Mujeres de Fuego: Yunuen (Michoacán)

Heriberto Paredes / Pie de Página, 6 de octubre de 2019

A ocho años del levantamiento de Cherán, municipio indígena en la meseta p’urhépecha michoacana, la comunidad realiza un continuo proceso de construcción de autonomía. Una generación más joven pregunta, observa participa en los cambios y trata de proponer pensamientos críticos al interior.

Mujeres de fuego es un proyecto pensado para potenciar las voces de las mujeres que lideraron este levantamiento armado, mujeres a quienes se les cruzó en el cuerpo la tristeza, la impotencia y el coraje. ¿Qué significa autonomía? ¿Libertad? ¿Territorio? Aquí, la palabra de Yunuen, joven p’urhépecha que participa en la historia reciente de Cherán.

Foto: Heriberto Paredes

Entrevista: Daniela Flores y Heriberto Paredes
Transcripción: Emilia Bautista / Las Vanders
Fotografía: Heriberto Paredes
Video: Sonia Häkansson

‘El apoyo de mi asamblea de barrio fue muy notorio’

Soy Yunuen Torres Asencio, del Barrio Segundo de esta comunidad de Cherán, y formo parte del Consejo de Jóvenes, un consejo operativo dentro de la estructura de gobierno comunal.

Foto: Heriberto Paredes

El Consejo de Jóvenes se propuso desde un inicio del movimiento por parte de los jóvenes. Fue de lo más importante en la comunicación interna de la comunidad y se empezó, de alguna manera, a trabajar con los medios. Era un espacio que se nos debía. En la primera administración, no se pudo concretar. Estábamos a cargo del Consejo de Barrios, pero no era propiamente que estuviera representada la voz de la juventud dentro de la toma de decisiones del estructura de gobierno.

Para la convocatoria que se hace en el cambio de administración se propone que dentro de los consejos operativos, que son los que hacen la chamba de la comunidad, tendría que estar un Consejo de Jóvenes, al igual que el de las mujeres, por lo que éste y el Consejo de la Mujer somos los dos consejos operativos que se integraron a partir de la administración que entra en 2015, el 1 de septiembre. Ahí es donde sentimos que sí se tomaba en cuenta la presencia de la juventud.

¿Y cómo llegué acá? Fue de manera muy inesperada. Ya se conocía que iba a haber convocatoria para formar el Consejo de Jóvenes, sin embargo, a mí nunca me pasó por la cabeza. Se hizo de la misma manera, bajo la propuesta de las fogatas y llevarlo a la asamblea, pero yo llegué de manera inesperada porque en mi fogata habíamos platicado y la propuesta era un vecino mío que iba para Bienes Comunales.

Entonces yo, ese día que fue la asamblea, me fui con esa idea. Íbamos a proponer al señor, mi fogata lo iba a proponer, incluso anteriormente me había tocado apoyar algunos procesos de las asambleas y esa vez justamente hasta llegué tarde y no pude apoyar en nada, estaba siendo parte de la asamblea y de repente no sé qué pasó en el transcurso de unas horas, sólo escuché mi nombre.

Se hizo el proceso igual, nos subieron en una silla y la gente se formó en filas atrás de nosotros, se dieron los resultados y ahí es donde sentimos que el compromiso era mucho, porque el apoyo de mi asamblea de barrios, por ejemplo, fue bastante notorio.

Es una gran responsabilidad el que podamos trabajar directamente con la juventud y el que hagamos un buen papel, porque aparte tenemos esa presión. Somos el primer Consejo de Jóvenes pero tenemos que hacerlo bien o bien, porque si no eso pone en riesgo el que en lo posterior pueda abrirse nuevamente esta parte de que este espacio permanezca.

Ahora sentimos que la voz por lo menos la tenemos al igual que todos los otros sectores, estamos presentes y nuestra palabra vale igual que cualquier integrante de la estructura.

