El resultado más cruel de defender el bosque; 8 mueren por conflicto territorial en Oaxaca

Imagen: Cortesía Comunidad San Miguel

Un conflicto territorial sembró el miedo en San Miguel el Grande, Oaxaca. La defensa de su bosque los llevó a enfrentar el tráfico de madera en la sierra en Oaxaca, lo que hasta el momento ha cobrado ocho vidas..

Arturo Contreras y Ricardo Balderas / Pie de Página

CIUDAD DE MÉXICO.- “Hoy estamos enterrando a mi hermano, a José, nuestro agente, nuestro nuevo agente. A la gente de la colonia Lázaro Cárdenas, a Gabriel” dice entre lágrimas, Ángeles Cruz, en un video publicado vía redes sociales. Detrás de ella se observa una fila de ataúdes de madera rodeados de flores blancas y un contingente de personas que pasan, uno a uno, a despedirse.

“Advertimos que estábamos en peligro”, reclama. “Señor gobernador, usted nos dijo que íbamos a estar seguras y hoy estoy enterrando a mi hermano. Renuncie si no puede con el cargo. ¡Renuncie si no puede garantizar nuestras vidas!”. dice mientras su voz comienza a fragmentarse.

En los últimos 12 meses, ocho personas del municipio de San Miguel El Grande, Oaxaca, han muerto a manos de pobladores del municipio de Tlaxiaco, que está apenas una hora y media al norte. Entre los dos municipios hay un macizo forestal que según la misma Ángeles “vale millones”. No solo por el precio de la madera que guarda sino por los servicios ambientales y los vínculos culturales que han formado las poblaciones circundantes de alrededor.

Desde hace años, los dos municipios sostienen una disputa territorial por sus linderos, por tierras ricas en bosques. A pesar de que el conflicto tiene un caso abierto en los tribunales agrarios del país, en el último año la violencia ejercida desde Llano de Guadalupe, población de Tlaxiaco, contra las comunidades de Lázaro Cárdenas y Villa Guadalupe Victoria, de San Miguel El Grande

“Dentro de nuestras propias investigaciones sabemos que hay gente con armas largas en Llano de Guadalupe. Ese terreno que está en conflicto, ese perímetro, lo reclaman gente de aserraderos de Tlaxiaco, pero estas cosas se tienen que dirimir en tribunales, en una mesa; no a partir de sesgar vidas, no de matar gente”, explica sobre el conflicto Ángeles Cruz, quien además de ser una cineasta  reconocida a nivel internacional, es originaria de San Miguel el Grande y, como ella misma se reconoce, defensora de estos bosques.

La comunidad de Lázaro Cárdenas, formada hace años para defender estos linderos abandonó sus tierras, fue desplazada

Las autoridades, como refiere Ángeles Cruz en su video, no son ajenas al tema. En una rueda de prensa del 23 de septiembre del 2023, el secretario de Gobierno del estado, Jesús Romero López informó que en todo el estado hay 280 conflictos por tierras, de los cuales 206 se consideran de bajo riesgo; 51 son de peligro medio y 23 “focos rojos”.

Entre estos últimos está la disputa desatada en estas tierras Ñuu Savi (Mixtecas). Según el mismo Romero López, este tipo de conflictos. justifican otro tipo de actividades ilícitas.  “Lo tengo que decir, hay tráfico de armas, hay narcotráfico y hay talamontes involucrados que no permiten que de manera sana las comunidades puedan resolver sus conflictos”, aseguró el secretario de gobierno.

Datos georreferenciados y proporcionados por el Global Land Analysis & Discover (GLAD por sus siglas en inglés); confirman algo que Ángeles ya ubicaba como causa de la violencia en su municipio, en  la región norte, específicamente donde han ocurrido los conatos de violencia, los bosques han sido claramente deforestados ilegalmente durante el de  2000 al 2023. Siendo el 2022 el que más casos de deforestación presentó.

Guardianes milenarios del bosque

“Nosotros somos guardianes del bosque, para talar un árbol, tengo que pedir permiso a bienes comunales y tengo que pagar por ese árbol, incluso si está en mi terreno. Esas son nuestras reglas, porque tenemos que cuidarlos, porque el agua sale de ahí. El agua que surte el Llano de Guadalupe, sale de nuestro bosque. Entonces ¿Qué es, son los árboles, es el agua, es el tráfico de agua, son los grandes aserraderos? No lo sabemos”, comenta en una entrevista telefónica para escudriñar este conflicto Ángeles Cruz.

