La guerra se intensifica en Sinaloa

Jorge Luis Lozano, Sinaloa.

Decenas de familias residentes de la sierra desplazadas por el miedo a la violencia, casas baleadas y quemadas en el municipio de Badiraguato, enfrentamientos violentos en la cabecera municipal con el reporte de capos muertos en el municipio de Cosalá, balaceras a plena luz del día que dejan saldo de tres muertos en el Habal, comunidad de Mazatlán; personas secuestradas que luego son encontradas desmembradas en Rosario, fosas clandestinas con cuerpos putrefactos en Mazatlán, y automóviles calcinados con cadáveres en su interior en Culiacán.
Ese es el panorama que prevalece en Sinaloa y que pinta a una entidad en medio de una cruenta guerra entre bandas del crimen organizado.
Es una realidad en la que día a día viven miles de sinaloenses, pero que las autoridades se niegan a ver. Ajenos a una realidad cotidiana que tiende a gravarse y a cobra un cara factura de vida, de dinero, gobernantes y autoridades del Ejército se empecinan en desestimar la ola de sangre que recorre la ciudad.
Luego de los enfrentamientos violentos reportados en la zona serrana de Badiraguato, el gobernador del estado, Mario López Valdez, aseguró que la situación en la zona alta de la entidad no es grave y existen condiciones para que las familias desplazadas regresen.
En ese mismo tenor, el general de la Tercera Zona Militar, Alfonso Duarte Mújica, asegura que se trata de una lucha focal entre bandas debilitadas. El costo es caro para Sinaloa, y por lo menos ya se reportó la suspensión de una tercera parte de arribos de cruceros a Mazatlán.

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