Hijos contra padres; amenazas y violencia: minera siembra odio y ruina en comunidades de Puebla

Por Claudia Martínez Sánchez / SinEmbargo

Habitantes de la Sierra Negra de Puebla afirman que sufren de desapariciones, asesinatos, golpizas y abuso sexual –en contra de niñas y adolescentes– por defender su tierra. Y es que, señalan, la presencia del Grupo Mexicano Ferrominero ha traído a integrantes de la delincuencia organizada. La instalación de la hidroeléctrica de Minera Autlán equivaldría a la destrucción de un pueblo entero: Pozotitla, Puebla; la empresa pretende dinamitar las montañas para la construcción de seis carreteras, así como de otros elementos “necesarios” para el funcionamiento de la obra.

Pero no sólo Poztotilta se vería afectada, al menos 50 comunidades indígenas de Puebla sufrirían la pérdida de miles de hectáreas de café, cacao y árboles maderables: cedro, caoba, xochicuahuaitl. La selva también perdería incontables especies en flora y fauna, como el jaguar, tucán, oso hormiguero, jabalí, temazate, tepeixcuincle, entre otros.

Ciudad de México, 13 de febrero, (SinEmbargo).- En el cerro el Tzitzintepetl se escucha como brama la tierra enfurecida. La soledad de la naturaleza, esa majestuosa tierra de amates, montañas y ríos en Coyolapa, Puebla, alberga a Pánfilo: el curandero de la selva. Su náhualt, es puro, arrastra las palabras con suave delicadeza y habla con entrañable amor de la madre tierra.

El Tzitzintepetl le susurra en los oídos. Los sonidos de la tierra lo persiguen entre sueños, lo regañan enérgicamente; han obligado al curandero de la selva, a beber los reclamos de la naturaleza. Por las noches, las rocas sumergidas bajo el agua hacen estridente escándalo en su cabeza; entonces, es cuando los ríos: Coyolapa, Atzala y Huitzila –dice Pánfilo– le gritan: “¡Ayuda!”.

Los indígenas de la parte baja de Zoquitlán respetan al curandero. Algunos saben de sus premoniciones, no recibe críticas por ser el chamán de la selva y menos por hablar con la tierra. Los habitantes lo conocen también por la cabellera de sus hijos; desde que nacieron, jamás les ha cortado una sola hebra de cabello. Es sagrado –dice el curandero–. Para Pánfilo y sus antepasados, a los niños, se les debe rasurar por primera vez a los siete años, dice que es la conexión con la madre tierra.

“Sólo así, la tierra va a poder hablar con ellos cuando crezcan, de lo contrario se pierde la conexión con el alma de los niños y con la voz de nuestra madre”, asegura en su creencia náhuatl.
Sus dos pequeños, tan libres, sonrientes y rebeldes como Pánfilo, saben que los amates de la selva tienen más de 300 años y que el río se comunica a través de los sonidos cuando cantan las rocas; sus hijos llevan los rasgos del curandero: ojos cafés rasgados, piel de bronce y nariz aguileña. A su corta edad, saben que su padre es un defensor de la tierra y que las montañas le han ordenado a su padre a hablar con los extraños, los que andan queriendo dinamitar los cerros y los ríos en Coyolapan; pero los hombres que andan con la hidroeléctrica no le hacen caso.

La descomunal belleza de las cavernas del cerro, el campanario, también en Coyolapan, le abren paso a los ecos de los indígenas, cuando la tierra reclama la lluvia. En una de las zonas de más difícil acceso, sin importar lo accidentado del camino, las horas y distancia a pie, los indígenas bajan cada año, justo en medio del afluente del Atzala, el que divide a dos pueblos: Coyolapan y Tlacotepec de Porfirio Díaz; allí, se unen tres ríos luminosos color zafiro: Huitzilan, Coyolapan y Atzalan; en el cerro de la campanaria –como le nombran algunos– converge la unión de los tres ríos, al que le llaman: el río tonto.

Las colinas en el enorme y cristalino río Atzalan, antes de la unión del río Tonto, reciben cada año a las comunidades; en ese santuario los espera una campana de piedra ancestral. En tiempos de sequía, los indígenas llevan a cabo una ceremonia a los cuatro vientos, seleccionan una piedra especial que solo ellos saben distinguir entre tantas rocas bajo la corriente del río, la avientan para apuntar el sonar del retintín de la campana; entonces se evoca al dios del agua Tláloc; el vibrar del sonido abre las puertas del agua del cielo con la tierra; en estas montañas sagradas, las creencias hacen oscilar a la madre vida con los cuatro vientos. La fe de los indígenas cimbran el universo y a los pocos días comienza a llover; entonces se abre paso a los retoños del maizal y el frijol.

