Indígenas en México: ¿cómo enfrentar una epidemia, la discriminación y el abandono histórico del Estado?

Pueblos indígenas del país decidieron cerrar su territorio y no permitir la entrada de personas que no sean del lugar. Aislarse es una de sus medidas para evitar que la epidemia se extienda en sus comunidades.

Mogabay Latinoamérica.
por Thelma Gómez Durán, 28 de abril de 2020
Abril es un mes especial para los purépechas que habitan Cherán.

Fue a mediados del abril de 2011, cuando este pueblo indígena de Michoacán decidió recurrir a su organización comunitaria para defender su bosque, expulsar a quienes lo talaban y, de paso, sacudirse a los partidos políticos y comenzar un proceso legal para que se reconociera su gobierno tradicional. En abril, también se realiza su fiesta patronal y es la época en que suelen llegar a la comunidad muchos de los migrantes que trabajan en Estados Unidos.

Pero este abril de 2020, fue diferente. Cherán suspendió todas las celebraciones. La medida se tomó en colectivo, siguiendo el proceso que, desde hace nueve años, se realiza para decidir cualquier acción que afecte a la comunidad.

Como lo hizo hace nueve años, cuando se enfrentó a los talamontes, Cherán cerró los accesos a su comunidad. Ahora lo hace para evitar contagios. Foto tomada de la página de Facebook del Consejo de Jóvenes Cherán Keri.

Desde marzo, cuando al Consejo de Keris —el Consejo Mayor de Gobierno— llegó la noticia de que la epidemia de COVID-19 se extendía por el país, se hicieron asambleas en los cuatro barrios de Cherán. Ahí se discutió qué hacer. “Había quienes decían que no era cierto eso del virus”, recuerda Alicia Lemus, habitante de la comunidad. Al final, en las asambleas se decidió que se suspendieran todas las fiestas y reuniones.

El 10 de abril se cerraron las entradas a la comunidad “hasta nuevo aviso”. Ese mismo día, a través de las redes sociales, se pidió a los migrantes que radican en Estados Unidos que no viajaran a la comunidad. “Si hay algunas personas que ya están en camino, se les estará canalizando a un lugar de aislamiento para estar en cuarentena”.

Además, se organizaron comisiones para vigilar las entradas del pueblo, para realizar las labores de limpieza en los espacios públicos y para fabricar gel antibacterial, jabón y tapabocas. Y se determinó que las personas que se empeñaran en salir de la comunidad, tendrían que firmar un documento haciéndose responsables de su salud.

Cherán es de las pocas comunidades indígenas en México que cuentan con un hospital rural, “pero es precario, no tiene capacidad, es muy pequeño y no tiene respiradores… Se están tomando todas las precauciones, porque si aquí hay un brote de esa enfermedad, nos acaba”, dice Alicia Lemus, purépecha y doctora en antropología social por la UNAM.

La comisión de salud de Cherán organizó pláticas sobre cómo lavarse las manos para evitar los contagios de COVID-19. Foto tomada de la página de Facebook del Consejo de Jóvenes Cherán Keri.

Desde hace nueve años, la comunidad purépecha de Cherán aprendió que “el sentido de comunidad ayuda a fortalecerse y a enfrentar el miedo”. Y eso es lo que hoy pone en práctica para impedir que se presenten casos de COVID-19 en su tierra.

Diversas poblaciones purépechas siguieron el ejemplo de Cherán y comenzaron a cerrar sus territorios. La medida también la han tomado otras comunidades indígenas en estados como Oaxaca, Chiapas, Chihuahua o Guerrero. Esta acción se intensificó a partir del segundo fin de semana de abril, cuando en el país había poco más de 5949 casos confirmados de COVID-19 y 611 personas fallecidas a causa de esta enfermedad, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud.

Ignorar a las comunidades indígenas

En México, los primeros casos con esta enfermedad se registraron, de acuerdo con los datos oficiales, a finales de febrero. A partir del 23 de marzo se puso en marcha el programa “Sana distancia”, para mantener un “aislamiento preventivo” en la población. Sin embargo, hasta el 20 abril no se había anunciado ningún plan de atención específico para los indígenas, pese a que representan el 21.5 % de la población, según la Encuesta Intercensal 2015 del INEGI.