Foto: Heriberto Paredes

Una universitaria en las fogatas

Yo vivo en una de las partes de las afueras, en la salida a Paracho, mi calle la abren en 2008, precisamente para salir de la comunidad, era como un atajo. Nos tocaba ver diario cómo bajaban la madera. Era mucho coraje porque en la familia, internamente, hemos trabajado esos temas desde antes. Era algo muy doloroso ver cómo diario pasaban los camiones y que tú no podías decir nada.

Cuando mi mamá y mi tía intentaron decirlo, los señores abrían las camionetas y traían sus armas, era “o te callas o qué”. Era que algo se tiene que hacer, eran los temas que teníamos en la mesa de comer.

Yo seguía estando en la escuela, en la universidad en Morelia, me tocaba ir y venir cada fin de semana, y precisamente ese fin de semana, ese viernes 15 de abril [de 2011] recibo una llamada de mi mamá en la mañana, alertada diciéndome “no te vengas”, y yo “¿por qué, qué está pasando?”. “No te vengas, las cosas no están bien, no viajes, ni digas que eres de Cherán, nada”.

Ya era mediodía y obviamente no hice caso. Mi papá también había salido con mi hermano y nos venimos juntos los tres. Cuando regresamos a Cherán, nos tuvo que traer un taxi y nos dejó a las afueras, desde ahí ya empezamos a ver el bloqueo en las calles, nos tocó entrar caminando.

Mi papá, recuerdo que saludó a la gente y empezó a preguntar, desde ahí empezamos a decir “no pues ya, esto ya tronó”. Nos detuvieron, nos incorporaron a la fogata, nos tocó ser parte de la fogata porque precisamente eran vacaciones y era quedarse definitivamente.

En nuestra fogata, la 24 del Barrio Segundo, la zozobra sí fue mucha porque nosotros sabíamos que estábamos fuera del límite de la barricada y con una posible salida o entrada.

Nos decían: “Intégrense a la barricada del barrio segundo”. Y decíamos, “pero si nosotros somos los desprotegidos, aquí pueden entrar cuando se les dé la gana”. Entonces lo que hicieron mis vecinos y mi familia fue salir a la esquina y estar ahí, desde ese momento recuerdo cómo eran muy marcadas las indicaciones: “si hay algo, si ven luces, ustedes a la casa, no salgan, los niños igual”.

Pero era en ese momento cuando nadie se quería meter, incluso nos decían “no, hay que estar sólo hasta tal hora”.

Ahí las guardias también nos las aventamos de corrido. Nosotras, como mujeres, a las tres o cuatro de la mañana, a veces nos mandaban, “ustedes ya váyanse a dormir”, siempre se quedaron los señores, nuestros papás, en la esquina y aguantando toda la noche y en la mañana ya las mujeres.

Era rotativo y ahí empezamos a hacer más comunidad, a convivir con los vecinos, si yo los saludaba por cortesía, pues ahora ya conocía algo más de ellos, comíamos de la misma fogata.

Empezamos a ver situaciones difíciles también, porque yo tenía vecinos que también trabajaban bajando madera, con eso subsistían y de repente ves que no tenían sustento y que tú no podías hacer nada, más que decir,”‘yo puedo sacar algo más de la casa y vamos a comer y ya”.

La dinámica de hacer fogata los empezó a cambiar muy drásticamente y ya los veías como una parte más de la familia más que como tus vecinos.
‘Seguimos convencidas de lo que estamos haciendo’

El que haya sido primero un grupo de mujeres al interior significó mucho. Hemos tenido charlas con algunos amigos y decían: “Nosotros ya lo íbamos a hacer pero las señoras nos ganaron, entonces hay que apoyarlas” y también se metieron.

Pero yo veía que parte de la organización que agradecemos es porque las mujeres siempre han estado al pie del cañón, y sí, de alguna u otra manera tuvieron las agallas, y que cuando platicamos con ellas, las del primer momento, era “pues nos quitamos el miedo para hacerlo”, ver cómo todas las demás mujeres se integraron y ver cómo eran una base realmente de la fogata, de lo que ahora tenemos como organización, siempre me ha parecido importante porque ellas son las que dinamizaban las cosas, las tareas, o decir vamos a hacer esto o que los señores se vayan para allá, o nosotras nos quedamos, o por qué no realizamos tal cosa, o por qué no hacemos esto.