La montaña de la serpiente, Cohuatepetl, a regaños le ha comunicado a Pánfilo que le dará permiso a la hidroeléctrica de asesinar a los cerros y hasta de tragarse a los tres ríos enteritos; pero a cambio de 500 vidas de los asesinos de la tierra, sólo así, a cambio de 500 almas mal nacidas, la tierra podrá abrir paso a los extraños.

“No hace mucho entró un camión con gas, abordo iba esa gente que anda con la hidroeléctrica (filial del Grupo Ferrominero Mexicano), la que viene a disque enseñarnos su modernidad, vimos pasar el camión, cuando a lo lejos en la altura del cerro, se formó un hongo; la tierra se los devoró completitos allá arriba. El camión explotó con cuatro almas adentro, así de la nada, y es que la tierra cobra venganza si no la escuchas”, dice Pánfilo, el curandero de la selva.
De la boca de los defensores de la tierra brotan miles de anécdotas en torno a la tierra náhua-mazateca, mientras las horas transcurren, la charla ensombrece la tarde con los relatos que comparten en torno a la hidroeléctrica; Martin Barrios Amaru, titular de la resistencia de la Comisión de Derechos Humanos Laborales del Valle de Tehuacán, como Amador Montalvo, líder de la resistencia en defensa de la tierra en Coyolapan describen el escenario de miedo y espanto que ha provocado la presencia de los trabajadores de la hidroeléctrica.

“La tierra está enojada. Aquí pasan cosas extrañas desde que llegaron a hacer sus averías los de la hidroeléctrica, a algunos de esos se los ha tragado el río, hasta las serpientes venenosas se ha llevado a varios, mientras que a nosotros no nos hacen nada”, relata Martín Barrios.
“Los trabajadores de la hidroeléctrica entraron a desmoronar a familias enteras, ahora padres e hijos se odian a muerte; hasta ganas de chillar me dan, sólo de ver todo el daño que la gente de la hidroeléctrica llegó a sembrar. Entre hermanos provocaron guerras campales, como Caín y Abel, y todo a cambio de dinero”, dice Amador Montalvo, líder de la resistencia en Coyolapa. Los de la hidroeléctrica, para desestabilizar a los líderes, manda recados con los más jóvenes de los hogares, para persuadir a los de la resistencia y abortar la defensa de la tierra, mediante los seres más queridos (sus hijos) los ponen en su contra y hasta llegan a amenazar a sus propios padres.

“Disque les invitan el refresco, la cerveza o el aguardiente de cascabel; hacen como que se los encuentran en la calle; pero en realidad los andan cuidando para meterlos en la maña para que, después, ellos –nuestra propia familia e hijos– nos anden amenazando”, sostiene Montalvo en la charla.

“Ya entrados en copas, los de la hidroeléctrica y los de las comunidades que ya fueron convencidos por la filial, les dicen a los muchachos que su origen también es indígena y humilde, como el de nosotros; igual, con ganas de progresar y de sacar adelante a sus familias; que al igual que ellos, fueron opositores del progreso, pero la Minera Autlán, les apoyó y, en su caso, la hidroeléctrica hará lo mismo; les dicen que les van a pagar la escuela y hasta una ingeniería para que sean igual de importantes que los de la hidroeléctrica”, agrega Barrios Amaru.

El defensor de derechos humanos laborales y defensor de la tierra en Zoquitlán, Martín Barrios afirma que la mayor parte de la gente extraña que llegó a infestar de inseguridad a las comunidades de Zoquitlán son originarios de Teziutlán y Martinez de la Torre, Veracruz, los que incluso pudieran pertenecer a algún grupo de mañosos; son los mismos que andan merodeando en las montañas, trabajan para la hidroeléctrica.

“Esos de la hidroeléctrica actúan como los malos: amenazan a la gente con armas largas y cuando ya no pueden, se meten con los familiares de los defensores de la tierra: los compran, los hacen pelear a muerte; eso pasó con la madre de Sergio Rivera Hernández, nuestro compañero desaparecido. La mamá de Sergio está con la minera”, agrega Barrios.