Ella, como su difunto hermano nacieron entre estos bosques, con el que entablaron una relación profunda a lo largo de su vida. “Yo recorrí con mi padre los ojitos de agua. Tienes que conocer dónde surge el agua, me decía. Sí, en nuestras comunidades tenemos nuestras mangueras, pero sabemos que no debemos tomarla toda, solo una poca, y se debe dejar correr”.

Desde chica, Ángeles ha tenido una relación de cuidado y de amor con el bosque, sabe cómo se quita la madera plagada y se cuidan a los especímenes más jóvenes. Esta relación se ha fortalecido poco a poco, pues la suya es una tierra donde crecen los hongos en época de lluvias y hay mucho respeto por ello, porque saben que les alimenta.

En sus intentos por calmar la situación los pobladores de San Miguel el Grande se han reunido con el propio Romero López, secretario de gobierno, quien les ha cuestionado la utilidad de seguir defendiendo el terreno de Lázaro Cárdenas, ¿vale la pena dar la vida por un bosque? Les ha cuestionado.

“Si van a tu casa, violan a tu mujer, matan a tus hijos. ¿Tú vas a dar la vida por tu casa y tu familia o mejor te sales y le das la casa a quien te agredió?”, arremete Ángeles en respuesta. Después explica: “Hay una visión capitalista de ver el bosque, que partamos a los hijos a la mitad, al fin que a quién le importa”, dice con desprecio.

Paran la tala, crece la violencia

Desde el 31 de enero de 2023 la violencia en contra de Lázaro Cárdenas, perpetrada por personas sin identificar procedentes de la población de Llano de Guadalupe, empezó a arreciar. Primero fue una casa quemada y la destrucción de cárcamos, radios comunitarias y otros equipos del pueblo. Después sus habitantes empezaron a escuchar disparos escondidos entre los árboles, a los que les siguieron bloqueos de caminos e incluso incendios forestales provocados.

El inicio de las agresiones corresponden con el cambio en las autoridades de San Miguel el Grande. No solo cambió el presidente municipal, también las autoridades agrarias. Dentro de una de las primeras medidas de las nuevas autoridades agrarias fue cancelar la concesión del saneamiento del bosque que tenía un agente de Michoacán que había contratado el antiguo presidente municipal. Según cuenta Ángeles, al agente se le despidió, se le finiquitó el contrato y se le despidió, pues las tareas que hacían las pueden realizar los pobladores de Lázaro Cárdenas por su cuenta.

“A lo mejor yo soy malpensada y más bien la concesión era una determinada cuota de árboles a Tlaxiaco para evitar las hostilidades, pero a partir de que se rompió el canalito, empezaron las hostilidades muy fuertes, aunque eso no lo tengo de seguro, es algo que comentamos entre nosotros”, comenta la defensora en entrevista.

Estos ataques parecieran haber sido una alerta de lo que podría pasar. El 5 de mayo un comando de más de 30 hombres con armas de grueso calibre (algunas catalogadas de uso exclusivo del ejército) atacó Lázaro Cárdenas. Rafaguearon todas las casas del pueblo quemaron otras 10, asdemás de la escuela, la cocina comunitaria, y varios carros.

“Por ser la comunidad que está en el límite (geográfico), el resto de las comunidades hacemos guardias, independientemente de las personas que viven ahí en Lázaro Cárdenas, en esa ocasión había gente de Villa de Guadalupe Victoria, de Guerrero, de Morelos. Todos se refugiaron en la única casa de material, que era la agencia”, cuenta Ángeles.

En el ataque murieron tres personas, Odilón Cruz Ortiz y Abdón Cruz López, originarios de Lázaro Cárdenas y Juan Mendoza, de Villa de Guadalupe, además decenas resultaron heridos.

Al día siguiente, la Guardia Nacional entró a patrullar la zona, sin embargo, los ataques siguieron. Hasta el momento, por el asalto solo hay una persona detenida.

Desde enero, cuando empezaron los ataques se formó una mesa de diálogo entre el gobierno estatal y representantes de ambos municipios que tuvieron sesiones durante abril, marzo y los primeros días de mayo. Incluso, el 2 de mayo, tres días antes del ataque, se había pactado que el día 12 de ese mismo mes se firmaría un acuerdo de paz entre ambos municipios, mismo que obviamente quedó trunco.

