Defensa de la producción y de la alimentación desde las tierras de San Gregorio Atlapulco

Foto Colectivo Grieta

Colectivo Grieta, 07 de junio de 2019.

San Gregorio Atlapulco, Ciudad de México.- En la zona chinampera de San Gregorio Atlapulco (vocablo que en nahuatl significa “en las tierras del fango”), alcaldía de Xochimilco, un pequeño grupo de campesinos se empeña en organizarse para la producción y distribución de hortalizas de manera directa a los consumidores. Organizados en la Promotora de mercadeo solidario, alimentación y nutrición (PROMESAN) trabajan con diferentes cooperativas y esfuerzos de organización de consumidores para abastecer productos del campo de manera directa. En medio de una crisis por escasez de agua y lluvias, por malas políticas de los gobiernos de todos los partidos y en medio del cambio climático global, Ángel, campesino de San Gregorio, nos contó los esfuerzos que hacen para mantener la tierra -ganada por el trabajo desde hace muchos años al lago- produciendo verduras y algunas legumbres.

La generación de Ángel ha visto como la zona chinampera ha sido asediada y transformada en las últimas décadas. Los canales están en el nivel más bajo que se ha visto en 15 o 20 años. Nos explicó que esto se debe a los pozos desde los que la CONAGUA extrae agua en la zona baja de Xochimilco para abastecer al resto de la ciudad, pero también a la escasez y retraso en las lluvias. Además contó que antes San Gregorio tenía cerca de 30 pozos y que los han ido entubando y mandando el agua a otras partes de la ciudad. En nuestra visita pudimos ver cómo los canales tienen apenas 40 o 50 centímetros de agua cuando antes era común que incluso en secas tuviesen un metro de agua. Así, los efectos de la crisis global capitalista se manifiestan en estos canales que rodean a las chinampas, las cuales han sido usadas para la producción agrícola desde hace muchas generaciones: “ya no llueve como antes y para colmo después del temblor de septiembre de 2017 todo se agravó, pues se formaron grietas y por ahí se ha perdido más agua”, nos explica Ángel. Hace 15 años la entrada a las parcelas todavía se hacía en canoas o chalupas, ahora la profundidad no permite la navegación en la mayor parte de los canales de San Gregorio, por eso ahora han tenido que hacer puentes, veredas y rellenar parte de los canales para poder llegar a las tierras de labor. Lo mismo para sacar su producto: antes lo cargaban en las canoas, Ángel platicó que éstas tenían 40 ó 50 cm de profundidad y con la carga se hundían todavía más, y el canal daba para eso y más. Ahora lo tienen que sacar en carretillas a través de las veredas y los puentes. También contó cómo, en el tiempo de su padre, se llenaban entre 8 y 10 camiones de carga de producto para la central de abastos, pero ahora la sequía y la escasez de agua ha golpeado a la producción.

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Más tarde, ya en la parcela de cultivo el campesino nos contó como en el sexenio de Salinas, el gobierno presionaba para la instalación de un parque “Six flags” en la zona chinampera, proyecto que no prosperó por la negativa de los pobladores de la zona, que se rehusaron a ser despojados de sus terrenos. “Ningún gobierno nos va a ayudar, los gobiernos nomás quieren chingarnos, por eso la cosa es cómo nos vamos a ayudar entre nosotros; si no nos ayudamos entre nosotros, el gobierno no nos ayuda”. Por eso se organizó un pequeño núcleo de productores para poder mover directamente las hortalizas de las parcelas hasta diferentes sitios de distribución, vinculados a su vez a procesos organizativos en torno al consumo; así, aunque las tierras son de pequeña propiedad privada, hay una necesidad que se resuelve en colectivo. También venden en la Central de Abastos de la Ciudad de México, donde han podido ver cómo el espacio que tenían los productores locales de Xochimilco y San Gregorio se ha ido reduciendo conforme pasa el tiempo. Por eso su relación con los colectivos de consumidores se ha vuelto importante. Ello ha requerido organización para rentar una camioneta para recoger la producción y llevarla a los puntos donde PROMESAN entrega los “paquetes verdes” con verduras y hortalizas variadas, entre ellos se encuentran la Cooperativa Unidad Latinoamericana, el Colectivo RedFlexiones, la Cooperativa de Consumo de Productos Mexicanos a Milpa (Roma-Condesa), el Colectivo Zacahuitzco de la Colonia Portales, un colectivo en la Colonia Narvarte y esporádicamente a un grupo de mujeres organizado alrededor de la Parroquia de Santa Úrsula Coapa.