En reiteradas ocasiones los defensores de la tierra han manifestado públicamente, que la Minera Autlán ha contratado a grupos delincuenciales; los indígenas han denunciado la presencia de gente armada, que ha comenzado a amenazar a las familias de las comunidades para obligarlas a salir de los pueblos.

La hidroeléctrica -dice Barrios Amaru– ha hecho la labor de socavar la vida comunitaria. Los hermanos de sangre de nuestro compañero Sergio, le dieron la espalda por ser opositor al proyecto de muerte, lo dejaron solo, como dejaron sola a la esposa de Sergio, la que aún sigue recibiendo amenazas. Llegaron a corromper desde párrocos, maestros, hasta autoridades de las comunidades; sin embargo, el precio que pagó nuestro compañero, Sergio Rivera Hernández, es estar desparecido por ser opositor a la hidroeléctrica.

“En Coyolapa hay maestros que están trabajando para convencer a los padres de familia a través de los niños; les dicen: ‘Convence a tu padre, a tu madre para que les den trabajo’”, agrega Barrios. “Tuvimos que hacer una campaña para sacar al maestro que incurrió en este tipo de exhortos a los niños; incluso el ex Presidente municipal de Zoquitlán, Fermín González León, llegó a ofrecer 600 empleos para Pozotitla y dinero a los inspectores en Oztopulco”.
RADIOS COMUNITARIAS, AMENAZADAS

Para la Minera Autlán y su proyecto hidroeléctrico (filial del Grupo Ferrominero Mexicano), una de las principales amenazas son las radios comunitarias que, en defensa de la información en náhualt, advierte a las comunidades indígenas de las serias consecuencias que podría desencadenar el establecimiento de la hidroeléctrica en Zoquitlán; también se han enfrentado a la persecución de grupos delincuenciales por el manejo de información ambiental.

Las amenazas son tan severas que los trabajadores de estas estaciones comunitarias han tenido que migrar de manera frecuente y a hurtadillas para defender y salvaguardar, desde la información, hasta la vida; así como los equipos de radiocomunicación y la transmisión de la emisora.

Tal es el caso de radio Tlayoli, estación ubicada en la zona náhua mazateca, en la comunidad de la cumbre en Tlacotepec de Porfirio Díaz. Tres de los locutores de radio dedicaron su programación radiofónica a la defensa de los ríos y a las consecuencias del proyecto hidroeléctrico de la Minera Autlán; dos de los conductores de radio que se encontraban transmitiendo en vivo, sorpresivamente fueron ultimados a golpes por dos sujetos armados que allanaron el lugar para destrozar transmisores y equipo de cómputo; uno de los conductores llegó al auxilio de los compañeros, pero nunca espero recibir un impacto de bala en el abdomen, los sujetos huyeron a bordo de una motocicleta; ese mimo día la comunidad se encargó de buscar a los responsables del atentado. Para nadie es ajeno que el ex Presidente municipal de Tlacotepec de Porfirio Díaz, Cirilo Trujillo Lezama, había estado recibiendo dinero para abrir paso a la hidroeléctrica; mediante su chofer, originario de laguna chica Veracruz, atentó en contra de la vida de los comunicadores.

Si bien es cierto que la presencia de los trabajadores de la hidroeléctrica ya no es tan visible después de la organización de los pueblos para la expulsión de los mismos, las comunidades se quedaron con lo peor: los grupos delincuenciales, los que no han cesado las agresiones y amenazas en contra de los trabajadores de las radios comunitarias y defensores de la tierra.

VIOLENCIA SEXUAL CONTRA NIÑAS

El daño a las familias es inimaginable, la presencia de los trabajadores de la hidroeléctrica ha generado un daño irreversible en jovencitas y niñas en las comunidades indígenas de la sierra negra, empleados de la hidroeléctrica llegaron a burlarse de ellas: las enamoran, se las llevan, luego las regresan y las abandonan embarazadas; sólo llegaron a hacer daño a las familias de Zoquitlán y a sus comunidades, añade el defensor de los derechos laborales, Martín Barrios.

De acuerdo con la activista, feminista y periodista Soledad Jarquin Edgar, de la Condición Social de las Mujeres, organización que como el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos Humanos de las Mujeres y Niñas (CLADEM), manifiesta que estas organizaciones han sido muy claras al definir el embarazo y la maternidad infantil, como una tortura o trato cruel, inhumano y degradante, considerando que muchos de estos embarazos son producto de la violencia sexual.