“La desigualdad social de este país se expresa también en la forma en cómo las autoridades están comunicándose con la sociedad. Es una comunicación que está centrada en los cánones urbanos. Pero no hay una atención a las comunidades indígenas”, resalta Abel Barrera, antropólogo y quien desde el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan acompaña a los pueblos indígenas na savi, me’phaa y nahuas de la región de la montaña y costa chica de Guerrero.

En la región de la montaña de Guerrero, las policías comunitarias participan en la vigilancia de las entradas a las comunidades. Foto: Tlachinollan

rancisco López Bárcenas, mixteco e investigador del Colegio de San Luis, dedicado a estudiar los temas de defensa de territorio y recursos naturales, destaca que en el contexto de esta pandemia a las comunidades indígenas se les discrimina una vez más al no existir mensajes y acciones de gobierno dirigidos a esta población.

Esta emergencia sanitaria, resalta la antropóloga Alicia Lemus, muestra una vez más la deuda histórica que el Estado tiene con los pueblos indígenas, sobre todo en materia de salud. “Todo está pensado —subraya— para el México urbano y no para el México rural e indígena. Hay un abandono y una discriminación histórica. Y ante situaciones como estas, una epidemia así nos puede borrar”.

“Siempre ha habido una ausencia del Estado”, en la atención de las comunidades indígenas. Y en esta emergencia sanitaria, esa ausencia persiste, dice Georgina Méndez, indígena ch’ol y docente de la Universidad Intercultural de Chiapas.

Para Abel, Alicia, Francisco y Georgina, el gobierno comenzó muy tarde, y en forma limitada, la difusión de información en lenguas indígenas sobre la epidemia y las medidas de prevención.

Fue hasta el 9 de abril que el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) emitió un comunicado en el que informaba sobre la difusión de mensajes en 35 lenguas indígenas. “Ese número es solo la mitad de las lenguas que se hablan en el país”, resalta Georgina Méndez.

En México, de acuerdo con datos del INEGI, se hablan 68 lenguas con 364 variantes en todo el país.

Mongabay Latam solicitó una entrevista con algún funcionario del INPI para conocer qué acciones realizan para atender a las poblaciones indígenas en esta emergencia. Hasta la publicación de este texto, no se tuvo respuesta.

En la Montaña de Guerrero, pese a ser una zona con presencia indígena, los mensajes sobre el nuevo coronavirus están en español y no en las lenguas de las comunidades. Foto: Tlachinollan.


Usar la palabra para prevenir

“A los pueblos indígenas se les invisibiliza —dice Georgina Méndez— Y eso no es nuevo, es algo que ocurre en este gobierno y en los anteriores. No hay mecanismos de atención para los pueblos”.

Ante la falta de atención gubernamental, han sido las propias comunidades indígenas, así como las radios comunitarias y algunas organizaciones no gubernamentales las que han difundido información para prevenir la expansión del COVID-19.

El Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, por ejemplo, comenzó a traducir mensajes en las lenguas na savi, me’phaa y nahua para que se difundieran en la radio indígena La Voz de la Montaña y en tres radios comunitarias.

“La información tiene que ser en su lengua. Al mismo tiempo, se tiene que ir a las comunidades para difundir los mensajes de manera oral. La palabra hablada tiene más eficacia que la escrita”, explica Abel Barrera.

Asamblea comunitaria en Cherán, Michoacán. Foto tomada de la página de Facebook del Consejo de Jóvenes Cherán Keri.

En la Radio Huayacocotla también se comenzó a hablar sobre el nuevo coronavirus en la lengua nahua, otomí y tepehua. Esta radiodifusora comunitaria de la sociedad civil, conocida como “La Voz Campesina”, se escucha en el norte de Veracruz, en Hidalgo, Querétaro y en algunas regiones de Tamaulipas y Puebla.

