La semilla que dejó Minerva Bello (Guerrero)

Foto: Heriberto Paredes.

Minerva murió buscando a su hijo, normalista de Ayotzinapa. En su memoria nació este Centro de Derechos de las Víctimas que acompaña a quienes sufren la violencia en Guerrero, que cumple un año en la búsqueda de justicia

Heriberto Paredes / Pie de página

GUERRERO.- “Siempre estamos caminando solas, a buscar en fosas, a buscar en vida, pero nunca llevamos ningún tipo de seguridad, aunque el gobierno del estado se compromete a brindarnos la seguridad, el día que tenemos que hacer la búsqueda, no llega nadie”.

Quien habla es Sandra Román, integrante del colectivo Madres Igualtecas en Busca de sus Desaparecidos al terminar la presentación del primer informe del Centro de Derechos de las Víctimas de Violencia “Minerva Bello”.

Tanto el colectivo de familiares en búsqueda como el centro de derechos humanos han decidido caminar juntos, porque la situación en el estado de Guerrero es incontrolable.

“Ahora mismo, seguramente están matando o desapareciendo a alguien”, afirma Martha Obezo, viuda de Armando Chavarría, asesinado el 20 de agosto de 2009 siendo el presidente de la Comisión de Gobierno de la LIX Legislatura del Congreso de Guerrero.

Al igual que las buscadoras, la señora Obezo también es acompañada por el Minerva, tal y como comienza a conocerse este centro que ha cumplido su primer año de existencia.
La búsqueda como lucha

Minerva Bello nació en 1966 y murió en 2018, era originaria del municipio de Omeapa, Guerrero. La tía Mine fue madre de Everardo Rodríguez Bello, uno de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos el 26 de septiembre de 2014. Oficialmente murió de cáncer, pero –según afirma el tío Berna– en realidad murió de desesperación al ver que las autoridades de todos los niveles sólo se burlaban de las familias de los estudiantes.

Recuperado de una operación que le costó la amputación de algunos dedos de un pie, Bernardo Campos, padre del normalista José Ángel Campos, también estuvo en la presentación del informe titulado La deuda del Estado mexicano en Guerrero frente al acceso a la justicia y habló de las complicaciones de salud que las búsquedas desencadenan entre las familias.

La participación del tío Berna alentó a todas las personas presentes, sobre todo a otras madres y padres que continúan con los esfuerzos de búsqueda de sus familiares a seguir luchando hasta encontrarles.

El informe da un relato de los tres periodos de búsqueda que han tenido las Madres Igualtecas, de los resultados obtenidos en cada periodo y de los retos para continuar su labor. Es un compromiso del Minerva dar acompañamiento, no sólo material y jurídico a las madres, también lo han hecho a través del Programa de atención psicosocial y salud integral a víctimas.

En la última parte del informe es posible tener un relato detallado de los objetivos de este programa de acompañamiento, el cual se resalta en su enfoque hacia la reparación del daño y del análisis individual y colectivo de los hechos ocurridos que han desencadenado algún daño específico.

El programa dista de lo que hace la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), que aborda las problemáticas desde el punto de vista psiquiátrico y de manera desvinculada a los contextos de Guerrero.
Impunidad en los más altos niveles

Además del trabajo junto a las familias buscadoras, el Minerva visibiliza el caso de impunidad que representa el asesinato del diputado Armando Chavarría hace una década y del cual aún no hay detenidos o un ejercicio de justicia adecuado a las demandas de la familia.

Conla investigación del caso como antecedente, existe el testimonio de un comandante de la antigua Procuraduría General de Justicia, quien afirma participó en el asesinato del funcionario y señala la participación de otros agentes policiales.

Este testigo fue asesinado también, sin embargo, con su declaración culpabilizó al ex gobernador Zeferino Torreblanca como autor intelectual de la muerte de Chavarría.

Con una larga historia de impunidad, Guerrero se distingue entre muchos estados mexicanos por mantener una tradición de no investigación, de complicidad y trabajo entre organizaciones criminales y autoridades de todos los niveles al interior de la entidad.

