Con bloqueo, personal médico de Hospital pediátrico exige atender brote de covid-19 (Ciudad de México)


Personal del Hospital Pediátrico Tacubaya bloqueó esta mañana un tramo del Anillo Periférico en protesta por un brote de covid-19 al que, dice, se ha dado poca atención. Foto: Especial

Patricia Dávila / Proceso

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Sin suspender la atención médica, personal del Hospital Pediátrico Tacubaya bloqueó esta mañana un tramo del Anillo Periférico, a la altura de la calle Carlos Lazo, en protesta por el brote de covid-19 en dicho centro hospitalario al que las autoridades han dado poca atención, según los inconformes.

De acuerdo con los empleados, ya suman nueve casos confirmados con covid-19; además, dijeron que se tienen 10 más “con riesgo alto” y 35 con posible contagio.

Entre los casos confirmados se encuentran cuatro enfermeras, un camillero, dos trabajadores de lavandería, una de mantenimiento y otra de recursos humanos.

Según testimonios de personal del nosocomio recogidos por Apro, desde mediados de marzo se tenía conocimiento de que uno de sus compañeros era posible portador, pues es hermano de una enfermera del hospital Enrique Cabrera quien falleció por coronavirus. Finalmente él resultó positivo al covid-19.

A pesar de ello, no se aplicó cerco sanitario alguno, lo que puso en riesgo al personal y a los pacientes.

“El hermano laboraba en la lavandería del hospital. Su muerte (de la enfermera) ocurrió en el mes de marzo, es un hecho público. Teníamos conocimiento de que (su hermano) estaba contagiado y por ello se solicitó a la directora del Hospital Leonarda Buenaventura Carreño López que se le hicieran las pruebas correspondientes para descartar que tuviera coronavirus. Sin embargo, se mostró negligente, dijo que sólo eran chismes y que se trataba de crear pánico”, dijo uno de los empleados que prefirió el anonimato.

Esta versión fue corroborada por un trabajador del área de lavandería.

“Un compañero resultó positivo al covid-19, no se aplicaron los protocolos a pesar de que la directora sabía que la hermana de este compañero, enfermera del Enrique Cabrera, estuvo internada unas dos semanas y falleció de coronavirus en este hospital. Él se presentaba a trabajar aun sintiéndose mal. Hasta el 31 de marzo la directora le dio 40 días y dejó de venir, cuando debió haber ordenado que se resguardara desde semanas antes.

“Días después compañeros que estuvieron cerca de él empezaron a enfermarse, uno de ellos falleció el pasado miércoles. Ante ello, solicitamos a la directora que nos enviara a realizar las pruebas de covid-19, pero nos dijo que ya no había fichas. A otros compañeros incluso les retiró las tarjetas checadoras por ausentarse un día, eso es una represalia.

“Ella dice que está protegida por el doctor Barreiro -Ricardo Barreiro, director general de prestación de servicios médicos y urgencias-, quien trabaja directamente con la secretaria de salud -Olivia López Arellano-. La situación es que, en mi caso, todo lo toma personal y me dijo si quieres vete al ISSSTE, si allá te hacen la prueba es tu problema”.

“Yo ahorita vivo solo, me aislé. Mi esposa y mis hijas se fueron a vivir a casa de su abuela materna porque no quiero arriesgarlos. Yo conviví con el compañero que falleció durante dos semanas”.

Desprotegidos

Una doctora, que tampoco quiso dar su nombre por temor a represalias, dio su versión:

“En la gaceta oficial del 19 de marzo se publicó un acuerdo de la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, de que habrá un apoyo para todos los padres y madres trabajadores del gobierno que tengan a su cuidado niños en el nivel preescolar. Yo tengo una bebé de dos años, por el tipo de nómina no tengo prestación en guarderías del ISSSTE y mi hija acude a una guardería privada que en estos momentos tengo que seguir pagando pese a la contingencia.

“Mi hija solo depende de mí y la única señora que me la quiso cuidar, vive con su hijo y su madre que es paciente del INER por problemas respiratorios. Incluso, en este año ha tenido dos ingresos. Esta situación de la falta de seguridad y la propagación del covid-19 en el hospital me preocupa porque no solo está en riesgo mi familia sino también la familia de la señora que aceptó apoyarme”.