La participación siempre ha sido muy notoria, activa, sigue siendo ese enlace, la mujer está muy al pendiente. De repente los ritmos ahora se tornan diferentes pero ver la presencia de las mujeres y que sigamos convencidas de lo que se está haciendo da para mucho, es la parte que refuerza el sentir que tenemos para seguir trabajando. Ha implicado también, lo comentábamos con incluso las K’eris , el cambio de rol que representa para las mujeres que han estado ahora, que les ha tocado trabajar dentro de la estructura.

El referente más cercano que tenemos es la estructura de gobierno. Implica que cambien roles en sus casas, que la familia no siempre va a estar segura de que la mamá les va a dar de comer o que va a hacer esto. De repente hay días que no va a llegar, hay días que va a salir y hay días que de plano no va a estar, cómo te las ingenias para hacerte también cargo, sobre todo las señoras que tienen familia, hijos y todo, pero que han sentido también el apoyo porque saben que esto es algo por lo común, siento que por eso hemos defendido esto.

Nos ha tocado visitar otros contextos y compararlo con lo nuestro, creo que eso es algo que sólo hace que te convenzas más de que estamos haciendo lo correcto.
La presencia negativa del Estado

Cherán antes del levantamiento era ya como cualquier otro lugar del país.

De por sí, ya decir Michoacán es situarte en un contexto violento, donde ya empezaba a haber levantones, cobros de piso, donde a tus papás les preocupaba, a eso de las 8:00 o 9:00 de la noche, si andabas en la calle, ya era ‘¿dónde andas? ¿qué estás haciendo?’, ¿por qué? Porque había una amenaza muy latente de que algo pasara, había ya secuestros y violaciones como en cualquier otra parte, era preocupante.

Saber que no podías confiar en la policía porque ni los conocías, que no podías confiar en que si venías a lo que era la presidencia municipal, te iban a resolver alguna situación, yo lo vi con mis vecinos, en detalles muy en específico de servicios, nunca pasaba nada, venías, reportabas y no pasa nada, no te resuelvo, no hay problema, qué me vas a decir, soy la autoridad. No pasaba nada.

Foto: Heriberto Paredes

Así fueran quejas o lo que fuera, Cherán era un lugar en que ya no podías tener tú tanta incidencia ni participación porque quien estaba al frente era quien se hacía cargo y no pasaba nada, si resolvía o no las necesidades y las quejas que teníamos como comuneros, si se resolvían bien y si no también.

Nadie les decía nada y ya no podías salir seguro a la calle, si te topabas un camión con madera, aparte de que te daba coraje verlo, era la alerta, algo podían hacer estando ellos armados, cubiertos por la autoridad. Era inseguro.

El contexto, al igual que muchos otros pueblos y comunidades cercanas, ya era inseguro. Era igual de temeroso que cualquier otro lugar, algo ya que no era sobrellevable, era mucha la angustia de andar en la calle, era bastante diferente antes del movimiento.

Los partidos políticos, realmente, como nosotros lo hemos descubierto no funcionan. En el contexto que tenemos se trata de intereses muy particulares, es algo que sólo ayuda a fragmentar las sociedades, a dividir familias, era lo que para nosotros fue muy evidente.

Aquí había, con el sistema por partidos políticos, peleas muy apasionadas, eran rudas, entre familias, al límite de que Cherán sí tuvo, anteriormente algunos conflictos internos en donde quien tuvo que ver era la parte partidista, y en donde había habido conflictos familiares, hasta balazos o muerte, porque no compartían los mismos ideales o porque uno era de un color y el otro de otro. Para empezar es algo que ni siquiera nos llamaba la atención, cómo se estructuraba esa forma de organización por partidos.