No sorprende que este caso de asesinato político haya estado rodeado de amenazas contra la familia, específicamente contra Martha Obezo, la viuda de Chavarría, presente en el informa de actividades del Minerva.

“Si se mantenía en la impunidad el asesinato del presidente de la Comisión de Gobierno del poder legislativo, el mensaje era que podían asesinar y desaparecer a quién sea y no iba a pasar nada. La impunidad se reproduce como un caldo de cultivo envenenado” sentenció Obezo.

El feminicidio es una cultura

Fue María Luisa Garfías Marín la encargada de presentar un panorama de la situación del feminicidio en Guerrero, lo que llamó en el informe, la otra cara de la violencia.

Definido por la especialista como el asesinato de mujeres por el hecho de ser mujeres, el feminicidio en la entidad ha ido incrementándose a pesar de que el Código Penal lo tipifica. Tan sólo en el periodo de 2014-2018 se reportan 1,253 mujeres víctimas de este tipo de delito, de los cuales únicamente existen 19 personas sentenciadas como culpables.

Guerrero es, nuevamente, señalado por la impunidad que lo representa. El informe es contundente al respecto:

“En la entidad Guerrerense, es muy común que los cuerpos sin vida de las mujeres asesinadas sean abandonados en vías públicas y quienes cometen estos asesinatos saben que no serán investigados como feminicidios sino como homicidios dolosos; lo cual hace que se les dé ‘carpetazo’”.

“Es fundamental que, ustedes, asistentes al informe de actividades del Minerva Bello, empiecen, junto con nosotras y nosotros, a desmantelar toda esta cultura y toda esa violencia y construir un mundo en donde las mujeres y los hombre podamos vivir con tranquilidad, con bienestar y con paz”, subrayó Garfías en su participación.
El primero de muchos años por venir

El Centro de Derechos de las Víctimas de Violencia Minerva Bello, al termino de su primer año de actividades, dejó avances, logros, primeros pasos, sin embargo es el comienzo de una gran labor en materia de combate a la impunidad y la construcción de una justicia diseñada por las familias afectadas, tanto por las desapariciones como por los asesinatos. El panorama inmediato se complejiza cada vez más.

“Aquí hablamos de víctimas de primera, de segunda y hasta de tercera. Nosotras nos consideramos como víctimas de tercera porque ni un solo policía nos ponen. Por ejemplo, cuando fuimos a Teleoloapan tuvimos que salir corriendo, porque escuchamos en las frecuencias de los radios que nos decían que algo nos podía pasar. La semana pasada tuvimos una búsqueda en Tierra Caliente, fuimos a Tecpan de Galeana y de ahí llegamos a Altamirano, en ese lapso nos paró la Familia Michoacana, nos iban a revisar pero como vieron niños y éramos puras mujeres, se compadecieron y nos dejaron pasar”, asegura Sandra, quien agradeció al Minerva, su apoyo para realizar las búsquedas y por todo el acompañamiento que han tenido.

Sandra Román busca a su hija Ivette Melisa Flores Román, desaparecida en Iguala por policías municipales el 24 de octubre de 2012.

Foto: Heriberto Paredes

“Necesitamos consolidar nuestra estructura institucional para poder continuar con nuestro trabajo, la demanda que tenemos supera nuestras capacidades, ese es el primer reto. También queremos fortalecer los lazos con los centros de derechos humanos como el Fray Francisco de Vitoria. Queremos avanzar mucho en la salud integral y en los planes de búsqueda con las Madres Igualtecas, así como la exigencia de justicia en el caso del asesinato político de Armando Chavarría y queremos aumentar nuestra seguridad”, concluye el hermano José Filiberto Velázquez, director del Minerva.

José Filiberto Velázquez es seminarista, formado en Estados Unidos, y ahora además de su labor como director también está por ordenarse como sacerdote en la diócesis de Chilapa, Guerrero.

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