Mujeres de San Pablo Cuatro Venados resisten y defienden sus tierras ancestrales (Oaxaca)

Centro de Ciencias y Artes “La Luciérnaga” / Texto y fotos: Luna Negra.

Las mujeres de las localidades de El Rebolledo, Los Arquitos y Río Minas, perteneciente al municipio y núcleo agrario de San Pablo Cuatro Venados, se han organizado para la defender su territorio ante la amenaza de la instalación y la operación del proyecto minero de la empresa canadiense Arco Resources Corporation, que cuenta ya con tres concesiones que afectan sus comunidades. Las mujeres zapotecas de estas comunidades compartieron sobre su organización, lucha y trabajo por seguir habitando y sembrando en sus tierras, mismas que sus abuelos y abuelas defendieron, y que ellas defienden ahora para sus hijos y sus nietos. Se trata de sus tierras comunales que por generaciones han les han pertenecido.

Las mujeres se organizaron después del ataque armado del que fueron víctimas hace casi dos años. El 31 de mayo de 2019 un grupo paramilitar con mas de 500 personas entraron a desalojarlos de sus comunidades, con armas de grueso calibre, trascabos y bombas molotov; destruyeron todo, quemaron sus casas y cultivos, robaron sus pertenencias, sus herramientas de trabajo y su ganado. Recuerdan en sus testimonios.


Ante la destrucción y las agresiones; una milpa colectiva.

Si bien mantienen un conflicto agrario por límites con comunidades de Cuilapam de Guerrero, que ninguna autoridad ha querido atender o resolver, tienen claro que un “monstruo más grande”, acecha sus territorios. Tres concesiones mineras han sido ya entregadas sin consultarles. Y los gobiernos municipales, estatales, federales, así como las autoridades agrarias de Cuilapam, y sus propios vecinos del centro y de otras comunidades de San Pablo Cuatro Venados, han generado este clima de conflicto y violencia, minimizando la situación como si se tratara de un conflicto agrario más.

Hilaria es una mujer de El Rebollero, San Pablo Cuatro Venados, y es parte del Consejo de Vigilancia, es una de las víctimas del despojo y quema de su vivienda.

“Cuando nos quemaron nuestras casitas, todo nuestro maíz de semilla se quemó y si el pueblo de abajo alega que son sus tierras, y que las quiere para sembrar, el verdadero campesino no desperdicia ni un solo grano de maíz. Antes recuerdo que si nuestros abuelos veían un maíz, un frijol, semilla de calabaza tirada, decían, levántenlo, porque eso les va salvar un día la vida, cuando tengan hambre eso van a comer, ahora imagínense para echarle lumbre, pues esos no eran campesinos, era pura gente pagada por el gobierno”, platica Doña Hilaria.


Sembrando para germinar la vida, esperando la buena lluvia.

Aún se puede observar en el suelo los rastros de las casas quemadas, entre los surcos de la que será una gran milpa colectiva. Doña Hilaria es responsable de ver donde se van trazando los surcos que va abriendo un tractor contratado por todos y todas. Para reconstruir la comunidad es necesaria la siembra de frijol, semillas de calabaza y maicito. “Es lo que el pobre consume”, dice Doña Hilaria.

Las mujeres zapotecas tienen claro que van a defender las tierras que les pertenece con sus vidas, si es necesario. Ya no quieren ni esperan nada del gobierno, porque de todas las quejas que han puesto en las distintas instancias para tener justicia por sus casas, así como lograr la resolución de los conflictos por sus tierras, las autoridades han hecho oído sordo, y está claro que actúan en función de los intereses de la empresa, incluso afirman que les han pedido dinero para atender su situación.

Las mujeres igual que los hombres participan en esta lucha contra las mineras, en la siembra colectiva, en la construcción de nuevos espacios comunes. Su principal preocupación son los bosques, el agua y la contaminación. Y a pesar de toda la labor que desempeñan, también se enfrentan al machismo dentro de sus comunidades y espacio organizativo.

Doña Hilaria cuenta que el trabajo colectivo entre mujeres les ha dado fortaleza y el caminar con el Congreso Nacional Indígena (CNI), les ha aportado para ver la lucha como mujeres. Cuenta que participaron en el Encuentro de Mujeres en Veracruz, y en Asambleas del CNI en Oaxaca, Chiapas y Morelos.