A mí no me interesaba, o no sabía bien el esquema que se seguía, que usan, que el síndico, que el regidor. No te llama la atención, no es algo que te interese saber, y pues sí, solamente ha servido de fragmentación e intereses muy particulares que realmente no contribuyen a algo en específico, siempre hay una u otra cosa cuando se está este tipo de división, por eso ahora lo reiteramos más, es algo que definitivamente no nos sirve, y es algo, a lo que yo espero, no volvamos.

Redefinir la cultura con la continuidad de la autonomía

En la participación cultural dentro del Consejo de Jóvenes, yo soy quién ve la parte de promoción y difusión cultural, porque es una parte que me gusta y porque me ha tocado estar relacionada en ello, entonces, nos hemos dado a la tarea de unir todas estas cosas.

De por sí me ha tocado, en la historia hacer esto, eres alternativa pero también te gustan tus raíces y también te gusta lo propio, entonces hemos tratado de replicarlo de alguna manera y nuestra preocupación es esa, cómo estamos nosotros reaprendiendo elementos que ya no conocimos como juventud, cómo ahora nos gusta, o al menos, en lo personal, ver el cambio desde ciertas perspectivas de los jóvenes.

Era imposible que las chavas usaran un guaneco, ahorita todo el mundo lo porta, más si es algún día en específico, en el aniversario no se diga. ¿Por qué? Porque son formas que están volviendo y por qué te hacen sentir cómoda, porque no puedes negar la parte que tenemos como comunidad indígena pero también eso no te cierra las posibilidades de que tengas algo alternativo que de repente entre, como un concierto de hip hop en un espacio público en una comunidad, en donde vimos gente mayor parada escuchando y diciendo, ‘me dejó un mensaje’.

Para nosotros, eso ya implica otras cosas es meterle ondas diferentes. Por ejemplo, también nos toca organizar el concierto de la Madre Tierra, todo el mundo nos puso un pero porque aún así siendo Cherán, en Cherán hay muchas cosas que todavía no están tan abiertas, ‘qué van a hacer’, ‘son una bola de esto y lo otro’, y nosotros, pues con el miedo, pero dijimos, ‘lo vamos a hacer’, porque el que digas jóvenes no siempre implica desorden.

Entonces armamos el concierto, fueron familias completas y salieron diciendo, ‘yo nunca había estado en esto y me gustó’, ‘yo no sabía que hacían esto’, los chavos bailaron hasta que se cansaron, se enlodaron porque nos llovió, salieron a gusto.

Incluso la gente grande ahora nos dice, ‘¿cuándo van a hacer otro?’. Porque le demuestras a la gente que la parte de la juventud también es responsable en ese sentido, no es como en una fiesta, no tuvimos absolutamente ningún detenido, fue saldo blanco, la ronda nos apoyó, los revisó, nadie le faltó el respeto a la ronda, ni la ronda a nadie, y fue confiar en lo que estábamos haciendo, incluso en el Consejo Mayor había mucha preocupación, y ya cuando vemos sus caras les decimos ‘tranquilos, no vamos a sacrificar a nadie, ni va a pasar nada’.

Ver sobre todo que la gente mayor nos ha hecho buenos comentarios y referencias a eso, a nosotros nos deja a gusto y que de repente ahora también tenemos esta parte la recuperación de la lengua y tenemos un taller y la gente mayor también se interesa porque son parte de los elementos que estamos perdiendo y dice, ‘bueno están haciendo un intento de recuperar’, y que podemos trabajar también muchos gustos diferentes porque así es la juventud, no todos somos iguales, somos muy diferentes, muy diversos, pero que estemos ahora teniendo cosas en conjunto pues también ha sido un cambio bastante significativo, precisamente por eso seguimos en esta parte.

Hemos trabajado con la recuperación de ciertos espacios en la comunidad, que antes estaban ya abandonados, ahora, mediante lo que nos enseña Cherán, que es la faena, que es una cooperación sin tú recibir algo a cambio más que el uso del espacio, lo hemos hecho así.