Desde entonces la población de Lázaro Cárdenas no ha podido volver a pisar su comunidad. Durante las tardes, patrullas conformadas por habitantes de otras comunidades de San Miguel vigilaban que la gente armada de Llano Grande no regresar a posesionarse del pueblo, apoyadas por la Guardia Nacional, o al menos así fue hasta el 22 de noviembre de 2023.

“Hubo gente que siguió haciendo la guardia, íbamos y seguíamos atendiendo las necesidades de los de la Guardia Nacional con las pocas cosas que habían quedado de pie. Incluso, tratamos de construir una cocinita pequeña para darles café. Ya para noviembre empezó a arreciar el frío y se construyó una nueva cocina comunitaria, para resguardarse, pero no fue una acción bien tomada por los agresores”, cuenta Ángeles.

El 22 de noviembre para ayudar en la construcción de la cocina diferentes autoridades comunales acudieron a cumplir con su tequio (un tipo de trabajo comunitario), entre ellos, estaba Román, hermano de Ángeles

Los trabajos de ese día terminaron cerca de las cuatro y media de la tarde, hora en la que las autoridades comunales emprendieron su regreso. No habían avanzado más de 300 metros en el camino que va de Lázaro Cárdenas a Villa de Guadalupe, y cuando el convoy en el que viajaban salía de una curva, fue sorprendido por una emboscada.

“Fueron más de 5 mil cartuchos percutidos. Las balas del atentado, la escena… era una escena dantesca. A mí me tocó recoger el cuerpo de mi hermano, fue una emboscada con armas de grueso calibre, totalmente planeada”, Cuando lo dice, la voz de Ángeles se empieza a pausar, a cortar, por la rabia.

“Gabriel iba manejando el torton; mi hermano Román, la camioneta de la agencia y Tapia la de la Fiscalía. Los tres murieron de un balazo en la cabeza, los agarraron en los carros. Fue muerte instantánea por balas sincronizadas a sus cabezas. José logró agacharse, pero de todos modos cayó, el otro que venía al frente, cayó. Los únicos dos heridos fueron los de la fiscalía que venían con sus armas y pudieron resguardarse y repeler el ataque”.

Ni atención, ni investigación ni justicia

Antes de la emboscada pobladores de San Miguel el Grande ya le habían expuesto al gobernador de Oaxaca, Salomón Jara, el peligro que corrían los pobladores de Lázaro Cárdenas y de todo San Miguel. La respuesta no salió de los límites políticos: Estamos haciendo lo posible, ya están las órdenes de aprehensión de la fiscalía, pero los pobladores de San Miguel no ven resultados concretos.

“Sabemos que esta gente no se escondió, sabemos dónde están ¿por qué no los detienen? Mi hermano había sido amenazado de muerte antes, con un anónimo en su carro, venían amenazas contra él, y toda esa información la entregó, pero ahí murió en el atentado y la fiscalía decía que no tenía conocimiento de todo eso”.

Actualmente el gobierno estatal pugna porque ambos municipios retomen la firma del acuerdo de paz, interrumpido por el ataque del 5 de mayo, pero Ángeles, como los pobladores de San Miguel se niegan a hacerlo.

“Más que firmar la paz, es firmar la impunidad, es firmar la investigación que no se ha hecho, las omisiones por parte de la Fiscalía y del Estado. Llano de Guadalupe y Tlaxiaco abrieron una zanja y tienen prohibido el paso con guardias armados a la comunidad. Ya nosotros no tenemos derecho al libre tránsito desde enero del año pasado. De manera personal, ahí yo les dije cómo quieren que nos sentemos a firmar una paz”, asegura.

Mientras la población de Lázaro Cárdenas permanece desplazada, habitantes de Llano de Guadalupe ya fueron a recorrer esas tierras y sus ojos de agua acompañados por gente del gobierno estatal y de la Guardia Nacional.

“Nos encontramos con miedo y frustración, no hemos podido pisar el lugar donde asesinaron a nuestros compañeros y a mi hermano el 22 de noviembre”, lamenta Ángeles. “Desde nuestros usos necesitamos estar en el lugar donde cayeron nuestros muertos, recorrer esos caminos, pero el gobierno solo les da seguridad a los atacantes, incluso después de que ya hay ocho muertos. Ahí están nuestros caminos ancestrales, donde transitaba nuestra gente libremente. Todos nuestros abuelos, tatarabuelos, ahí nacieron, ese entendimiento del amor por nuestra tierra no lo está captando el gobierno y no le está dando la importancia que tiene. No está entendiendo la filosofía de haber nacido con esa gota de agua, porque nuestros ancestros vieron esas primeras gotas de agua”.

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