Pacientes llegan al Autódromo después de no encontrar atención en hospitales (Ciudad de México)


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Andrea Vega / Animal Político

Familiares aseguran que sí están recibiendo aquí a quienes llegan a buscar atención hospitalaria, pero los informes sobre su estado de salud tardan mucho.

El esposo de Marisela tenía una oxigenación tan baja en sangre que llegó casi morado al hospital de expansión habilitado en el Autódromo Hermanos Rodríguez y administrado por el IMSS. Antes había ido a otros tres hospitales donde no lo recibieron.

Al Autódromo arribó este lunes 18 de mayo alrededor de las 7 de la noche. Tenía menos de 70 de oxígeno en sangre, cuando lo normal es que éste no baje de 95. Lo ingresaron. Pero Marisela no ha vuelto a tener noticias de él.

En la puerta 6 del Autódromo, un lugar antes dedicado al entretenimiento y ahora convertido en hospital temporal frente a la pandemia de Covid-19, unas 20 personas esperan informes sobre sus familiares.

Aunque hace unos días aparecieron en redes sociales imágenes que mostraban una fila de ambulancias ingresando a la instalación, con mensajes que alertaban del desborde de la epidemia en el país y el colapso de los servicios hospitalarios, hoy, 19 de mayo, por la puerta dedicada al ingreso de esos vehículos de emergencia, la 7, no entra ninguna.

Marisela dice que han llegado pacientes, pero por la puerta 6. Unos ocho, entre las 11 de la mañana y las 3 de la tarde. Todos han arribado por su cuenta en vehículos privados o en taxis. A todos los han recibido e ingresado.

“Sí los atienden, pero no nos dicen nada, no sale ningún doctor, ninguna enfermera. Solo al guardia le pasan reportes y va llamando a algunos de los familiares. A nosotros no nos dan ninguna noticia. Nada más nos dicen que de los que entraron ayer aún no hay informe y que si no nos llaman es porque están estables”.

Este hospital de expansión –habilitado junto con otros para tratar de quitarle presión a los saturados hospitales del Valle de México– está equipado con 218 camas, todas con disposición de oxígeno; de esas, 26 se destinarán a cuidados críticos respiratorios y las restantes están divididas en ocho módulos con 24 camas cada uno.

Se prevé que en su máxima capacidad, este hospital de expansión atenderá a mil 550 pacientes, de acuerdo a información difundida por el IMSS cuando la unidad empezó a funcionar.

Marisela no se aleja de las rejas cafés de la puerta 6 del Autódromo. Está toda vestida de negro, y usa un cubrebocas del mismo color. El pelo recogido en una cola, muy negro también. Sus ojos verde olivo están tristes.

Como al resto de las familiares le han pedido que mejor se vaya a su casa. “Pero allá me desespero más. Me fui en la madrugada y regresé a las 11 de la mañana. Traje unas cosas de higiene personal que me pidieron para mi marido. Ya las entregué. Pero no me dicen nada y es angustiante. Estoy muy preocupada porque mi esposo es muy ansioso y no quería venir”.

Arribo tardío

Como muchos otros pacientes, el esposo de Marisela, un hombre de 44 años, con sobrepeso de 20 kilos y de oficio comerciante, retrasó el ingreso al hospital. La señora dice que él ya llevaba más de seis días con problemas para respirar.

“Al principio no me dijo nada. Solo lo veía raro. Hasta le dije a una de mis hijas (de 12 y 18 años) que sí no notaba extraño a su papá. Ya no se reía, ni platicaba. Fue hasta el miércoles pasado que me dijo que le costaba respirar”.

Marisela llevó a su esposo a consulta a una farmacia de similares. La médica de ahí los tranquilizó. Les dijo que no era Covid. Aseguró que los bronquios del paciente se estaban cerrando pero que todo se arreglaría con inyecciones y pastillas. Ahí mismo se las vendieron.

Pero el paciente no mejoró. Decidieron llamar a un conocido que es médico. Les aconsejó acudir a un laboratorio privado y solicitar una radiografía de tórax.

