En Tamaulipas, políticos y narcos se hermanaron

Por Moisés Castillo
Los golpes contra estas organizaciones derivó en un acoso contra la sociedad civil que se quedó indefensa.
Entrevista a Marisol Ochoa | Académica de la Universidad Iberoamericana

Durante casi todo el siglo XX parte de la clase política mexicana se encargó de controlar las actividades del crimen organizado y beneficiarse de ellas. Llegó la década de los ochenta y todo se movió: se presentó un reacomodo radical en el tráfico de drogas y es apenas cuando Tamaulipas aparece en el mapa del narco. Así lo describe Guillermo Valdés Castellanos en su libro Historia del narcotráfico en México (Aguilar, 2013).

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Juan García Abrego y Juan Nepomuceno

El exdirector del Centro de Investigación y Seguridad Nacional ubica a Juan Nepomuceno Guerra como el personaje legendario del crimen organizado en Tamaulipas. Desde los años treinta controló el contrabando de licor, tabaco y diversos artículos provenientes de Estados Unidos. Gracias a sus alianzas políticas con el líder de la Confederación de Trabajadores de México local, el dirigente de los trabajadores de la Aduana de Nuevo León y otros políticos destacados como el gobernador Enrique Cárdenas González (1975-1980) pudo construir un gran imperio que más tarde se convertiría en el Cártel del Golfo.

Hay que recordar que en el origen del temible Cártel del Golfo participaron integrantes de la Policía Judicial Federal y los restos y sucesores de la Dirección Federal de Seguridad. En una especie de relevo generacional, Juan García Ábrego, sobrino de Juan Nepomuceno Guerra, se convirtió en el primer jefe del narcotráfico en Tamaulipas en 1989. El dinero corruptor de los cárteles aumentó justo cuando disminuyó el poder político del régimen priista y las autoridades pasaron de ser dominadoras a dominadas por el narco.

Entre secuestros, homicidios, extorsiones…

En medio de las acusaciones del PRI y PAN de que sus respectivos candidatos tienen vínculos con el narcotráfico, la sociedad tamaulipeca vive entre extorsiones, homicidios, secuestros, a pesar del despliegue de la policía federal y elementos del Ejército mexicano. La delincuencia organizada y fragmentada en Tamaulipas continúa influyendo en el proceso electoral que concluye el próximo 5 de junio. Hace seis años, el candidato priista a la gubernatura Rodolfo Torre Cantú fue asesinado y la incertidumbre aún prevalece en el estado fronterizo.

Para Marisol Ochoa, académica de la Universidad Iberoamericana y especialista en temas de seguridad de Tamaulipas, el estado tuvo una evolución histórica criminal donde políticos y delincuentes se “hermanaron”. La exreportera de Televisa del Golfo y excolaboradora en el diario La Razón de Tampico, detalla que la violencia endémica se explica por la debilidad institucional, sobre todo a escala municipal.

“Tamaulipas fue creciendo con una debilidad institucional sui géneris, fue de origen. El dilema actual es tratar de separar la política buena de la política mala. Históricamente lo que tenemos en Tamaulipas es que la presencia política y la presencia criminal se hermanaron, pero lo que estamos viendo es un debilitamiento muy fuerte de las instituciones.”

¿Cómo explica que por segunda vez consecutiva se desarrolla una elección bajo el acoso del narcotráfico en Tamaulipas?

Tamaulipas es un estado peculiar, tiene una historia y bagaje propios. Es un estado que se conformó, desde los años setenta, con una suerte de política muy vinculada a cuestiones criminales. Esta problemática se puede observar desde los primeros grupos criminales de Juan Nepomuceno Guerra, donde ya había políticos relacionados con bandas delincuenciales, incluso a tenor familiar. Con esta evolución histórica criminal tenemos, invariablemente, repercusiones negativas que se fueron fortaleciendo poco a poco, y lo que tenemos a partir de 2004 es una cooptación de estructuras muy mezcladas entre políticas criminales que con los años se han fortalecido en el ámbito municipal.

El narco en tiempos electorales

¿Cuál es la forma de operar del narco en tiempos electorales? Existen reportes de narcobloqueos y un alza en homicidios dolosos en las últimas semanas…

En una visión académica, hablar de narcobloqueos o narcopolítica es un error. Habría que entender primero qué es lo que ocasiona que haya resistencias en determinados municipios. Hay que leer esos eventos de manera diferenciada de un accionar político —por tiempos electorales— o de actos que se realizan por cuestiones de tráfico, trasiego o cooptación de recursos, que es otra de las versiones. Hay que delimitar muy bien a escala municipal qué está sucediendo, si hay un bloqueo en Reynosa o en Matamoros en pleno tiempo electoral, tenemos que ser muy sensibles en el análisis para saber si fue por una cuestión de que se les decomisó cierta carga de droga o porque otra banda criminal quiere incursionar en determinado territorio; o porque es una cuestión política para cooptar y debilitar ciertas acciones de un partido en contra de otro. No hay que estigmatizar, de manera homogénea, lo que sucede en el estado, porque caemos en el cliché de un cártel contra otro.

Antes de la década de los ochenta el crimen subsistía con la sociedad tamaulipeca.