Para quienes han estudiado el embarazo infantil, ven con claridad otros factores que contribuyen a incrementar su presencia: la pobreza, la falta de educación sexual y el nulo acceso de anticonceptivos; pero también, es común que este fenómeno de la violencia contra las mujeres y niñas se incremente como producto de la presencia de grupos paramilitares, policiacos o militares en zonas indígenas, como sucedió hace unos años en Chiapas y en Oaxaca; ocurre exactamente lo mismo con la presencia de empresas extractivas de recursos naturales o hidroeléctricas, tal como comienza a ocurrir en la sierra negra de Puebla.

Jarquin Edgar asevera que estas niñas y adolescentes embarazadas enfrentan toda clase de violencia: la condena social de la propia comunidad, el abandono del responsable del embarazo, el abandono de la escuela, incluso muchas veces son expulsadas por los comités de padres de familia y maestros; tienen más dificultades para obtener un empleo, y muchas veces son expulsadas de su propia familia, no hay manera de mantener más bocas, dicen.

Por lo tanto es de prioridad que el Estado considere la forma de garantizar los derechos de las mujeres y niñas para evitar que sufran violencia sexual, porque aún con su consentimiento en una relación con una persona mayor de edad, las leyes son claras: se estaría cometiendo un delito, de allí que la perspectiva de derechos humanos de las mujeres, debe estar presente en la autorización de toda actividad que implique la presencia de personas ajenas a las comunidades porque está comprobado: hay un aumento potencial de violencia de genero para la mujer.

MÁS DE 40 LÍDERES EN PELIGRO

La persecución a los defensores en las principales comunidades se ha potencializado. Luego de la desaparición del activista y defensor de la tierra Sergio Rivera Hernández, varios líderes y familias fueron desplazados por hostigamiento y amenazas; algunos de estos casos con medidas cautelares por parte de la Secretaria de Gobernación, pero no ha sido suficiente la salvaguarda para todos.

Actualmente el mecanismo federal de protección a periodistas y defensores de derechos humanos, pretende quitar algunas medidas de seguridad porque considera que el riesgo ha disminuido, esto luego de que tres de los presuntos responsables de la desaparición de Sergio Rivera Hernández ya se encuentran en prisión: Victorino Téllez Carrillo –primo de Consuelo Carrillo y compadre de Sergio Rivera- Antonio Sandoval, -trabajador del ex Presidente municipal, de Zoquitlán- y Rogelio Martínez; sin embargo, dos de los presuntos responsables de la desaparición de Sergio aún siguen prófugos de la justicia, incluso podrían significar un peligro latente para los defensores, es el caso de Zairé Montalvo Avendaño y el ex Alcalde de Zoquitlán, Fermín González.

De acuerdo con el Alcalde de Zoquitlán, Claudio Hernández Cabazo, en la región se encuentran amenazados 40 defensores de la tierra: 20 corresponden a la parte selvática de la zona baja y 20 a la parte fría o alta de Zoquitlán; aunque considera que podrían ser más los que pudieran estar en peligro, pues sólo tiene conocimiento de los que se han acercado para manifestar la situación de riesgo en la que se encuentran estos líderes y sus familias; sin embargo, no todos denuncian y no descartó la posibilidad de que pudieran haber más casos de alto riesgo:

“Es posible que muchos, aún no se han animado a manifestar abiertamente que están siendo amenazados; muchos de ellos, ni lo platican por miedo”, dijo el Edil.
De acuerdo con la versión de familiares de Consuelo Carrillo León, esposa de Rivera Hernández, el apoyo de las autoridades, no ha sido suficiente, la pareja del opositor a la hidroeléctrica sigue recibiendo amenazas y continúa a la deriva con sus cinco hijos.

En entrevista telefónica, Hernández Cabazo, Edil de Zoquitlán, manifestó haber expuesto en cabildo la posibilidad de compra de una vivienda para la familia de Sergio, así como de un empleo fijo para Consuelo Carrillo; concluyó que la actual administración municipal, por ningún motivo, le abrirá paso a ningún proyecto de muerte y menos a la hidroeléctrica.