En esas faenas hemos tenido niños que han participado para recuperar una cancha, para recuperar unas pilas de agua, entonces ha sido un trabajo en conjunto que al final nos lleva a algo que vas a disfrutar en conjunto, aparte los chavitos se están acostumbrando, te dicen, ‘¿ahora qué vamos a hacer? ¿cuál es la siguiente tarea? ¿cuándo vamos a hacer esto?’. Hemos tenido también talleres de juegos tradicionales, del papalote, del balero y, por ejemplo, del papalote nos decían, ‘yo no sabía que se hace así’, como usábamos elementos que ahora ya ni quién reconoce, todo fuera como ir a comprarte uno de plástico, pero antes era con popote y es cera y su papel y los niños aprendieron hacerlo.

Para nosotros es trabajar esa parte de comunicación entre nosotros y que los niños aprendan algo, nos deja buen sabor de boca, ya cuando vemos los resultados, es algo positivo que ves y dices, ‘bueno, no estamos tan mal, ahí vamos’, porque estamos haciendo diversas cosas pero todo siempre enfocado a esa parte de recuperar parte de nuestra identidad que al menos se conozca y que ahora se vea de manera diferente.

Es lo mismo con los senderos o los campamentos que hemos hecho, como eso de meternos de nuevo a esta parte del territorio desde los niños. Llevamos a niños a reforestar, para que veas lo que implica el que tú lo plantes, el que tengas el contacto con la tierra y que digas eses es mi arbolito y que de repente quieras ir y ver cómo va.

Entonces es otra cosa, los niños inclusive no conocen lugares muy cercanos que tenemos: los ojos de agua cercanos, la Cofradía, partes de algunos de los cerros, el cerrito del aire.

Son lugares que ahora que los hemos acercado, los niños vuelven a decir, ‘¿vamos a ir ora vez? ¿cuándo vamos?’. Seguimos trabajando en esa parte desde reconocer el territorio de nuevo, ¿para qué? Todo es con el fin de que el proyecto pueda seguir teniendo una continuidad.

La continuidad es a partir del amor que también a los niños les va a nacer y que esos niños están por convertirse en jóvenes y que esos jóvenes son los que tienen que atorarle en un futuro muy cercano para cuando esto se tenga que seguir trabajando.

“Lavar una taza no les quita nada“

Precisamente en este cambio de relación siento que es algo que estamos entendiendo como comunidad, de alguna manera. No es algo que se logre de la noche a la mañana.

Igual yo coincido en que hay cosas en las que yo a veces no estoy tan de acuerdo, pero que también hay que reconocer que como mujeres, muchas veces tenemos la culpa, somos también responsables por no cambiar ciertos esquemas tradicionales que tenemos en la comunidad.

Desde que empieza a sonar este término usos y costumbres, nos decían, ‘¿Cómo es posible que quieran regresar a todo lo pasado?’ No, espera, vamos a regresar a ciertas formas pero sólo las que nos sirvan, es decir, estamos tratando de adaptar todo al contexto que ahora tenemos, tampoco podemos volver a decir cosas que ya no van al pleno momento que vivimos, afortunadamente siempre he tenido los ejemplos muy claros.

En mi familia, por ejemplo, la equidad siempre se notó mucho, a mi papá no le pasaba nada si él también lavaba o si barría, yo crecí así, sabiendo que todos podemos hacer todo y no pasa nada. Cosa que ahora yo puedo reconocer, incluso en la estructura, eso todavía cuesta.

Un ejemplo muy reciente, nos tocó ir a la comunidad de Huancito a la celebración del Fuego Nuevo y yo fui con mis compañeros, entonces cuando nos indican la dinámica para ir a comer y estaban unos señores de Bienes Comunales, y de repente uno de ellos no tenía comida y me dice una señora, ‘ve, tráele un plato’, y le dije, ‘pero no, ya dijeron que cada quien va a pasar y ahorita pasa’, entonces yo le digo eso y la señora se enojó, se molestó mucho, se paró y fue y se lo trajo.

