil toneladas de lodos ácidos y residuos dañinos que se encuentran al aire libre.

Además la empresa fabricaba, precisa la investigadora, plaguicidas como DDT, hexaclorobenceno, toxafeno y endrín, prohibidos en muchos países.

El estudio no volvió a tocarse desde 2007 y quedó archivado como “información reservada”.

El otro estudio fue realizado a instancias del Municipio. Los resultados se entregaron a la Agencia Alemana de Cooperación Técnica GIZ y se firmó un convenio para revisar Tekchem.

A la par, Cofepris hizo un diagnóstico de enfermedades que padecen los salmantinos a consecuencia de la contaminación, pero las autoridades se niegan a mostrar los resultados.

María del Carmen Mejía Alba, titular de Medio Ambiente de Salamanca, informó que el Municipio elaboró una demanda contra quien resulte responsable del daño ambiental ocasionado por la productora de insecticidas, pero no la presentaron para no detener el proyecto de limpiar Salamanca, iniciado este año por Estado, Federación y Municipio.

El tema compete a la Federación y al Estado, precisó Mejía Alba, pero “como Municipio presionamos para que no se olvide el problema”.

“El conflicto legal ha sido un nudo muy complicado al pasar de paraestatal a privada; nadie se hace responsable”, afirmó.

Ooootra vez: prometen solución en tres años

La Federación a través de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), acordó con el gobernador Miguel Márquez, en febrero de 2016, remediar el problema Tekchem a través del llamado “Plan Salamanca”.

La Semarnat anunció que iniciarían con la primera de cuatro etapas que resolverá el 30% de la contaminación ocasionada por los tóxicos.

Rafael Pacchiano Alamán, titular de la Semarnat, ordenó a sus colaboradores que garanticen mejor calidad del aire de Salamanca en dos años.

Para el alcalde salmantino, Antonio Arredondo Muñoz, este acuerdo es uno de los más importantes en beneficio de la población.

Sin embargo “el avance ha sido lento”, a pesar de que “es uno de los pasivos ambientales, si no es que el más fuerte que tiene el Estado”.

Agregó que la presión de los salmantinos fue un factor fundamental para que el Gobierno Estatal interviniera.

“No se hacía el ruido necesario hasta que interviene directamente el Gobernador, quien se preocupó porque aquí vivimos una situación muy fuerte”.

Arredondo confía que a fines de 2018 la zona esté completamente limpia.

Por lo pronto se destinaron 140 millones de pesos para una primera etapa.

El 38% de la población de Salamanca se ubica en la zona oriente, donde se localizan Tekchem y otras industrias.

En las reuniones del Plan Salamanca participan: Semarnat, Conagua, Profepa y Cofepris por parte del Gobierno Federal, así como el Instituto de Ecología, la Procuraduría Ambiental, el Gobernador y el Alcalde de Salamanca.

“La pelota está en la cancha del Instituto de Ecología para iniciar con el retiro y la Secretaría de Medio Ambiente aportará el recurso”, dijo Arredondo.

Una primera limpieza de residuos tóxicos se hizo hace 9 años, éstos fueron llevados a Monterrey a un planta de confinamiento. Desde entonces todo sigue igual.

Dijo que cuatro colonias son el foco de prioridad, pues están alrededor de Tekchem.

La explosión del 2000

En 2000 se registró una fuga de malathion que provocó una explosión en el interior de la planta de Tekchem. Cientos de personas sufrieron intoxicación.

En esa ocasión, la Procuraduría de Federal de Protección Ambiental (Profepa) ordenó la clausura temporal de la empresa.

Los habitantes más afectados fueron los de San Juan de la Presa, ubicada a 300 metros de la planta. Los mayores recuerdan el día de la explosión como si fuera ayer.

En una de las calles de terracería habita desde hace 45 años Virginia Ramírez, a quien le tocó el estallido.

Entre 5 y 6 de la tarde se escuchó la detonación. Virginia, quien estaba en su casa, comenzó a notar la movilización de la colonia y al salir observó que una nube grisácea cubría la ciudad, por lo que ella y sus vecinos fueron evacuados.

Describe aquel olor como “ajo podrido” que se le quedó impregnado en la nariz.

Desde el estallido químico Virginia Ramírez sufre dolores de cabeza constantes al igual que su hija, pero los médicos le aseguran que no tiene nada, que es solo “estrés”.

Algo similar le ocurre a Natalia, de dos años de edad, hija de Juana Pizano González, habitantes de Las Cruces. Su casa también se ubica en el perímetro de los desechos tóxicos.

“Se me enferma bien seguido del estómago y de las vías respiratorias, sobre todo en época de calor. Y sí nos preocupa porque dicen que estos residuos nos van a hacer daño con el tiempo”, comentó Juana Pizano.

A pesar que el olor es más intenso al medio día, Juana y sus vecinos ya se acostumbraron al aroma a plaguicidas.

Miguel Ángel Martínez, otro de los habitantes del lugar, platicó que su vecino José Concepción durante la fuga de malathion comenzó a sangrar de la nariz, meses después le detectaron cáncer y falleció dos años más tarde.

“El muchacho tenía unos 25 años y se dedicaba a arreglar el sonido de los coches, pero dejó de hacerlo porque se la pasaba malo, le detectaron cáncer y nomás duró dos años y se nos fue”.

A Miguel Ángel también le tocó estar presente en el sepelio de su vecina Modesta, una señora de la tercera edad que no soportó la inhalación del malathión.

Doña Modesta murió dos meses después de la explosión.

Las colonias que sufrieron las consecuencias fueron Jardines del Sol, Reforma, Nuevo México, Nativitas, El Pitayo, Las Cruces y Obrera.

http://www.am.com.mx/2016/09/03/leon/local/envenenan-salamanca-310469