Tamaulipas, un estado silenciado por los crímenes contra periodistas: CIDH

Redacción/Animal Político

La violencia contra periodistas en México ha llegado a niveles alarmantes e incluso se ha intensificado en los últimos años, tiempo en el que destaca el caso de Tamaulipas, entidad considerada como una zona silenciada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

“Tamaulipas fue una de las primeras entidades en caer bajo la violencia de grupos del crimen organizado, incluso antes de que el Estado decidiera librar una “guerra contra el narcotráfico”.
“Desde principios del año 2000, los cárteles comenzaron a ejercer violencia contra medios de comunicación y periodistas para silenciar la cobertura de sus actividades delictivas. Por esa razón, fue denominado en distintos informes de la sociedad civil como “la raíz del miedo” para la prensa”, asegura la CIDH en el capítulo Zonas Silenciadas: Regiones de Alta Peligrosidad para Ejercer la Libertad de Expresión, de su Informe Anual 2016.

El reporte establece que los periodistas y medios de comunicación se han mantenido en la mira de los grupos delictivos durante los últimos 15 años, además de que Tamaulipas presenta índices elevados de homicidios, secuestros y extorsiones cometidos contra la sociedad.

El informe de la CIDH señala que a pesar de que Tamaulipas es uno de los estados más peligrosos para los periodistas, “la entidad aún no cuenta con agencias especializadas en materia de delitos cometidos en contra de la libertad de expresión”.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos recuerda que el origen de la violencia contra periodistas en Tamaulipas se puede rastrear hacia el año 2000, cuando Pablo Pineda, reportero del diario La Opinión, fue asesinado.

Antes de su homicidio, Pablo Pineda cubría temas relacionados con el narcotráfico. “Ese mismo año también fue asesinado Luis Roberto Cruz, reportero de la revista Multicosas de Reynosa. La investigación sobre ambos homicidios no logró esclarecer los móviles ni identificar a los responsables intelectuales”, señala la CIDH.

El informe recuerda el caso del diario El Mañana de Nuevo Laredo, que tomó la decisión de dejar de reportar y publicar información sobre hechos de violencia asociados al crimen organizado luego de que su personal y las instalaciones del medio sufrieron ataques.

“El Mañana se convirtió sin quererlo en un símbolo del efecto silenciador que produce la violencia en el periodismo y la sociedad local, no obstante no ha sido el único medio hostigado en esa zona”, indica el reporte que también documenta las agresiones contra medios, como: Expreso, de Ciudad Victoria, y la sede de Televisa en Matamoros.

“A lo largo de la última década, Tamaulipas ha sido definida como una “zona de silencio” por el efecto de autocensura que generan la violencia, y también por la práctica de imponer información por parte de los cárteles. En efecto, los jefes criminales llegaron incluso a incursionar en las redacciones para imponer sus criterios que el medio debía seguir a la hora de informar sobre estos temas”, establece el informe.

Tamaulipas no es el único
El reporte de la CIDH establece que Tamaulipas no es el único estado mexicano con cifras elevadas de agresiones contra periodistas.

Veracruz, Guerrero, Chihuahua y Oaxaca concentran la mayor cantidad de homicidios de comunicadores en el país.

Del año 2000 al 31 de enero de 2016, casi seis de cada diez homicidios de periodistas en el país han sucedido en estas cinco entidades federativas, indica el reporte.

La CIDH destaca el caso de Veracruz, “entidad que en los últimos años exhibe el mayor número de asesinatos de periodistas”, donde según las cifras de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos han ocurrido 16 asesinatos y 4 casos de desaparición de periodistas entre 2010 y 2015.

Aumentan crímenes contra periodistas
Por cuarto año consecutivo, la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión registró un aumento en los asesinatos de periodistas.

El reporte de 2016 reporta 33 homicidios en la región, mientras que el de 2015 da cuenta de 27 asesinatos, dos más que el de 2014 y siete más que el de 2013, cuando 18 periodistas fueron asesinados.

“Aunque en la mayor parte de estos casos es evidente la relación entre el asesinato y el ejercicio de la profesión, es difícil aún confirmar ese nexo en todos los casos debido al elevado índice de impunidad que persiste en el castigo de estos crímenes”, lamenta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

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