Una montaña flotando en la mar

Óscar García González / Rebelión

La “invasión” zapatista avizora Europa.

Invisibilizados por los medios de comunicación. Lapidados en las redes sociodigitales, en ocasiones con ayuda de bots y algoritmos. Denostados por el chantaje progresista del “menor de los males” y una concepción pesimista de la política entendida exclusivamente como “optar entre inconvenientes”, cuya narrativa ha terminado por imponer la 4T gracias a su exitosa estrategia de polarizar a la sociedad mexicana.

No obstante, el zapatismo, incómodo habitual para el poder en turno (probablemente desde que Zapata se reveló contra Madero por el incumplimiento a su promesa de Reforma Agraria), acostumbrado a nadar a contracorriente, ahora se embarca, literalmente, en una empresa tan utópica como indispensable para un futuro inmediato infestado de distopías. Compartir la semilla de la rebeldía por la vida con aquell@s que luchan en los cinco continentes (http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2020/10/05/sexta-parte-una-montana-en-alta-mar/).

Nunca como ahora la democracia en este país se había asemejado al espectáculo decadente del que son testigos y cómplices sus podridas instituciones. Partidos políticos convertidos en franquicias electoreras. Candidatos como sicarios que emergen, merced a la fama adquirida con destrezas en la lucha libre, el fútbol, el boxeo, la comicidad vulgar, los certámenes de belleza o las enajenantes telenovelas. Políticos señalados como miembros de la mafia del poder, culpables de todos los males que aquejan al país, que se beatifican instantáneamente al convertirse a la nueva religión de Estado y su partido gobernante. Nuevos partidos con viejos dinosaurios que orbitan ahora en torno a quién favorecen las encuestas y “consultas populares” exprofeso. En consecuencia la alteridad, lo antisistémico, se percibe no sólo como incómodo, sino peligroso. El neozapatismo junto con otras luchas que no han claudicado, que no se han rendido, ni vendido constituyen la reserva moral de este país.

Somos producto de quinientos años de resistencia, afirmó contundentemente el EZLN en la Primera Declaración de la Selva Lacandona, la sociedad civil de aquel entonces detuvo la guerra, en reconocimiento a esa fuerza crítica y consciente, el neozapatismo chiapaneco optó por la palabra como estrategia y se sentó a dialogar de inmediato con el gobierno. Sin embargo, fue la clase política que ahora los ignora y ningunea (cuando no está atacándolos directamente con medidas contrainsurgentes), la misma que traicionó la buena voluntad de los insurrectos, quienes habían firmado los Acuerdos de San Andrés.

La creatividad política del neozapatismo habida de metáforas, símbolos e iconos persiste a pesar de ataques militares y paramilitares; de la Guerra de Baja Intensidad y de estrategias integrales de desgaste. Ha sobrevivido a cinco presidentes desde su aparición pública. Aunque sus aportaciones a la sociedad mexicana todavía le son regateadas, a nivel internacional su legado es valorado y reconocido por los movimientos altermundistas.

A diferencia de los hombres que detentan el poder en México, los zapatistas no van a rendir pleitesía a las monarquías europeas (esas instituciones feudales que tanto idolatra la burguesía mexicana), no van a besar la mano, pedir ni a otorgar perdón al jefe del estado Vaticano; mucho menos a postrarse de rodillas frente al Foro Económico Mundial en Davos, Suiza como nuestros presidentes. No hablarán en el Parlamento Europeo ni se reunirán con la actual directora gerente del Fondo Monetario Internacional. No visitarán Andorra porque no tienen dinero en sus bancos, como la clase política mexicana que sigue gozando de impunidad.

Van a encontrarse con los que luchan y resisten abajo, lejos de los reflectores y de la parafernalia política en su sentido hegemónico. “Iremos a encontrar lo que nos hace iguales”. No van hacer campaña para los magnates racistas, no ofrecerán convertirse en la patrulla fronteriza de ningún imperio, ni a intercambiar vacunas por migrantes. Mientras el presidente pide perdón a los mayas por la mal llamada Guerra de Castas (exigiendo y demandando lo propio al jefe del estado español por la conquista), atrae a empresas europeas para que inviertan en sus megaproyectos como el Trump Maya, el Corredor Interoceánico o el Proyecto Integral Morelos. En 1999 “la fuerza aérea zapatista” atacó al Ejército Mexicano para defender la comunidad de Amador Hernández en la Selva Lacandona. Ahora la flota naval pirata zapatista inicia la invasión a Europa por mar. No cabe duda de que el escuadrón 421 será, paradójicamente, como el poema de Rafael Alberti: Un marinero en tierra.

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