ELECCIONES AUXILIARES ELEVAN AMENAZA

Las elecciones en juntas auxiliares sirvieron de pretexto para animar a grupos delincuenciales a incurrir en delitos dirigidos en contra de los defensores de la tierra. Las campañas en las juntas auxiliares, fueron de desprestigio y odio en contra de los opositores a la hidroeléctrica: persecución, agresiones físicas, como amenazas en redes sociales aumentan con el paso de los días, se incita a la población a agredir a los líderes de la resistencia; incluso hasta piden la intervención de grupos delincuenciales para atentar en contra de la vida de los defensores de la tierra.

El 26 de enero, en redes sociales, el defensor de derechos humanos Omar Esparza, uno de los más importantes en la lucha por la tierra nahua-mazateca y dirigente Nacional del Movimiento Agrario Indígena Zapatista (MAIZ), recibió amenazas a través de la página de Facebook “Zoquitlán Corruptos”. En ella se posteó textual:

“Exigimos la salida de Omar Esparza de la sierra negra hacemos un llamado a todos los señores patrones que ya estuvo bueno una ayudadita para sacarlo como se hace aquí para empezar este hijo de la chingada, no es de aquí a la gente de Eloxochitlán, Vicente Guerrero invitamos a la gente nueva del Bukanas, vista hermosa y Zoquitlán una ayudadita”.

En este sentido, el Colectivo Nacional Alerta Temprana de Periodistas y Activistas (CONAPA) dio parte inmediata a las instancias federales para la salvaguarda del dirigente nacional, MAIZ; particularmente, al Mecanismo Federal de Protección a Periodistas y Defensores de Derechos Humanos acerca de las advertencias que ponen en riesgo la vida del defensor, Omar Esparza.

La resistencia más fuerte en Zoquitlán no precisamente se encuentra en el centro del municipio. Los movimiento más combativos se cimbran en tres comunidades: Coyolapa, Pozotitla y Tepexilotla; se integran en su totalidad, por indígenas defensores de la tierra, los que hasta el momento no han bajado la guardia pese a la desaparición de Sergio Rivera Hernández y es que el proyecto tiene licencia de explotación hasta por 30 años.

Los líderes de la resistencia, en defensa de los ríos, aseguran que posterior a las elecciones en juntas auxiliares se podría desatar una persecución dirigida a los defensores de la tierra, tal como ocurrió en el pasado proceso electoral, cuando Sergio fue agredido en la comunidad de Tepexilotla. Temen que pudiera repetirse el mismo escenario que en las elecciones pasadas, cuando Sergio Rivera, primero fue amenazado de muerte y posterior a las elecciones, fue desaparecido.

No hay que olvidar que en febrero del 2018, el autobús de AU en el que viajaban los activistas de la sierra negra, opositores al proyecto hidroeléctrico después de haber regresado de la Ciudad de México a Puebla sufrió un atentado: el autobús fue quemado. La manifestación tuvo lugar afuera de la Secretaria de Energía. El Movimiento MAIZ señaló como responsables del incendio a ahora ex presidentes municipales de Tlacotepec de Porfirio Díaz, Cirilo Trujillo Lezama y de Zoquitlán, Fermín González León.

50 COMUNIDADES EN RIESGO DE PERDER RÍOS

Los estudios de impacto ambiental aún no son claros frente a la totalidad de hectáreas que pretende abarcar el proyecto hidroeléctrico. En Zoquitlán, el proyecto de la Minera Autlán devastaría tres ríos; pero en realidad el proyecto pretende apropiarse de los caudales más importantes del estado de Puebla como los ubicados en los límites de Tlapa, en la comunidad de Matazongo de Guerrero y Naranjastitla hasta llegar a la estación caracol Oaxaca y Veracruz; es decir, el robo del agua corresponde a cinco ríos, tres en Puebla, uno en Oaxaca y otro más en Veracruz.

El número total de hectáreas no es claro en el estudio de impacto ambiental. De acuerdo con el estudio de impacto ambiental de Grupo Ferreominero de México, la hidroeléctrica devastaría una superficie de 414 mil 865 metros cuadrado (41 mil 4865 hectáreas) para las diferentes obras que integran el proyecto, de las cuales 19 mil 250 metros cuadrados ( mil 928 hectáreas) las que requieren de la remoción de vegetación de selva en términos de lo previsto en el artículo 28 fracción VII de la LGEEPP.