Por eso digo que a veces somos también responsables de volver a generar el, ‘sí tú hazlo porque eres mujer’, ‘ah, no, en esa comisión sólo van ellas’. Son cambios que tendremos que seguir trabajando. Y que entre las mismas mujeres a veces no nos veamos como, ‘es que no quiere hacer nada porque ya no son como antes’.

Luego dicen mucho eso las señoras mayores, ‘es que ya no son como antes y ya no quieren ni aprender a cocinar, ni esto, ni lo otro’, pues no, porque no tengo que hacerlo, si todos lo podemos hacer en conjunto pues vamos a hacerlo, o si todos tenemos una misma comisión.

Incluso yo a mis compañeros, les digo, ‘te toca barrer y no te pasa nada por barrer, así que barre’. Entonces son tareas que son muy simples y que tenemos que dividirnos y que no pasa nada si lo hace una o el otro.
Ser mujer en la comunidad, el adentro y el afuera

En el Consejo, yo soy la única mujer. Mis compañeros a veces me han dicho, ‘es que siempre nos traes para esto o lo otro’, yo les digo, ‘no pasa nada’, las cosas así las resolvemos tú o yo, es equitativo, pero afortunadamente lo han entendido y ha sido bueno.

Pero sí han sido, también, cambios desde ellos, porque la primera vez que yo los puse a barrer sí me vieron con cara de qué te pasa. Pero es algo que de verdad, no les pasa nada, incluso ya hace poco, vi a uno de mis compañeros fregando y yo dije, ‘ah, van agarrando la onda’. Porque, ¿qué tiene? Lavar una taza no les quita nada.

En la comunidad puedo decir que me ha tocado no sólo amar la cultura y decirla, muchas mujeres me han dicho, ‘Ah sí, como están ahorita en el Consejo les toca encabezar ir bailando en tal celebración’. Y, por ejemplo, a mí esas cosas no me gustaban tanto y me dijeron, ‘¿No que mucho la cultura? Ahora te vas adelante, bailando y haciendo esto’.

Tienen razón, vamos a aceptar esta parte. Y también, a veces en las fiestas patronales me toca bajar bajar y hacer esto, y bueno lo hemos aceptado. Siento que hay buena relación en general con las compañeras de la estructura e igual afuera, cuando hay algo que hay que echar la mano en algo también ha funcionado de la misma manera.

Aquí todo siempre ha funcionado así, de esta forma colectiva, si te puedo ayudar en algo y después cuando puedas me apoyas, el apoyo es mutuo.

Igual siento que a veces como me ven un poco más determinada en ciertas cosas, por ejemplo, de mujeres hacemos guardia en las barricadas, sólo soy la única mujer que mandan en ese equipo. No sé porqué, si de repente me ven más segura o algo, pero en mi equipo la estructura son hombres y las otras compañeras siempre están de, ‘¿quién más va a de mujer? ¿quién va a ir?’.

Entonces, a veces se acompañan, pero a mí no, siempre he sido yo, no sé, a veces porqué me avientan así. Pero está bien, me gusta.

Foto: Heriberto Paredes

Las chicas que tengo de amigas de ciudad no conocían esta parte de Cherán. Les ha sorprendido, por ejemplo, verme con el traje típico o de repente me ven haciendo una u otra cosa en la comunidad, que no se lo imaginaban. Pero creo que sólo puede ser eso, solamente eres diferente en algunas cosas pero la relación sigue siendo la misma.

Afortunadamente, por esa parte que tenemos luego de ciertos eventos y que siempre estamos pidiendo también apoyo de una a otra parte, mantenemos nuestra relación.

Hay misma gente que conozco desde antes que me involucrara con esta parte de la cultura, se plantean las cosas y ya saben que es un contexto diferente, saben que es otra cosa pero lo hacen, entonces nos han apoyado también en una u otra cuestión que necesitamos y a veces eso es hasta bueno. Poner a trabajar aquí a grupos de jóvenes con gente que viene de fuera ha servido también.

