Jornaleras indígenas enfrentan explotación en los campos agrícolas de Arandas (Jalisco)
Imagen: Especial
Miguel Ángel Vidal / El Diario NTR
Mujeres indígenas migrantes que laboran como jornaleras agrícolas en el municipio de Arandas enfrentan condiciones de precariedad laboral, discriminación y exclusión social, de acuerdo con una investigación realizada por la académica Ma. Martha Muñoz Durán, del Centro Universitario de los Altos de la Universidad de Guadalajara.
El estudio documenta que estas mujeres, originarias de estados como Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Puebla y Michoacán, realizan trabajos en campos de cultivo de agave, tomate verde, maíz y berries. Aunque sus ingresos diarios pueden superar el salario mínimo, los empleos son temporales, sin contratos ni acceso a prestaciones laborales o servicios de salud.
Además de las tareas agrícolas, las mujeres deben cuidar a sus hijos pequeños –que en muchos casos también participan en las actividades del campo– y realizar labores domésticas. El pago por su trabajo suele entregarse a los jefes de familia, por lo que muchas de ellas no disponen directamente de su salario.
La investigación señala que los alojamientos donde viven las familias migrantes son cuarterías o viviendas en construcción sin servicios básicos. También se identificaron diferencias en las condiciones laborales entre grupos migrantes: mientras algunos reciben contrato y vivienda asignada, otros deben buscar alojamiento por su cuenta y carecen de prestaciones.
La participación infantil en el trabajo agrícola es frecuente, así como la exposición a agroquímicos y jornadas prolongadas bajo el sol. En los casos más graves, se reporta que mujeres embarazadas trabajan hasta el momento del parto, sin atención médica ni condiciones mínimas de seguridad.
A pesar de la importancia de su trabajo para las agroindustrias locales, estas familias no cuentan con apoyo institucional. El único programa de atención a jornaleros migrantes en Arandas operó entre 2003 y 2013 a través del DIF municipal, pero actualmente no existen programas activos.
El estudio concluye que estas trabajadoras viven una forma extrema de precariedad laboral y social, marcada por la intersección de género, clase, etnia y condición migratoria.
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