¿La clase política de Tamaulipas no se puede entender sin el dinero corruptor del narcotráfico y más en procesos electorales?

La política como forma de gobierno se está enfrentando a una ingobernabilidad por el mismo proceso de descomposiciones territoriales. A qué me refiero: si tu analizas la situación antes de los ochenta, definitivamente el poder federal podía organizar lo que pasaba en los estados y municipios, pero lo que vemos a partir del 2000 es que los estados se debilitaron y muchos gobernadores no pudieron controlar sus municipios debido a una descomposición institucional que afecta a las policías, las estrategias de políticas públicas. El poder federal se enfrenta a cooptación y corrupción criminal, o a gobiernos de facto criminales.

Lo menciono por los casos del exgobernador Tomás Yarrington, y recientemente del presunto vínculo del candidato del PAN Francisco García Cabeza de Vaca con el Cártel del Golfo; y lo que dijo Alejandro Sáenz Garza, exdirigente estatal del PAN: “el narco quita y pone candidatos”.

Son versiones que se han manejado de manera reiterativa desde el año 2000, de que hay gobernadores que los impone el crimen organizado o literalmente de facto, que quitan y ponen. Vimos el asesinato del candidato priista en la pasada elección, el hermano del actual gobernador Egidio Torre Cantú. Nos enfrentamos a un estado que ha sufrido de manera genérica e histórica un debilitamiento en todos los sentidos. Y no se trata de que se “ponga o quite a tal candidato”, sino la estructura de origen está reconfigurada completamente. No se trata de la retórica del partido político, sino que es un problema que va más allá, se trata de una cadena de vinculaciones que ha operado de manera estructurada que debilita instituciones y fomenta el crimen que evoluciona de una forma distinta a la política. Es decir, el crimen siempre evoluciona más rápido que la política, la política tiene menos capacidad de contención organizativa ante el fenómeno criminal, por eso esto genera siempre una discusión de que el crimen está infiltrado y quita y pone candidatos.

tamaulipasEl pandillaje es más agresivo

En Tamaulipas, ¿la gente cómo convive y sobrevive bajo la sombra del crimen organizado?

Antes de la década de los ochenta el crimen subsistía con la sociedad tamaulipeca. Es decir, había límites dentro de las operaciones criminales más afiliadas al tema del narcotráfico. Finalmente somos un estado fronterizo, donde el estado era de tránsito. Los grupos vinculados a actividades criminales, obviamente, se manejaban en ciertas zonas periféricas del estado, pero no realizaban actividades contra la sociedad civil. A partir de 2004-2005, todo cambia por la transición política federal donde el PAN gobierna, hay una transición muy interesante en lo fronterizo y económico trasnacional donde el tema del tráfico de drogas comienza a tener mayor demanda en 2000. Por otra parte, hay una fragmentación de los grupos criminales, se combatieron finalmente las estructuras y lo que se hizo fue fracturar las esencias de contención criminal. Esto generó un pandillaje mucho más agresivo, y ante las carencias económicas y los golpes contra estas organizaciones derivó en un acoso contra la sociedad civil que se quedó indefensa: secuestros, extorsiones, robos, que poco a poco debilitaron las estructuras municipales, incluso cooptando y debilitando policías. En el ámbito político se inmovilizaron ciertos municipios.

El periodismo en Tamaulipas está en crisis desde hace una década.

Se puede decir que el Cártel del Golfo domina Tamaulipas…

No creo en los grupos dominantes, por más que tengamos esta retórica mediática que es muy atractiva de unos contra otros. Este análisis dejó de ser funcional para explicar el fenómeno criminal desde hace cinco años. Me atrevo a decir que hay grupos criminales fragmentados que pueden usar retóricas y que incluso les conviene que los clasifiquen como grupos dominantes, cuando es inevitable la creación de células que están operando con tintes distintos. ¿Qué genera esto? Una desestabilización mayor, porque pueden generar todo tipo de vinculaciones o desazones criminales con muchos fines. No hay una sola lógica en el crimen organizado. En el caso tamaulipeco, hay que destacar que tiene una frontera con Texas, que tiene alrededor de 2 mil 500 pandillas en activo, de las cuales un 30% sí se vinculan con negocios criminales en el lado mexicano. Esto altera la zona fronteriza y el centro de Tamaulipas, es inevitable que el estado tenga esta condición tan peculiar.

¿Cuál es la situación de los medios de comunicación en Tamaulipas? ¿Existe autocensura por miedo a represalias del crimen organizado?

El periodismo en Tamaulipas está en crisis desde hace una década. Cuando uno se acerca a estudiar los medios informativos nos damos cuenta de que sí hubo una temporada de muchos golpes fuertes contra la libertad de prensa. El periodismo de provincia se ha debilitado poco a poco por los riesgos y amenazas contra periodistas. Lo que vemos ahora es información pero en redes sociales, mucho se informa por esta vía, también mucha información es anónima por los riesgos que se corren. Lamentablemente, Tamaulipas es un estado que ha sufrido este tipo de embates contra el periodismo, se vive en un entorno muy crítico y violento para ejercer la profesión.

 

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