Por ejemplo, recientemente hemos estado trabajando muy de cerca con la orquesta infantil de aquí de Cherán, pero tenían muchos problemas de proyección cuando tocaban, porque se quedaban parados y no se movían, entonces les trajimos a una chica que les enseñara un poco de expresión corporal y fue bastante bueno, y los niños se sintieron bien, les gustó, esa relación que tenemos con otras personas, en otros medios, podamos integrarlas e incorporarlas y puedan servir para algo aquí.

Es fácil, por ejemplo, que tú puedas expresarte aquí y decir lo que piensas pero estamos sujetos, también, a la estructura y la gente puede pararse enfrente de ti y decirte, ‘esto no lo estás haciendo bien por esto y esto y esto’. Y tienes que aguantar, pero por lo menos aquí lo que dices puede ser muy libre y nadie te va a decir nada porque digas lo que piensas o lo que sientes.

Entonces eso es muy claro, y que después de eso y de las grandes peleas, y de que te digan que no está bien o que no hacen esto o lo otro, y después como si nada, ‘échale ganas, vamos a hacer esto o lo otro, para eso está también la asamblea y vamos a trabajar juntos’. Y al menos ese modelo ha servido para eso, es un respaldo, y es trabajo y es tomar la responsabilidad juntos. Eso es lo que se siente ahora más fácil.
Los retos que plantea la autonomía a las mujeres

A Cherán le falta afinar muchas cosas. Yo puedo decir de esto, igual que muchos otros compañeros de la comunidad, que es algo que apenas va comenzando. Son pocos años, para nosotros son primeros pasos, sabemos que muchas brechas se están abriendo gracias al trabajo en comunidad y a muchos otros acompañantes que han servido a este proceso, pero que sí faltan muchos aspectos que se tienen que ajustar, que tienen que situarnos a nuestro entorno, hay muchas cosas que no tenemos claras, como esta situación de hasta qué alcance tiene la ronda, hasta dónde es efectiva, qué sí se puede ejecutar, qué no, cómo va a ser en específico nuestra relación, cuando hay casos de fuerza mayor, al exterior.

Y también algunas cosas que tenemos planeadas como el proyecto que se escribió primero, a 30 años, qué es lo que se tiene que ir adaptando a lo que hay ahora, un claro ejemplo somos nosotros, en el primer manual que se hace sobre Cherán, no estaba el Consejo de Jóvenes, ni el de las Mujeres.

En esta segunda administración lo está, esperamos, por supuesto, que permanezca pero son cosas que se tienen que ir adaptando. Cómo va a funcionar el ritmo de las asambleas y cómo se tienen que seguir manejando las decisiones en conjunto con la asamblea, son detalles que se tienen que ir trabajando pero que siento que ya se están tomando en cuenta.

Para las mujeres que quieren seguir el ejemplo de Cherán pero que no han podido, por las condiciones, o que no se han animado, les quiero decir que es momento, que se animen, no hay de otra.

Hay muchas cosas que sabemos que pueden pasar, pero que las decisiones se tienen que tomar, siempre hay un riesgo pero las cosas se hacen o se hacen, así sea con sus implicaciones y lo hemos visto nosotros. No ha sido fácil, han habido vidas en el camino, hay detalles, hay cosas, pero sabes que van para un bien común y que alguien tiene que arriesgarse primero, siempre.

A las niñas de mi comunidad, les diría que nuestra mayor esperanza está también en ellas, que sabemos y nos gusta que estén adoptando un lenguaje diferente, que afortunadamente a ellas les está tocando crecer con una estructura diferente, con que aquí no hay policías sino ronda, que aquí no ha presidente sino son integrantes del Consejo Mayor, son los K´eris.