Prosigue la doctora:

“Le comenté de esta situación a la directora del hospital y me dijo que no procedía el permiso para resguardarme en casa y cuidar a mi hija. Entonces, mandé un correo a Atención Ciudadana de la CDMX y me respondieron que entro en el grupo de personas para poder cuidar a mi hija en esta contingencia y la directora no dio su consentimiento.

Ante ello, la doctora y otras compañeras propusieron a la directora hacer guardias escalonadas en el hospital, pero lo único que se ganó, dice, es el desdén de las autoridades hospitalarias. “Ya hay represalias en mi contra, no me quiere recibir, ni escuchar para tratar mi tema”, se queja.

Desdén y malos manejos

Personal del área de Admisión también se queja de la directora y del coordinador de Recursos Materiales del Hospital.

“Estamos preocupados por la falta de profesionalismo de las autoridades, desconocen los procesos administrativos. A pesar de la contingencia y de la muerte de un trabajador por covid-19, se niegan a apoyar a los compañeros de más de 60 años y con enfermedades crónicas. No se dan cuenta de que todos somos probables sospechosos porque no se aplicaron protocolos para cuidarnos”.

Además, denuncian que los recursos materiales no se están manejando correctamente. Hace poco, refiere, se les notificó que se perdió un electrocardiógrafo y no se reportó al Ministerio Público. También que desaparecieron 200 cubrebocas que llegaron recientemente.

Una trabajadora del área de mantenimiento también accede a dar su testimonio.

Dice:

“Estoy muy dolida, tengo más de 40 años de trabajar en este hospital. Cómo es posible que mi compañero entrara al hospital con una faringitis e inmediatamente lo intubaran. Él falleció en el hospital Darío Fernández. Días antes, la hermana de otro compañero falleció de covid en el Hospital Enrique Cabrera. A él la directora debió aislarlo desde que nos enteramos de que su hermana estaba enferma, pero tuvieron que pasar dos semanas para que lo mandara a su casa. Lo hizo hasta que nos enteramos de que otro de sus hermanos fue intubado.

“Hablamos con la directora para comentarle la situación del compañero que estaba en Darío Fernández. Nos dijo que era mentira. Un doctor se paró y le dijo a la directora: ‘mire doctora, la hija de nuestro compañero nos notificó que el compañero de lavandería está internado e intubado en el Darío Fernández’. Cómo es posible que nos mienta. Por su negligencia no tomamos precauciones ni usted aplicó los cercos sanitarios”.

La mujer continúa:

“La semana pasada, en una reunión con la directora, le pedimos la lista de los insumos que han llegado. También le preguntamos porque no había enviado a su casa al personal de 60 años con enfermedades crónicas y por qué no se había establecido un cordón sanitario”.

Negligencia

Al siguiente, dice, la directora les informó que habían llegado 202 mil 350 piezas, pero todo de mala calidad, por lo que los iba a regresar a las oficinas centrales.

“Esto es negligencia de la autoridad. A sabiendas de que hay personas con alto riesgo de dar positivo porque tienen familiares que murieron por covid-19 no toma medidas para aislar a las personas. Además, autoriza pruebas sólo al personal que ella quiere. Eso es ignorancia y desconocimiento pleno de cómo se lleva un hospital”.

Una empleada de enfermería, cuenta también del caso de la enfermera que dio positivo a covid-19, luego de asistir a un menor que llegó al hospital con sospecha de contagio y posteriormente fue enviado al hospital de La Villa.

“A las enfermeras se nos pide atender a los pacientes sin el equipo de protección correspondiente, incluso sin cubrebocas”, se queja.

Los trabajadores inconformes también refirieron que hace un par de semanas tuvieron casos de sarampión grave y que sólo llegaron 50 vacunas para todo el personal. La directora y la JUD Médica Margarita Hernández Quintana, se aplicaron la vacuna, cuando –afirman los entrevistados– ellas nunca bajan a las áreas críticas y, por lo tanto, de todo el personal, son las que menos riesgo tienen: “Ella salió y dijo: ‘se la pone usted y usted’. Los demás nos quedamos viendo”.

“Ya lloré lo que tenía que llorar. Ella sabía que nuestros compañeros estaban internados y ella lo negaba. No se vale”, reprochan.

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