De acuerdo al resumen ejecutivo del proyecto hidroeléctrico Coyolapa MW, proyectos hidroeléctricos de Puebla S.A. de C.V. en su manifestación de impacto ambiental, modalidad regional, expresa la remoción de 77 hectáreas en vegetación; cabe señalar que una hectárea mide 100 metros lineales y el área 10 mil metros cuadrados, lo que equivale a 108 canchas de fútbol; sin embargo, el informe regional de la hidroeléctrica, deja entrever que la remoción podría abarcar más hectáreas.

La instalación del proyecto Grupo Mexicano Ferrominero es el equivalente a la destrucción de un pueblo entero: Pozotitla. Justo en esta parte se pretenden dinamitar las montañas para la construcción de seis carreteras de nueve metros de ancho. El pueblo desaparecerá en su totalidad.

Al menos 50 comunidades indígenas de Puebla serían afectadas así como miles de hectáreas de café, cacao y árboles maderables: cedro, caoba, xochicuahuaitl. La selva estaría perdiendo incontables especies en flora y fauna. La hidroeléctrica acabará con el habitad de animales en peligro de extinción como: jaguar, tucán, oso hormiguero, jabalí, temazate, tepeixcuincle; por mencionar solo algunos.

Los tres ríos de la sierra negra en Puebla, podrían ser el espejo de la hidroeléctrica el Atexcáco, en la comunidad de Tepeliya Hueyapan, en la sierra norte de Puebla; cabe destacar que estas empresas se quedan con el 97 por ciento del agua; por ejemplo: la devastación de los ríos en Zoquitlán, comenzarán en el corazón de la selva, pasará por Veracruz hasta llagar a Oaxaca; en total son tres ríos los afectados, el que baja de Zoquitlán: el Aztlán. El nacimiento de agua en la caverna del Coyolatl, allí nace el río que llega a Pozotitla; además del rio Atzala y el Huitzila.

LA SENER MANIPULA CONSULTAS

El artículo 169 es incongruente, fue diseñado para arrancar de manera legal los recursos naturales. El verdadero derecho de los pueblos indígenas, es la autodeterminación sobre sus propias tierras, -denuncia el defensor Martín Barrios-, la autodeterminación, es la verdadera defensa de la tierra; por lo que no se debería hacer ningún tipo de consulta para saber si un pueblo indígena quiere la devastación de sus montañas y ríos. Por supuesto, que ningún pueblo indígena desea que sus ríos y sus tierras pasen a manos de proyectos de muerte, los pueblos indígenas nunca han estado a favor de la destrucción de su selva, el robo de sus ríos y sus montañas.

La Secretaría de Energía (Sener) forzó una consulta apócrifa, con engaños y manipulación, que no cumplía con los parámetros que marca una verdadera consulta indígena; a través de esa consulta se le preguntó a la comunidad de Coyolapa si rechazaba el proyecto; sin embargo esa consulta no fue libre, previa, ni informada.

La Sener y la Hidroeléctrica, ya habían corrompido a las autoridades. La Secretaria de Energía, estuvo forzando el tema de la consulta indígena; sin duda, dice Martín Barrios. La desaparición de Sergio, fue por la decisión férrea de impedir la consulta, fue uno de los principales activistas que movilizó a las comunidades para anular la manipulación de la Sener y Minera Autlán mediante esa consulta apócrifa, concluye Barrios.

El curandero de la selva nos mira de reojo, embelesado… sus oídos no pierden detalle del canto de las aves, no pierde su atención en la tertulia de nosotros; traga una enorme bocanada de aire, mira los amates… mueve la cabeza de un lado a otro. Se levanta y se retira. Camina rumbo a las montañas a invocar a los cuatro vientos, dice que aún no es tiempo de lluvias; pero cuando la tierra grita enfurecida, es necesario invocar las tormentas para defender a la madre tierra. Las montañas le lloran y el curandero a ellas.

Pánfilo, escucha el canto de las rocas de los ríos… nada lo detiene, él también seguirá defendiendo a la madre tierra y de ser necesario, hasta con la vida; así como él, en el corazón de la selva de la sierra negra de Puebla, hay cientos de corazones que vibran con la madre tierra, dispuestos a defender la vida en las montañas y los ríos, así hace vibrar a los indígenas la naturaleza, solo así la madre tierra puede manifestar al mundo su agonía. La amenaza del asesinato de la tierra en Coyolapa, no solo aniquilará la flora y la fauna, aniquilará una gran riqueza cultural indígena como la desaparición de cientos de familias nahuas y mazatecas.

https://www.sinembargo.mx/13-02-2019/3534201