“Nos dijeron que sus pulmones estaban muy inflamados. El amigo doctor de mi marido nos dijo que lo lleváramos a un hospital donde él trabajaba antes, no sé el nombre ni de qué institución es. Nos dio la dirección y fuimos. No lo recibieron. Dijeron que no tenían equipo para atenderlo. Pero nos dieron una hoja para ingresarlo a otro”, cuenta Marisela.

De ese otro sí recuerda el nombre, el Hospital General Chimalhuacán 90 Camas. Solo que ahí tampoco lo ingresaron. “Nos dijeron que no había lugar y que no podían recibirlo. Nos fuimos a una clínica privada y tampoco lo quisieron atender, que ahí no atendían pacientes como mi esposo con dificultad respiratoria”.

Fueron unos sobrinos de Marisela los que les sugirieron ir al Autódromo Hermanos Rodríguez. Habían visto en la televisión que ahí estaban recibiendo pacientes. Se enfilaron para allá. A las 7 de la noche el esposo de Marisela por fin consiguió atención hospitalaria, con el semblante ya casi morado, dice ella.

Ahora Marisela espera que su esposo se recupere. “Estaba muy preocupado. Tenemos deudas. Él es comerciante, vende muñequitos de plástico. Ya no había salido a vender desde hace más de 20 días. No sabemos cómo se contagió si es que tiene esa enfermedad, pero yo dudo que sea eso. ¿Allá adentro no lo tienen junto a los de Covid, verdad?”, pregunta.

Cómo nos vamos si no nos dan noticias

A unos metros de ella está otra señora, a quien llamaremos “Sara”. Su esposo también llegó anoche al Autódromo. Lo canalizaron acá desde el Hospital General de México, donde no contaban con camas para hospitalizarlo.

Sara cuenta que su esposo, de 53 años y sin factores de riesgo, no ha tenido fiebre, ni tos, pero desde el sábado tenía dificultad para respirar. “Fuimos con un médico privado y nos dijo que le faltaba oxígeno, pero él no quería hospitalizarse. Decía que si lo iban a intubar, mejor se moría en su casa. Solo que sus hijas, yo soy la segunda esposa, se aferraron a llevarlo ayer (lunes) al General”.

Para cuando llegó allá, narra la mujer, su esposo ya no tenía fuerzas para sostenerse en pie. Le pusieron oxígeno, lo estabilizaron. Le tomaron una radiografía y lo canalizaron al Autódromo. La familia tuvo que llevarlo por sus propios medios, en un taxi.

“Sí lo recibieron, y hasta eso que rápido, pero pues ahora no nos dicen nada. A mí me dijeron que me vaya y regrese a las 6 de la tarde, a ver si ya hay informes. Yo no puedo ir y venir. No puedo estar gastando en pasajes. Vivo hasta Iztapalapa. Mi esposo es carpintero. Hace dos meses no tiene trabajo por eso de la enfermedad esta, pues ¿de dónde agarro?”.

Al otro lado de la reja café de la puerta 6 del Autódromo hay otra mujer. También espera noticias de su esposo. Aquí afuera de este hospital de expansión parecen confirmarse las estadísticas que registran que el mayor riesgo de complicarse por Covid lo tiene el género masculino: de los fallecidos por esta enfermedad, 68% son hombres y 32% mujeres.

La señora se llama Teresa y tiene los ojos llorosos. Llegó con su esposo al autódromo este lunes en la tarde. También viene referido del Hospital General. Le dijeron lo mismo: que no tenían camas ya.

“Me angustia que no me digan nada. Mi esposo no quería ingresar a un hospital. Llevaba ya unos siete días con tos y fiebre y el sábado empezó con problemas para respirar. Ayer (lunes) ya se nos puso muy mal. Trataba de jalar y jalar aire y decía que sentía que se ahogaba. Nos fuimos al General”.

Pero igual que al esposo de Sara, al de Teresa también solo lo estabilizaron y lo mandaron al Autódromo. “Estoy un poco tranquila porque ya entró, pero deberían informarnos. Estamos todos acá afuera con el alma en un hilo. Si quieren que nos vayamos, pues que nos digan cómo están”.

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