“En el CNI hemos aprendido que tanto como hombres y mujeres valemos, que podemos tener un cargo, nuestros compañeros de a poquito han aprendido a obedecerle a una mujer, han aprendido a colaborar, lavar sus platos, como mujeres y hombres estamos despertando. Eso nos ayuda para la organización porque aquí también el machismo estaba bien metido completamente en el alma”, resalta Doña Hilaria.

Dentro de las preocupaciones de Doña Hilaria, está el avance de toda la infraestructura de la minera para empezar la explotación. “Nos vienen a quitar el agua, porque se supone que trabajan con agua todo su metal y además con químicos, que pasa a los mantos acuíferos”, explica.

Sin profundizar en el tema, comenta que en una de las clausulas del proyecto minero se establece que el pueblo se hace responsable de la contaminación que acarrea la mina. “¡Ay dios mío!, como van a decir eso, pues claro que la minera se lava las manos y donde quieren explotar las minas, es un bosque precioso de encineras, ocotales, pinos y madroño”, concluye.

Por esta razón, tratan de platicar con otras comunidades y brindar información sobre las consecuencias que traerán las mineras. Un ejemplo que retoman es San José del Progreso, en Ocotlán, lugar que han visitado y describen como desértico y contaminado.

Doña Hilaria, otra mujer dentro de la organización, siembra y defiende sus tierras.

Esta compañera platica que otro de los problemas que viven cotidianamente es la negación que les han impuesto en su propia comunidad, ya no pueden ver o visitar a sus familiares fácilmente. Además las siguen acusando falsamente de ser paracaidistas, siendo que sus compañeros comuneros han ocupado cargos y son conocidos por toda la gente del núcleo agrario. También tienen documentos que comprueban su pertenencia como comuneros y habitantes originarios de estas comunidades.

Pero las comunidades que los han desconocido han llegando al extremo de cerrarles los caminos a sus rancherías y por ello han batallado mucho para conseguir víveres y otras necesidades.

Como ejemplo del hostigamiento, persecución e intimidaciones que han enfrentado en estos años, un día antes de esta entrevista, el primero de junio de 2021, sufrieron otro ataque mientras trabajaba en la siembra.

“Ayer estábamos sembrando en las lomitas mas altas, y otra vez fuimos agredidos, quisieron detenernos, asustarnos con balas, para dejar de trabajar, nosotras solo vimos pasar las balas, no agachamos y seguimos sembrando, porque entre más nos atacan mas fuertes nos hacemos”.

Por más de dos años han mantenido sus campamentos, mientras siguen reconstruyendo las casas que les destruyeron y quemaron. Entre los escombros, los surcos ya sembrados pronto serán milpa. Así resisten con trabajo colectivo, luego comparten lo que traen para el almuerzo, y seguir el trabajo.


Desde la madrugada trabajan rápido para aprovechar la humedad en los surcos.

Doña Silvia: víctima del desalojo y la injusticia

Otra de las mujeres organizadas de Los Arquitos, manda un mensaje para sus paisanos: “Les mandamos un mensaje a nuestro pueblo y a los vecinos de Cuilapam de Guerrero que nosotras aquí vivimos, aquí nacimos, somos originarias de San Pablo Cuatro Venados, que les quede claro, nuestra mojonera esta aquí en la loma que se llama la mesa, mis paisanos saben que somos de aquí, solo que nosotros protestamos. A esas minas no vamos a permitir que trabajen, porque toditos nos vamos a acabar si entran, porque el rio corre para abajo, no es solo es por mi, es por todo el estado de Oaxaca. “¡Queremos que nos respeten!”, afirma Doña Silvia.

Las localidades de Rebolledo, Los Arquitos y Rio Minas, perteneciente a San
Pablo Cuatro Venados, declaran que están resistiendo los ataques del gobierno, y que están dispuestas a luchar. Convocan a todos los pueblos originarios que hablan su lengua materna, a la gente que lucha por sus tierras, a luchar unidos para enfrentar “este monstruo”.

“El monstruo es grandísimo y se llama mineras, megaproyectos, capitalismo pues, que por más humildes que sean tienen sus derechos y dignidad, porque lo que viene ahorita es la muerte”, termina la mujer zapoteca.

Colaboración del Centro de Ciencias y Artes “La Luciérnaga”.