Desde ahí van cambiando las perspectivas de los conceptos que utilizamos a diario y de cómo ellas pueden entender el modelo que se está proponiendo desde acá y que son eso, son la esperanza de que el proyecto de Cherán continúe y continúe para largo.
El vocabulario de lucha

La libertad para mí es esto, poder confiar en tu entorno, en lo que estás viviendo, poder hacer las cosas a plena luz del día, con la seguridad y confianza de que nada te puede pasar, de que estás haciendo lo que te gusta, de que es sentirlo propio, tu comunidad, respirarla, vivirla. Estar al interior de Cherán.

El bosque es nuestra casa, nosotros somos quienes hemos llegado a invadirlo, de alguna manera, entonces, precisamente la lucha por eso, por el respeto, por nuestra casa, por lo que está más próximo, por lo que hemos descuidado y ahora es cómo tratamos de protegerlo y remediar un poco lo que no hemos sido capaces de mantener.

Cherán para mí, aparte de ser mi hogar, ha significado un ejemplo de organización con sus altibajos, detalles que aún hay que prever, continuar y seguir trabajando, pero que brinda está capacidad de pensar y de unirnos y discutir, volver a discutir, si ya había quedado claro, no importa, volverlo a discutir, pero que es un crecimiento en lo común, en el pueblo, en las personas que lo habitamos.

La palabra comunidad pues es la unión, y muy situado en mi contexto, es la unión de comuneros y comuneras en donde podemos trabajar todos juntos por lograr algo, que no siempre es fácil pero que siempre se llegan a resultados.

La alegría es precisamente poder convivir con la comunidad, con el espacio, con el bosque, con la seguridad que tenemos ahora y que esto pinta de que puede durar mucho y que puede seguir consolidándose, y que, si bien hay obstáculos todavía a afrontar, pues también decir que los cambios que han sido positivos en la comunidad. Son muchos. Nos da alegría cada vez que trabajamos con los jóvenes y vemos que, aunque no tengamos los mismos gustos, el interés es común y las cosas que podemos hacer uniéndonos son muchas, así seamos totalmente diferentes, cuando trabajamos por algo juntos, se nota. Y se nota en los resultados que tenemos y eso es lo que ha hablado, los resultados, y lo vamos a seguir haciendo así.

No solamente por decirlo sino cuando ya tomamos una acción, en conjunto, pues es lo que da gusto, ver cómo los jóvenes empiezan a interesarse, a preguntar, a investigar más, a ver cómo estamos. Y que al acercarse a nosotros, también, de alguna u otra manera, ellos mismos nos han dicho, entienden mejor cómo está trabajando la comunidad.

Para mí, el fuego es esta parte más cercana a la espiritualidad, al poder interno como de crecimiento, a mí me impresiona mucho que en Cherán se utilice hasta para curar. El fuego es eso que puede mantener la esperanza de algo que puede seguir abonando y que tú puedas seguir trabajando y que sabes que es uno de los elementos, no sólo en Cherán, sino en la cultura p’urhépecha. El fuegos es todo, es la representación de todo lo que tú puedas creer, pero que es esta parte que te soporta.

Y las fogatas, pues desde antes del movimiento siempre han sido el lugar de encuentro, el lugar donde tú puedes charlar, no importa la generación. El lugar donde platicas con los abuelos, con tus papás, con tus hermanos, lo que pasaba en el día y que ahora se ha convertido en parte de una base de organización dónde se hace lo mismo, la plática, el análisis de lo que está pasando en el día pero que sigue siendo alrededor de una fogata. Convivir, compartir.

Mujer de fuego, fuerte, como una mujer fuerte que puede hacer frente y que puede cambiar tu presente inmediato. Puede justo eso, decir, no quiero esto, no quiero aquello, soy capaz de decidir y me encuentro como con la convicción de hacerlo, con la certeza de que puedo decir yo y que para mí se genera valía y valentía. Tener esa fortaleza que no te impida nada, que el miedo no te pueda colapsar, que puedas ser firme en algo que tú plantees si pasa o no, que puedas cambiar el contexto.

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