La amenaza oculta de las granjas intensivas: una bomba de residuos en el ‘Anillo de los cenotes’

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PlayGround ha tenido acceso a material inédito sobre los efectos de la industria cárnica en la península del Yucatán, gracias a la colaboración de Mercy for Animals
1. Una nueva industria amenaza el ecosistema

La carne barata que encuentras en los supermercados tiene un precio oculto en el que pocas veces reparamos. El crecimiento sin control de las granjas industriales y sus montañas de estiércol sin tratar están contaminando el agua potable y causando riesgos para la salud pública que se extienden por todo el mundo. Cada una de estas granjas puede llegar a generar más aguas residuales que una ciudad pequeña. A eso hay que sumar las emisiones dañinas. Ahi van una cifra para pensar: una reducción del 50% en las emisiones de amoníaco provenientes de las granjas porcinas en el este de Carolina del Norte representaría un ahorro de 190 millones de dólares dedicados a problemas de salud relacionados con su producción.

Ahora, imagina esa cifra escalada a nivel global.

Ese problema, común en muchos Estados de EEUU, ha llegado la península mexicana del Yucatán. Según una reciente investigación de Mercy for Animals, un conjunto de granjas industriales amenaza uno de los parajes naturales más originales del mundo: el “Anillo de los cenotes”.

Los habitantes de San Antonio Chel hace tiempo que denuncian la actividad de este tipo de granjas, dedicadas a la cría de cerdos, vacas y pollos, que ahora ven la luz gracias al trabajo de investigación de algunos de los activistas de la ONG.

Mercy for Animals voló sus drones sobre las granjas industriales de la Península, desvelando la existencia de modelos de explotación industrial que podrían afectar el equilibrio natural de la zona a causa del descontrol en la gestión de los residuos de las instalaciones.

El presidente de la Asociación de Porcicultores de Yucatán afirmó que tan solo en 2018, 2.2 millones de cerdos fueron criados para la producción de carne en ese estado, incrementando la producción en un 3.8%. Lo que es una buena noticia para algunos, es una amenaza para otros. En especial, para las poblaciones mayas de la zona, que ven como paulatinamente sus derechos sobre la tierra les son arrebatados, esta vez con el argumento de la industria de la carne.

“Hemos realizado más de 80 investigaciones en granjas industriales y nunca hemos visto nada tan grande o tan peligroso para el ambiente”, nos cuentan desde Mercy for Animals. Este tipo de instalaciones “pueden crear más aguas residuales que una ciudad pequeña, que pueden filtrarse fácilmente en el suministro de agua, contaminar el aire circundante y perjudicar a quienes viven, trabajan y estudian en la zona”.


2. El agua, la principal afectada. Pero hay más

Como afirma el abogado y activista Carlos Escoffié Duarte, “San Antonio Chel es una hacienda que depende primordialmente del campo y de pequeños comercios, por lo que esa comunidad, así como en todo el municipio, el agua es un recurso vital para el consumo humano y para la agricultura, la apicultura, la actividad turística en las playas y hasta para una empresa cervecera, la famosa Modelo”.

Y no solo el agua es la que se ve amenazada. Según Mercy for Animals, este tipo de explotaciones agrarias representan una clara amenaza para la calidad del aire de la zona. Existen varios estudios que lo demuestran. La ONG Environmental Defense Fund, con sede en Nueva York, hace al menos una década que viene alertando sobre los peligros de las plantas dedicadas al criado de cerdos, revelando que los niños que viven cerca de las granjas industriales tienen 23% más probabilidades de desarrollar asma.

“Se trata de un problema integral que debe ser tratado como tal”, nos comentan desde Mercy for Animals. “No estamos hablando solo de contaminación de las aguas y el aire, todo un ecosistema se encuentra en peligro”.

La organización PETA, en sus investigaciones sobre el mismo problema en tierra norteamericanas, alude a evidencias que señalan que las granjas industriales y la contaminación que producen “causan enfermedades en los seres humanos que van desde el daño cerebral y la depresión hasta el aborto espontáneo y los defectos de nacimiento”. Problemas respiratorios, infecciones bacterianas, resistencia a los antibióticos o la gripe porcina, son las principales amenazas según esta organización.


3. La explotación, a juicio

La comunidad maya de Homún y los vecinos de San Antonio Chel llevan varios años organizándose. A pesar de haber ganado algunas batallas judiciales, parece que las empresas cárnicas actúan con total impunidad.

El pasado 15 de abril, sin ir más lejos, los vecinos se plantaron a las puertas del Poder Judicial de la Federación para presentar una demanda por permitir que las fábricas sigan funcionando con normalidad, cuando existe una sentencia de amparo a favor de la comunidad que obliga a la paralización temporal de la producción de las granjas.

Poco antes el Consejo Maya del Poniente de Yucatán Chik’in Ja’se había presentado un comunicado en el que se reivindicaba el hecho de ser “los pueblos mayas quienes tenemos que estar facultados para cuidar nuestro territorio o autorizar cualquier actividad que se pretenda desarrollar en ellos. Lamentablemente hemos constatado que a inversionistas de fuera y a muchas autoridades “nacionales” poco les importa el agua, la vida, la tierra y el medioambiente. Mucho menos nuestros derechos como pueblo”.

Como advierte Carlos Escoffié Duarte, “el caso de San Antonio Chel no es un caso aislado, sino que es reflejo de un modelo de industria ganadera que está amenazando el medio ambiente en distintas comunidades de la península de Yucatán”.
4. Haz algo

Desde las comunidades, el grito es unánime. Recogemos algunas de las reivindicaciones que el Equipo Indignación, una organización no gubernamental con sede en Yucatán, cuya misión es la promoción y defensa de los derechos humanos, ha utilizado para dirigirse a las autoridades de la zona:

Proteger los cenotes, la reserva de agua subterránea más importante del mundo.
Retirar los permisos de la megagranja de cerdos que obtuvo permisos de manera irregular, sin consultar al pueblo maya de Homún, instalada en la zona de recarga del anillo de los cenotes, una zona extremadamente vulnerable a la contaminación.
Proteger el derecho del pueblo maya de Homún a la libre determinación y a la consulta libre, previa, informada y culturalmente adecuada para decidir sobre proyectos que pretendan realizarse en su territorio.
Sentar un precedente para garantizar que las Manifestaciones de Impacto Ambiental sean procesos con alto rigor científico que construyan de la mano de las comunidades donde se pretenda asentar un proyecto.

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