Foto: Colectivo Grieta

Entramos a la chinampa y una gran variedad de colores conformaba las subdivisiones del terreno (de apenas una hectárea), en cada parcela una verdura diferente, muchas clases de lechuga, de arúgulas, de acelgas, quelites, hinojo, rábanos, “de vez en cuando echamos otras plantas, como jitomates o chilito, para que la tierra no se aburra”, explica. Entre tantas entregas de paquetes verdes, cada parcela es cosechada dos o tres veces por semana y las diferentes edades de las plantas cultivadas abona -literalmente- a la diversidad de colores que pudimos observar. A pesar de lo escaso de las lluvias, las parcelas se mantienen productivas todo el año, aprovechando el agua -cada vez más escasa- de los canales que las circundan. Vimos que algunas de las parcelas de cada verdura se habían dejado madurar, hasta producir flores y semillas; éstas semillas son guardadas para volverse a sembrar, de modo que los productores no dependen del mercado para abastecerse de este medio de producción: “el cabrón de Fox quería que entráramos a comprar semillas comerciales, que tienen precio en dólares, pero no vamos a comprar eso, si nosotros podemos reproducir la semilla, de aquí sale, de aquí la sacamos”. Junto a un pequeño cobertizo se alineaban camas de germinación, donde cientos de plantas recién germinadas de acelgas y lechugas esperaban para ser transplantadas a los campos de cultivo.

Foto Colectivo Grieta
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Desde la entrada pudimos observar, en otras parcelas, montones de cáscaras de tomate verde y diferentes prácticas de compostaje practicadas por los campesinos de esta parte de la Ciudad de México. En la parcela de Ángel pudimos ver el proceso de compostaje que él realiza. A orilla de la parcela se amontonan hojarasca y ramas que al remojarse con melaza diluida en agua de los canales hacen la primera parte de la preparación, se trata de una variante de la técnica orgánica conocida como Bocashi, que al fermentar a alta temperatura elimina los posibles patógenos y plagas de la tierra. Unas tiempo después esta mezcla se remueve y se combina con estiércol de animales y se deja madurar hasta que realmente se ha convertido en tierra fértil. Ángel contó cómo éste proceso puede llevar un año. Ya repartida en las parcelas de cultivo, ésta tierra es protegida usando paja para cubrir la superficie de cultivo, lo cual retiene la humedad y permite que las lechugas, espinacas, coles y demás plantas se desarrollen mejor. Así, en sus semillas y en la tierra, aquí la agricultura aún genera dentro de sí misma parte de las condiciones para poderse realizar, sin depender para éstas del mercado capitalista. Ángel lo explica así: “Estas tierras tienen valor porque por ellas se derramó mucha sangre en la revolución. Pero además nuestras tierras no las hicimos en 1 ó 2 años, nuestras tierras llevan 400 ó 500 años de trabajo, este pedazo que trabajamos es producto de esos años de trabajo de generaciones atrás”. La relación que Ángel muestra con la tierra es notable, habla de ella como si de una persona se tratara. Está orgulloso de ella, y dice cómo en esa tierra se da de todo, hasta pera y manzana, cosa rara para ese clima. Además comenta cómo hay que cuidarla y no envenenarla, afirma que no mata ni ahuyenta a las abejas y a las mariposas y que en el campo nada más echa una solución de ajo y chile. Nos cuenta que valora a las abejas porque no hay tecnología que se haya inventado que sustituya el proceso de polinización.

Foto: Colectivo Grieta
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La situación de la zona chinampera no es fácil. A la grave escasez de agua ya mencionada se suma que -de acuerdo con el testimonio de Ángel- hay menos gente dedicándose a las labores agrícolas, los jóvenes ya no tienen mucho interés en el trabajo del campo. Ahí se cuela una mención: muchos campesinos tienen que contratar jornaleros para poder enfrentar las etapas más fuertes del trabajo; nos cuenta que muchos de estos trabajadores son migrantes de Oaxaca, Guerrero y Chiapas que trabajan en la zona agrícola del sur de la Ciudad de México. Con cierta angustia nos comparte que la suya tal vez sea la última generación que se dedique a la producción en el campo porque las nuevas generaciones yo no se dan el tiempo de conocer esa forma de vida, se pregunta qué va a ser de esas tierra si ya nadie las trabaja, y cómo se van a morir si eso pasa. Ángel reflexiona cómo se está perdiendo el saber del trabajo de la tierra y el saber del consumo de la inmensa variedad de productos alimenticios que la tierra aporta, ya no sabemos cocinar toda esa variedad, con pesar reflexiona sobre cómo la cultura culinaria urbana se ha ido empobreciendo terriblemente. Y el trabajo es mucho, además de la cosecha está el amarrado de los manojos y su enjuague, acomodarlos y luego armar los paquetes verdes todo cada vez que se va a formar un cargamento de verdura para ser distribuído.

Foto: Colectivo Grieta
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Para los productores de PROMESAN, una tarea muy importante es recuperar una alimentación sana, más variada y con vegetales producidos evitando el uso de fertilizantes químicos. Ángel se detuvo a platicarnos con detalles las propiedades de cada planta, de la achicoria, de las diferentes lechugas, de la remolacha, y formas de prepararlas o consumirlas. En su visión, se trata de recuperar una alimentación menos dependiente de la comida industrializada y que aproveche la diversidad de lo que se reproduce: “las hierbas son maravillosas, dan el sabor y el punto a todos los alimentos”, nos comparte. También la diversidad del territorio de San Gregorio, hacia cuya defensa apunta su descripción: “son pocos los pueblos que como éste tienen en sus tierras cerro, ejido, ciénaga y chinampa. Tenemos que cuidar esas tierras si no queremos que nos hagan más esclavos”. Trabajar estas chinampas en medio de la crisis, y construir redes de distribución y consumo directo, no mediado por los grandes capitales, podría cultivar una semilla de resistencia.

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