Sandra Cruz Fuentes, coordinadora de Radio Huayacocotla, señala que han puesto mucho énfasis en explicar las consecuencias de la epidemia, sobre todo porque “si hay contagios en pueblos originarios estaríamos hablando de muertes seguras, porque no hay atención médica en las comunidades”.

Hay otras iniciativas: la productora Vientos Culturales puso a disposición de las comunidades animaciones en video para difundir qué es el coronavirus, las medidas preventivas y la conciencia solidaria ante el COVID-19.

En Cherán, Radio Fogata también difunde en lengua purépecha mensajes sobre las medidas para prevenir un brote de esta enfermedad.


De Nueva York a la montaña

Tanto en Chiapas, Michoacán o Guerrero, las comunidades indígenas se han visto obligadas a pedir a su gente migrante que, por ahora, no vaya a sus pueblos.

En algunas regiones, como en la Montaña de Guerrero, incluso se les está negando el paso a las comunidades a quienes han tenido que regresar de ciudades de Estados Unidos. “Varios de ellos se han tenido que quedar en la ciudad de Tlapa. Los que lograron entrar a las comunidades, están en cuarentena”, explica Abel Barrera, de Tlachinollan.

Las comunidades han tomado estas decisiones utilizando los sistemas de organización comunitaria, resalta Barrera. “Son más efectivas las medidas que se toman en asamblea que los discursos abstractos”. En algunos lugares se ha establecido que si no se cumplen los acuerdos —como el no salir fuera de la comunidad— “se va a multar a la gente”.

Estas medidas que para algunos podrían parecer extremas, para Abel Barrera son una “apuesta a que el contagio no sea masivo” entre los habitantes de la Montaña de Guerrero, donde hay alrededor de 600 pequeñas comunidades, y en donde la gente “históricamente muere por desnutrición o enfermedades curables”.

En esta región, los habitantes de los 19 municipios de la montaña solo cuentan con un hospital de segundo nivel, ubicado en la ciudad de Tlapa. Además de que gran parte de las comunidades el sistema de agua potable “es inexistente”.

Por eso cuando Abel escucha a las autoridades de salud insistir en llamar a la población a lavarse las manos, como una medida de prevención, dice que “primero hay que garantizar el acceso al agua”.

De acuerdo con datos de la Encuesta Intercensal 2015 del INEGI, solo 36.6 % de los hablantes de lengua indígena tienen acceso a agua potable dentro de su vivienda.

Vigilancia en el acceso de una de las comunidades de la montaña de Guerrero. Foto: Tlachinollan.

Y aunque en la montaña de Guerrero, hasta el 20 de abril, aún no se registraban casos confirmados de COVID-19, ya hay familias indígenas en la zona que están de luto por la muerte de alguno de los suyos a causa de esta enfermedad. Abel Barrera señala que, hasta el 21 abril, se tenía el registro de 20 decesos de migrantes que trabajaban en Nueva York, y que eran originarios de la región de la montaña de Guerrero. Sus familias ahora buscan la forma de reunir los 3000 pesos (122 dólares) que, por lo menos, necesitan para pagar la cremación y evitar que los cuerpos de sus hijos, hermanos o padres terminen en una fosa común en Estados Unidos.

Además de estas muertes, varias familias indígenas de la zona ya sienten la falta de recursos económicos, así como los efectos de la sequía que se vive desde el año pasado y no permitió tener las cosechas de maíz que se esperaban.

En la zona de la montaña de Guerrero, desde la segunda quincena de marzo, comenzó a disminuir la llegada de remesas de los migrantes que se encuentran en Estados Unidos.

Abel Barrera insiste en que durante esta emergencia sanitaria se necesitan programas específicos para las comunidades indígenas; una acción urgente es garantizarles el derecho a la alimentación, además de atender a la población migrante, tanto aquella que se encuentra en Estados Unidos, como los jornaleros indígenas que aún trabajan en los campos agrícolas del norte del país.

Con información de:
https://es.mongabay.com/2020/04/covid-19-indigenas-mexico/